El Ramadán bajo la señal de la media luna
Un mes de purificación física y espiritual ha empezado ya para la totalidad de la comunidad musulmana de la ciudad

El sagrado mes del Ramadán, uno de los cinco pilares del Islam y momento de máxima expresión de los preceptos coránicos, se ha iniciado esta semana entre las 20.000 personas que forman la comunidad musulmana granadina.
Si la media luna constituye uno de los principales símbolos identificativos del Islam, el valor de este emblema podría estar directamente derivado del Ramadán, ya que este mes de abstinencia se inicia mediante la observación, por parte de científicos, autoridades políticas así como dignatarios religiosos, de la aparición de la media luna creciente del noveno mes del año.
De ahí que la mitad de la comunidad musulmana granadina empezara a ayunar el lunes, mientras los demás comenzaron ayer. "Respecto a estas divergencias, hay que tener en cuenta que mientras ciertas mezquitas de la ciudad toman como referencia a Arabia Saudí para determinar el inicio del ramadán, otras se fijan en la fecha decretada en Marruecos, que no tienen por qué coincidir", explica Omar Haouachi, que estudia un Doctorado en Derecho en la Universidad de Granada.
Este periodo del año corresponde con el noveno mes lunar del calendario islámico y representa un momento de esfuerzo y de reflexión espiritual, en el que los fieles aspiran a librarse de las tentaciones de la vida cotidiana y profundizar en su fe personal.
Tal y como indica el presidente de la Mezquita Mayor de Granada, Malik Ruiz, estos treinta días de ayuno están sometidos a toda una serie de reglas precisas: los practicantes del Islam deberán abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta el ocaso y recitar las cinco oraciones diarias repartidas en las 24 horas del día: Fajr, Sobh, Dohr, Asara, Magreb e Ishaae.
Sobre las 20:45 horas se rompe el ayuno tomando primero un vaso de agua y unos dátiles; luego los fieles suelen acudir a una de las cinco mezquitas de la ciudad para rezar e incluso compartir la harira, sopa tradicional que prepara cada día una familia de la comunidad de manera voluntaria.
Adí, joven marroquí de 25 años, trabaja en la calle Caldería Nueva, en el Bajo Albaicín, donde en este primer día de ayuno se reparten octavillas en las que se detallan los horarios de las oraciones de cada día. Adí explica que a pesar de ser un mes de privaciones, "el Ramadán también es un momento de celebraciones, en el que cada noche se consagra la unidad familiar", con lo cual este mes despierta irremediablemente la nostalgia en él, al haberse quedado su familia en Marruecos.
Podría parecer preocupante la situación de Farhani Mohamed, que, en la peor hora del día, mezcla cemento dándole sin parar a su pala de albañil: "Dicen que más vale ser cauteloso el primer día de ayuno para que el cuerpo se adapte poco a poco. Pero, no tengo ningún problema, porque suelo ayunar algunos días a lo largo del año, fuera del Ramadán". En su opinión, "no cuesta trabajar con el estómago vacío cuando el alma está llena a rebosar".
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