Relato de una médica en tiempos del coronavirus en Granada: "No soy llorona, pero me emociono todos los días con los aplausos"
Amira Alkourdi es ginecóloga del Materno Infantil y fue uno de los primeros casos positivos de coronavirus en Granada
"No sé si será el confinamiento, porque nunca he sido llorona y ahora me emociono todos los días con los aplausos". Son palabras de Amira Alkourdi de 37 años y ginecóloga en el Materno Infantil de Granada. Dice entre risas que ahora estará más sensible o baja de defensas, porque se emociona cuando su barrio estalla en aplausos cada día a las 8 de la tarde en homenaje a sus compañeros sanitarios y también a ella, que además ha contraído el coronavirus y está en cuarentena desde el pasado viernes.
Haciendo cuentas, el suyo fue uno de los primeros casos de contagio de Granada en manifestarse y no descarta que el virus le llegara mientras trabajaba porque veía al día a decenas de pacientes. Es la voz de una de las heroínas de estos tiempos del coronavirus, cuando las batas verdes de hospital se han convertido en bandera patria común y sin disidencias.
Amira además está pasando la enfermedad sola en casa porque sus dos hijos son pequeños y temía contagiarlos. Ahora, en los tiempos de la comunicación, puede desayunar y hacer los deberes con sus hijos cada día por videoconferencia. "Son pequeños y me daba mucho miedo contagiarlos así que están fuera con mi marido", explica la médico que no deja de asistir (como todos) a esta pandemia con sorpresa y cautela.
Una semana más tarde desde que el coronavirus empezara a dar la cara, Amira se encuentra mejor aunque es consciente de que aún le quedan al menos un par de semanas hasta poder estar con su familia porque lo que ahora recomiendan (los protocolos van cambiando) es que se guarde cuarentena dos semanas después de que desaparezcan los síntomas. Este es el doble peso de la enfermedad.
Cuando se recupere, esta ginecóloga es consciente de que tendrá que volver a trabajar. "Tengo ganas porque esta profesión es muy vocacional, pero también tengo miedo por mi familia por si llevaré el virus a casa. Mis compañeros viven igual".
Sobre los sanitarios que se encuentran ahora trabajando comenta que están echando el resto y que por desgracia son conscientes de que cuando ella se recupere y vuelva al hospital tendrá que ser el relevo de quienes enfermen por el camino. Sobre todo teniendo en cuenta que en Granada como en otros hospitales los sanitarios están teniendo que trabajar desprotegidos por la carestía de materiales como mascarillas o guantes.
"La cuarentena ha sido dura, sobre todo los primeros días porque los primeros cuatro estaba mucho peor, aunque no me dio tiempo a que afectase al estado anímico", explica la facultativa del Materno que al menos, y aunque mantiene "la cabeza fría", tiene el aplauso de los vecinos que la alimentan.
También siente la impotencia de estar aún en casa y no poder ayudar sobre todo cuando, dice, ha caído tan "pronto en la batalla". Amira explica que sus compañeros están viendo cómo se intensifican las guardias porque hay sanitarios que están faltando por la enfermedad por lo que están doblemente cansados, física y psicológicamente dado que "situación desborda a cualquiera".
A la ginecóloga le faltan palabras para las alabanzas hacia sus compañeros que "están haciendo un trabajo en equipo admirable porque se están organizando y si uno flaquea el otro da ánimos". La situación de los residentes también es especial, Amira explica que los MIR hacen videollamadas por las tardes "para animarse unos a otros" y también "los más mayores son los que intentan tirar del carro diciendo que vamos a poder con esto".
Este es uno de los relatos de vida de una de las voces que están en primera fila o lo estarán. Una historia de las miles que se cuentan hoy vía Whatssapp o por videoconferencia a familiares y amigos. Los tiempos del coronavirus son confusos pero hay quienes se nutren de aplausos agendados para enfrentar otra noche de encierro.
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