Ponga un máster en su vida
La tasa de paro es menor, la de inserción, mayor y tardan menos en firmar su primer contrato laboral
Aunque sea de esta forma, el caso del máster de Cristina Cifuentes ha hecho que en los últimos días se hable más de estas enseñanzas que nunca. En un mercado laboral inestable y cambiante, los jóvenes intentan disponer de las máximas herramientas posibles para aterrizar en él con buen pie y esto se nota en las universidades. Al menos en la de Granada. Desde el curso 2013/2014 hasta el pasado año académico 2016/2017 el número de matriculados en másteres oficiales ha crecido un 34%, según los datos que ofrece la memoria anual. En el 2013/2014 fueron 3.368 los inscritos en estos estudios, mientras que el pasado año académico fueron 5.218 estudiantes repartidos en los 102 títulos que impartía ese año la Universidad de Granada. No sólo ha ido en aumento el número de estudiantes matriculados, también la oferta formativa ha crecido. En este curso son 104 los títulos oficiales de máster en la institución granadina y para el curso que viene está previsto que se incremente la oferta con nuevos títulos.
Un buen motivo para apostar por ampliar estudios con un máster es mejorar las opciones de acceder al mercado laboral. Un año después de conseguir su título, la tasa de paro registrado de los egresados de másteres oficiales de la UGR está en torno a un 17%, un punto menos que para los egresados que cuentan únicamente con un título de grado. Este dato es uno de los que se señalan en el último estudio Situación laboral de los egresados de las Universidad de Granada 2015: estudios de seguimiento de las promociones 2013/2014, que fue presentado el pasado mes de julio. El texto señala que para aquellos que habían finalizado sus estudios de máster dos años antes la tasa de paro registrado fue del un 12,7%. Para los graduados fue mayor y se situó en un 14,9%. El mismo documento concluye para "para el caso de los másteres oficiales se produce la tasa de inserción más elevada de todos los colectivos, con el 51,8%". El tiempo medio que tarda un egresado de máster oficial en firmar su primer contrato es de 122 días, mientras que un graduado, de media, tarda cinco meses y 18 días, siempre según lo recogido en este informe.
Más ventajas. No sólo encuentran trabajo antes, también lo hacen cerca de casa. Un año después de conseguir el título, las condiciones del primer contrato implicaron movilidad geográfica para un 61% de los graduados. Este mismo indicador baja al 54% para los egresados de másteres oficiales. La temporalidad también es menor (93% para los de máster por 95 para los graduados). También varía el porcentaje cuando se analiza el número de titulados que se establecen por cuenta propia. Entre los de grado es del 8,9% mientras que entre los egresados de los másteres es del 10,46%.
De ahí que muchos elijan la vía del conocimiento y la especialización para completar los conocimientos adquiridos en el grado. Otros son másteres habilitantes, es decir, obligatorios para acceder a ciertas profesiones como la abogacía, la docencia en Secundaria o la psicología clínica. La gran mayoría de estos estudios son presenciales, según la directora de la Escuela Internacional de Posgrado de la UGR, Teresa Bajo, aunque la apuesta es por ampliar la oferta de enseñanzas virtuales para que más estudiantes puedan acceder a estos estudios, para lo que se trabaja con el Centro de Producción de Recursos para la Universidad Digital (Ceprud). Del total de matriculados en los títulos oficiales de la UGR (5.218) 751 son extranjeros. Además, el 39% se tituló en una Universidad española distinta a la UGR (2.025), se indica en la memoria académica del año 2016/2017.
Y en este panorama, el caso del máster de la Universidad Rey Juan Carlos ha venido a convulsionar la imagen de estas instituciones públicas y del rigor de sus estudios de posgrado. La UGR ya se ha pronunciado a través de una nota de prensa con respecto a la polémica por la obtención de un máster por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes (PP). La institución alegó que las universidades "disponemos de instrumentos de control" para defenderse de "ilegalidades" y "que el sistema universitario público está sometido a estrictos mecanismos de evaluación y control". "Una mala praxis o una irregularidad no puede servir de pretexto para poner en cuestión la actividad de la inmensa mayoría de nuestro personal docente e investigador, del personal de administración y servicios y de nuestro estudiantado", zanja el comunicado, que fija de esta manera la postura institucional de la Universidad. Su rectora, Pilar Aranda, ha aprovechado algunas intervenciones públicas para abordar el tema. "Ahora estamos en la diana", reconoció recientemente en la inauguración del congreso Comunicar Ciencia en Red (ComCiRed).
El defensor Universitario de la UGR, Antonio Ángel Ruiz, va en la misma línea. "Las universidades tienen resortes contrastados" para hacer frente a posibles irregularidades. En cualquier caso, Ruiz recalca que "el problema los producen las personas", no las instituciones, y "casos aislados" como el de Cristina Cifuentes "no deben mezclarse" con el normal funcionamiento de la Universidad. El defensor Universitario también rompe una lanza en favor de los centros privados "que son muy serios".
La directora de la Escuela Internacional de Posgrado de la Universidad de Granada, Teresa Bajo, insiste en que "aquí somos muy rigurosos" y el hecho de que todos los procedimientos estén homogeneizados y centralizados hacen posible que "podamos detectar cualquier anomalía". Bajo reconoce que el caso Cifuentes es un golpe al prestigio de estos estudios de posgrado. "Se resiente, por supuesto". Alega que esta situación es "dolorosa" ya que se "pone en duda el rigor y hace dudar de que la Universidad sea rigurosa". "Ese rigor requiere de más trabajo, de más información... pero asegura que si hay cualquier anomalía, se pueda actuar", subraya Bajo. Una tarea que se aplica por igual, asegura, en la modalidad presencial y a distancia. "Que sea virtual no significa que no haya seguimiento y el mismo grado de control", zanja Teresa Bajo.
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