Primer aniversario del coronavirus: el fin de semana que cambió Granada
Covid-19
La conmemoración del año del estado de alarma coincide con los cuatro días en los que se pasó de cero contagios al primer muerto en la provincia
Granada/En el momento en el que ustedes estén leyendo estas líneas, este 14 de marzo, estará haciendo un año desde que supieron que España se iba al estado de alarma, que las siguientes dos semanas había que estar confinados, y que en Granada, en apenas 48 horas, ya se contaba con 22 contagiados de coronavirus. Si en una ciudad de este país cundió más rápido el miedo, quizás esa fuera Granada. En apenas cuatro días, un fin de semana, se nos juntó todo. Y permitan que me tome la licencia de esta primera persona, prohibida en el periodismo salvo en el opinativo, pero es que nadie se ha escapado a la pandemia ni a sus consecuencias. Ni siquiera los periodistas, considerados actividad esencial y que nos ha tocado reinventarnos para contar la dureza de estos 365 soles.
Entre el 13 y el 16 de marzo de 2020 se agolparon en la capital y la provincia imágenes imborrables ya de la memoria con el temor al desconocido coronavirus que estaba desangrando a China primero, y a Italia poco después, y que estalló en Granada cuando aún se estaba en la resaca de la Copa del Rey y de las manifestaciones del 8-M. En apenas cuatro días la provincia pasó de no tener ningún caso de Covid-19 a 13 de golpe, se anunció el cierre del país, el confinamiento, la declaración mundial de pandemia por la OMS, la clausura de la Alhambra y Sierra Nevada, con el simbolismo que ello conllevaba, y lo peor, la primera muerte por el patógeno. Todo en un fin se semana, el que cambió nuestras vidas.
Granada pasó en muy poco tiempo de vivir de espaldas al virus a tenerlo en la puerta de sus casas. El miércoles 11 de marzo fue el último sin contagios por coronavirus en la provincia y prácticamente todo el mundo se jactaba de ser la última de Andalucía en figurar sin infecciones. No era así. Los reanálisis y el ajuste de datos posterior dejó bien a las claras que el Covid-19 estaba aquí antes que lo que se notificó, y que en ese día ya había 18 casos de coronavirus, el primero de ellos del 4 de marzo.
La pesadilla se vivió ya desde el día siguiente. Fue el jueves 12 de marzo cuando desde la Junta de Andalucía se confirmaron los 13 primeros contagiados. Pero tampoco. Granada dejaba de ser ese 0 tan esperanzador a vivir de verdad la pesadilla, a preguntarse qué estaba pasando cuando ni siquiera los dirigentes políticos, empezando por los nacionales, bajando a los autonómicos y municipales por jerarquía, sabían qué pasaba de verdad.
Ya aquel jueves 12 la provincia se desayunó que la Organización Mundial de la Salud acababa de declarar al SARS-CoV-2 una pandemia global, y que a falta de que el Gobierno tomara las riendas, la Junta mandaba sobre su propio destino, de entrada anunciando un refuerzo en los hospitales y cerrando los centros de día para las personas mayores. Se quedaban cortos, tanto que los acontecimientos se fueron solapando día a día. La actividad en el Ayuntamiento de la capital se condicionó por primera vez en la pandemia: los concejales de Vox empezaron a someterse a cuarentena tras el mitin que el fin de semana anterior dio la formación ultraderechista en Madrid, donde varios de sus líderes se contagiaron.
Jueves 12
Pero todo iba rapidísimo. Demasiado. Los titulares de cada día se quedaban antiguos más pronto de lo normal y a mediodía de aquel día 12 Granada confirmó los primeros 13 contagiados por coronavirus, pasando a ser la tercera con más positivos de Andalucía. De todos ellos, cinco se localizaron en Almuñécar en un foco detectado en su centro de salud, los más graves ingresados en el Hospital de Santa Ana en Motril. El resto estaban en el PTS, donde ya escaseaba el material de prevención, los equipos de protección, y no había creada ninguna infraestructura anti-Covid.
