Poesía de un sueño nazareno
Cofradías
José Manuel Rodríguez Viedma convirtió ayer el pregón de la Semana Santa de Granada en un extenso acto poético de exaltación íntima a la belleza de las imágenes de las cofradías locales

Un sueño. Así imaginó ayer José Manuel Rodríguez Viedma la Semana Santa de Granada en el pregón oficial de la ciudad, muy literario, intimista, metafórico y cargado de poesía y canto a los miles de detalles y sentimientos que emanan al observar cada una de nuestras cofradías. Rodríguez Viedma comenzó su pregón declarándose poeta y seguidor de maestros granadinos como Manuel Benítez Carrasco. Con estos antecedentes, su pregón no podía ser ajeno a la poesía y a la descripción con versos estudiados y sentidos de lo que pasa en Granada en primavera: la Semana Santa, la que contó como un sueño íntimo de niño.
"La primavera cuelga sobre su muñeca un enorme rosario cuyos misterios nos llevan al camino final de la cruz. Rosario de piedrecillas artesanales que ahora desearán ser parte del empedrado de nuestras calles empinadas, por donde las pisadas de los penitentes derramarán el llanto de una vela que se consume ante sus ojos cristalinos. Capillos espigados danzan con sus colores como pequeñas veletas que señalan el camino del Gólgota más granadino". En su recuerdo despierto viajó por los rincones de la ciudad e imaginó a cada uno de los titulares de la Semana Santa en su discurrir por alguna calle utilizando, en ocasiones, las advocaciones como reivindicación social.
Pero no faltó espacio para otros protagonistas de la Semana Santa. Los que la hacen posible. Como los costaleros, a los que primero vio como niños que crecieron para llevar al Señor "a los altares del firmamento". Luego, despertó la ovación del público con un poema dedicado a su madre. "Y al sonido del llamador, / ya con el peso en mi espalda / componga versos de amor, /pisada tras pisada."
También se acordó de las bandas y los músicos, a los que animó a tocar "porque en vuestras notas los costaleros ponen, una y otra vez, la zapatilla que avanza buscando el cielo"; de los medios de comunicación, "costaleros de vocablos, penitentes de voz apagada"; de las gubias de los imagineros o de los cantaores de saetas y sus sentimientos.
En su sueño tuvo una parada especial en su cofradía de la Redención y en su Virgen de la Salud. "Hoy me luces distinta con otra belleza en tu cara a pesar de ser la misma por otras manos tocada. Virgen de la Salud, eterna incomprendida bajo el azul de tu palio", declamó.
Pero también tuvo espacio para la crítica. Meditación sobre la Semana Santa, "a veces por vocablos incomprendida y por encargos sometida a la copia nefasta de los gustos y sabores de otros lugares"; y sobre la "necesidad siempre de nuestros consiliarios, consejeros acertados en nuestra fe cristiana".
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