Prostitución rural: aisladas y explotadas, pero no olvidadas en Granada
La Diputación de Granada ha puesto en marcha un programa de apoyo psicológico para asesorar a víctimas de trata y explotación sexual
Granada/El estigma que rodea a la prostitución se vuelve especialmente difícil para las mujeres que la ejercen en entornos rurales, donde la sensación de aislamiento y de presión social las sume en ocasiones en una situación de ansiedad que trata de combatir un servicio gratuito de apoyo psicológico.
Se trata de un servicio en línea puesto en marcha por la Diputación de Granada con el objetivo de asesorar y prestar apoyo psicológico a víctimas de trata y explotación sexual que se encuentran en municipios de menos de 20.000 habitantes en los que no hay centros de información a las mujeres o una atención pública de este tipo.
Aunque inicialmente surgió como un proyecto piloto para prestar ayuda a las víctimas de la violencia de género en entornos rurales, pronto se extendió a otras mujeres en situación de vulnerabilidad, como las prostitutas, con la intención de mejorar su calidad de vida.
Una realidad invisibilizada la de estas mujeres que, por "vergüenza", frena a muchas de ellas a la hora de pedir ayuda, ha explicado a Efe la diputada provincial de Igualdad, Mercedes Garzón.
Este servicio, que no pretende sustituir la atención psicológica presencial, es en línea, aunque también se ofrece de manera telefónica si la mujer no dispone de los medios telemáticos necesarios.
Aunque las especialistas que las atienden no les preguntan por su situación personal, dado que es un servicio confidencial, las víctimas de explotación sexual trasladan, "a rasgos muy generales", que el motivo por el que están ahí es puramente económico, según Garzón.
"Normalmente presentan situaciones de ansiedad, irritabilidad... De alguna manera les sobrepasa la situación", relata a Efe María Dolores Rubio, presidenta de la Asociación de Mujeres Psicología Feminista, cuyas profesionales se encargan de atenderlas.
Les ofrecen "un acompañamiento en el proceso -personal de cada una-, una atención limitada en el tiempo porque no somos ni un servicio de urgencias ni un plan terapéutico al uso", detalla.
Desde marzo del año pasado, cuando se activó, y hasta el pasado diciembre han sido cerca de 300 las atenciones de ayuda psicológica prestadas en los 32 municipios en los que se ofrece el servicio.
En más del 80% de los casos -el servicio no discrimina-, las demandantes eran víctimas de violencia de género, ya sea por maltrato o agresiones sexuales por parte o no de la pareja.
El perfil de quienes deciden pedir ayuda suele ser el de mujeres de entre 40 y 50 años -aunque también hay menores e incluso mayores de 70 años-, con hijos a su cargo, en situación de desempleo o con trabajos temporales o a tiempo parcial y que por lo general han sufrido más de un tipo de violencia, ya sea física o psicológica.
En el caso de las víctimas de explotación sexual, suelen dar el paso de pedir ayuda cuando han salido o están tomando la decisión de salir de esa situación, "porque tienen miedo a ser juzgadas o a perder a sus hijos", detalla Rubio.
Al servicio de apoyo psicológico suelen acudir derivadas de los servicios sociales municipales. "Normalmente necesitan una atención de escucha, un acogimiento, no solo ser escuchadas, sino también sentirse de alguna manera apoyadas y acompañadas" por alguien que además les asesore sobre los recursos que tienen a su disposición.
En el mundo rural, las mujeres ponen de manifiesto una situación de aislamiento y de dificultad para acceder a los servicios sociales, a lo que se une el "estigma" del que son objeto y que condiciona su vida porque sienten que hay "una gran presión social sobre ellas", una realidad social que, en opinión de Garzón, las instituciones tienen la obligación de atender.
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