Profesoras con autoridad

Asumen cargas laborales 'extras' por un buen proyecto educativo, disfrutan de la cima incluso con responsabilidades familiares y defienden la empatía y la honestidad como cualidades de su género

A. Beauchy / Granada

17 de octubre 2010 - 01:00

La salida de la mujer al espacio público, al empleo, ha sido más fácil en las profesiones vinculadas a los cuidados, como es la educación o la salud, pero las obligaciones familiares, todavía hoy, siguen siendo la causa de que muchas mujeres no asuman responsabilidades laborales extras.

Con un mayor porcentaje de maestras y profesoras, la presencia de mujeres en los puestos de gestión educativa aún es muy menor (un 24% de directoras y un 19% de decanas) y depende de políticas que hagan efectiva la igualdad en todos los ámbitos, pero sobre todo de la voluntad de una sola persona. Tanto para los que no gustan del poder, como para los que todavía no han logrado alcanzarlo, la experiencia de quienes lo ejercen es siempre apasionante.

Para las seis mujeres entrevistadas por este diario la clave de su labor está en tener un buen proyecto educativo que defender y en una buena planificación.

Amparadas por la Administración pública, que es garante de una igualdad de derechos, ninguna ha sentido el aliento de la discriminación por razón de su sexo, ni durante su formación ni en el ejercicio de la dirección. Tienen claro que los hombres y las mujeres pueden ejercer por igual los puestos de responsabilidad en el ámbito educativo, aunque coinciden en que la mujer tiene una mayor capacidad de empatía, una cualidad "muy necesaria" cuando se tiene a toda una comunidad a su cargo.

El trato personal con el alumnado y con los propios compañeros es fundamental, porque son los que refrendan su gestión día a día. Pero hay grandes diferencias entre la enseñanza reglada y la universitaria.

Las directivas de Primaria y Secundaria están en contacto con las familias del alumnado y se ven muchas veces cuestionadas por ellas sólo por el hecho de ser mujer. Es la cara más machista de la sociedad.

Sin embargo, para las que tienen competencias superiores, su punto de mira está en los compañeros, en sus semejantes, y no porque las excluyan, sino porque tienen un afán subliminal de demostrar su valía incluso sin que nadie se lo exija.

Algunas consideran que la sociedad demanda más a las mujeres que ejercen puestos de dirección, otras piensan que son ellas las que se autoexigen más. En cualquier caso, el tiempo vital, el peso mental que acompaña a los altos cargos tiene recompensas y eso lo saborean mejor las que tienen ya hijos mayores.

Con jornadas laborales de ocho horas diarias, todas reconocen que acaban llevándose el trabajo a casa y nunca dejan de formarse. Másteres online, cursos semipresenciales o estancias en el extranjero..., no pueden quedarse atrás. En educación, y menos en la Pública, no existe una discriminación en la remuneración por razón de sexo, pero estas directivas son firmes cuando se plantean la posibilidad de que haya mujeres que acepten cobrar menos para poder estar en la cima. "La mujer no debe asumir el puesto si le van a pagar menos que a su antecesor", dicen todas. Defienden un valor por encima de los demás: la honestidad.

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