Al mismo tiempo que llegaban los primeros contagios a Granada, los ciudadanos se comían el decreto que paralizaba laeducación a todos sus niveles, desde la infantil hasta la universitaria. En principio iban a ser 15 días. Pero nadie volvió a clase hasta septiembre. Los primeros casos se juntaban con los padres preguntándose qué iban a hacer ahora con sus niños en casa si tenían que ir a trabajar. Entonces cayó el primer símbolo de Granada: la Alhambra cerró sus puertas. No era sólo el impacto de ver el monumento que hace universal a Granada vedado a sus admiradores, si no que también se vislumbraba la ruina económica que se venía. Ya antes de cualquier medida las cancelaciones en los hoteles llegaron al 45% y en los bares y restaurantes al 60%. Por si fuera poco, la Liga se suspendía.
Viernes 13
No se había repuesto nadie a los golpes del día anterior cuando se supo que el segundo motivo de orgullo de la provincia también cerraba sus puertas: Sierra Nevada anunciaba el final de la temporada, que a las alturas de año en las que se estaba, iba a ser definitivo. También la mítica heladería Los Italianos echaba la persiana solo un día después de abrir la temporada. Los casos ya eran 22, 9 más en un día, un dato que asustaba a todos pero que con el paso de los meses iba a ser incluso bendito ante jornadas de más de 1.000 contagios.
Los ayuntamientos empezaban a suspender actividades y a cerrar instalaciones, y en la Costa sucedía lo propio con las playas. La faena la remató a la hora de comer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que compareció para anunciar la imposición del estado de alarma por segunda vez en democracia. Nos confinaban, nos cerraban los negocios no esenciales, y nos limitaban la movilidad. Las escenas de Italia las íbamos a vivir, de entrada, quince días. Luego fueron más de dos meses.
Sábado 14
Tanto fue así que el día 14, hace justo un año, vimos por primera vez vacía la calle Ganivet a las diez de la noche de un sábado, las aceras vacías, la ciudad metida en casa, y eso que el decreto del estado de alarma no estaba aún vigente. El miedo atenazó a los granadinos, que se iban a los supermercados a hacer acopio de víveres, incluido el papel higiénico. Las grandes marcas de los centros comerciales ya echaban la persiana por orden nacional y las playas estaban vacías a pesar del sol que hizo.
Los positivos ya eran 43 en apenas tres días, el primero del Poniente en Loja. Ya se hablaba de reabrir el antiguo Hospital Clínico por si hacían falta más camas, y otro motivo sobre el que gira la vida de Granada se iba al garete: la Semana Santa se suspendía solo horas después de que lo hiciera la de Sevilla. El decreto de confinamiento se publicó durante la tarde, pero muy pocos aprovecharon las últimas horas de libertad tal y como la conocíamos. Granada llevaba ya unos días en estado de alarma. Era para llorar. Y lo hicimos cuando a las ocho de ese sábado salimos a aplaudir a los sanitarios por primera vez desde los balcones.
Domingo 15
En poco más de 48 horas todo había cambiado. Aquel domingo 15 ya amanecimos confinados en casa, pensando en hacer lo mismo que los italianos llevaban haciendo dos semanas atrás, y de entrada aguantando con moral de victoria. Pero el cielo no ayudó, ganando el plúmbeo al azul. Muy pocos se atrevía a salir por las calles puesto que no había nada que hacer. Venían los días de confinamiento. La Alhambra se quitaba las ganas poniendo vídeos de sus espacios, pero desde el otro lado, desde San Nicolás, nadie le hacía fotos. Empezaban a llegar noticias por multas en fiestas nocturnas, la Policía patrullaba en la más absoluta soledad, y los bares y restaurantes, el alma de las ciudades, empezaban un calvario que todavía sigue. Sólo hacía tres días que había casos de coronavirus y Granada era una película casi apocalíptica.
El domingo no se quedó solo con aquella tristeza. Llegó la mayor y más grande de todas. Al borde de la medianoche, cuando en el periódico estaba finiquitado, un sanitario avisaba de que había muerto la primera persona en Granada por coronavirus. No eran horas para llamar a nadie pero se tuvo que hacer. Confirmado. Cambiar portada, la doble página, y lanzar en web, redes y notificación. A la hora de irse a dormir, el virus había matado a José Miguel, de 57 años, ingresado desde el jueves en la UCI del Virgen de las Nieves, y trabajador del Ayuntamiento de Alcalá la Real. Todo en cuatro días. El resto ya lo conocemos.
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