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El alcalde está casi solo (le queda un concejal) y tiene en frente a 25 ediles que insisten en pedirle la dimisión. Todos ellos dicen que Granada está "secuestrada" por Luis Salvador. ¿Entonces por qué no ejercitan la vía legal para el cambio de regidor? ¿Por qué no han registrado ya una moción de censura? La respuesta es más de lo mismo: tampoco hay acuerdo entre la nutrida oposición.
Una situación tan anómala como la actual en el Ayuntamiento de Granada, con un alcalde que está dispuesto a gobernar con un solo concejal, casi por decreto y con el apoyo de técnicos no es un callejón sin salida provocado por un vacío legal del ordenamiento jurídico español. Al contrario, éste establece la vía de solución más común hasta ahora en nuestra democracia: la moción de censura.
El problema es que la moción de censura en España tiene una característica particular. Es lo que se llama "constructiva", porque en el momento de registrarla es necesario proponer a un candidato alternativo para el cargo con el apoyo de una mayoría absoluta. Este requisito en el Ayuntamiento granadino convierte la medida en todo lo contrario: es deconstructiva. Los 25 concejales que ahora se oponen al alcalde solo están de acuerdo en echarlo, pero no dan los números para consensuar un nombre alternativo.
Mucho se habló de esa posible moción de censura de la izquierda para desalojar al bipartito con el apoyo del concejal saliente del PP Sebastián Pérez. Pero era una opción casi inviable, dado que supondría una mezcla antinatural entre PSOE (10), Podemos-IU (3) y quien sería considerado tránsfuga, que además ha sido durante muchos años la bandera de la derecha granadina.
El Partido Popular, por su parte, ahora cuenta con sus seis concejales (menos Sebastián Pérez, que solo aceptaría votar a una persona, Francisco Fuentes, que no es el candidato del PP). En un momento dado tiene posibilidad de sumar el voto de los dos ediles de Ciudadanos que han abandonado a Luis Salvador y, con sus inevitables concesiones, podría contar de nuevo con los tres corporativos de Vox. Pero son 11 y la mayoría absoluta está en 14 (el pleno tiene 27 sillones).
Por bloques no salen los números para una moción. Ahí está el primer motivo para que nadie de el paso legalmente previsto para estos casos. Y contar con un gobierno de concentración, pactado entre las principales fuerzas políticas para desbloquear la ciudad sí que parece una opción de lo más alejada. Sobre todo porque el PSOE tiene una carta mucho más ganadora para acceder a la Alcaldía.
Respecto a los ayuntamientos, la ley también establece otra particularidad y es que en una sesión de investidura donde no hay un candidato que obtiene la mayoría absoluta (14 votos en este caso), automáticamente queda investido el líder de la lista más votada. En Granada fue el socialista Francisco Cuenca, acompañado de otros 9 ediles de su grupo.
Si Luis Salvador dimite, habría pleno de investidura y por esta vía Cuenca podría acceder al cargo (vista la dificultad del centro-derecha para ponerse de acuerdo a estas alturas). Además, podría hacerlo sin pedirle el voto a nadie fuera de su grupo y sin necesidad de pactar un gobierno de coalición, como ya hizo en 2016 tras la caída de Torres Hurtado. Así las cosas, solo necesitaría a Podemos-IU o a cualquier otro grupo para sacar adelante proyectos importantes o presupuestos que requieren mayoría absoluta en el pleno.
Así las cosas, el socialista Cuenca sólo necesita que Salvador dimita como alcalde, pero ni siquiera requiere que deje el acta de concejal. Una salida factible para ambos. ¿Hablaría ayer de esto, sentados juntos en el Pabellón municipal de Deportes? Disfrutaron juntos de la victoria del equipo granadino.
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