Seco de Lucena: un apellido en el periodismo granadino (y II)

Historias de Granada

El Defensor de Granada no sólo daba noticias, sino que promocionaba campañas y organizaba eventos para defender los intereses de la capital y la provincia

En 1936 los militares sublevados quemaron sus instalaciones e hicieron fusilar a su último director, Constantino Ruiz Carnero

La primera sede de El Defensor de Granada, en la calle Recogidas.
La primera sede de El Defensor de Granada, en la calle Recogidas.
Andrés Cárdenas

27 de marzo 2022 - 05:11

Granada/Sin duda no se puede tener una idea clara de lo que era la Granada de finales del siglo XIX y del primer tercio del siglo pasado sin echar una ojeada a los ejemplares del periódico que fundaran Luis Seco de Lucena Escalada y José Genaro Villanova, cuyo primer número salió a la calle el 20 de septiembre de 1880 y el último número saldría el 20 de junio de 1936, dos días después de comenzar la Guerra Civil española, cuando los militares sublevados se hacen con el control de la ciudad y destrozan la sede del periódico.

La idea de fundar El Defensor de Granada surge de la mente del político y empresario granadino José Genaro Villanova, que una tarde llama a su finca de Gójar a Luis Seco de Lucena, que por entonces dirigía un periódico llamado El Universal. Este último ya había estado al frente de otras publicaciones en Sevilla y se sentía con fuerzas para un nuevo proyecto periodístico, según cuenta en el número de El Defensor de Granada con el que se celebra su cincuentenario. Así que acepta la oferta económica del empresario y ambos fundan lo que sería el periódico de referencia de Granada de finales del siglo XIX y principios del XX. El nombre del periódico se lo puso el empresario, el que había puesto la pasta.

Redacción de El Defensor de Granada.
Redacción de El Defensor de Granada.

El periódico nació con el adjetivo de 'independiente' en la mancheta, de carácter meramente local, pues de los asuntos nacionales ya se ocupaban los diarios que venían de Madrid. En las intenciones del periódico, que tendría su primera sede en el número ocho de la calle Recogidas, se dice que "está consagrado muy especialmente a la defensa de los intereses de Granada y su provincia". Más tarde la mancheta diría: "Este periódico al estudiar, con absoluta independencia de todo partido político, las cuestiones de palpitante interés, defiende constantemente el derecho, la moralidad y la justicia".

Como dice Manuel Titos, este periódico "se mantuvo como el testimonio vivo de la historia de Granada, de la ciudad, de sus gentes, de sus esperanzas y de sus frustraciones". El historiador Octavio Ruiz Manjón-Cabeza destaca la independencia del medio "con respecto a unos partidos que, por lo demás, aún no están plenamente definidos en la fecha en que nació el periódico". Ruiz Manjón señala que "en cualquier caso, estas proclamaciones de independencia no deben ser entendidas al pie de la letra. Es cierto que el periódico se movió al margen de intereses partidistas concretos, pero no dejó de ser nunca un medio ligado al sistema político de la Restauración canovista y defensor del clima de convivencia que ésta había hecho posible". El caso es que El Defensor llega a ser tan granaíno como el remojón o la torre de la Vela. "De El Defensor puede decirse sin hipérbole -se escribía en El mundo de los periódicos- que es la voz de Granada, pues no hay aspiración granadina que no palpite en sus columnas".

Ana Seco de Lucena junto a un busto de su abuelo.
Ana Seco de Lucena junto a un busto de su abuelo. / Juan Ortiz.

Pero con el tiempo este periódico no solo se dedicaría a dar noticias, sino que promoverá todas aquellas campañas que los dueños y sus trabajadores consideraban importante o necesarias para la ciudad. Así por ejemplo promovió que se llevara a cabo en Granada la coronación de José Zorrilla como poeta nacional y que se organizaran campañas de ayuda después de algunos desastres como el terremoto de Alhama de Granada de 1884 o la epidemia de cólera de 1885. Seco de Lucena hizo que el rey Alfonso XII visitará la comarca de Alhama para comprobar los desastres que había causado el seísmo. También este periódico se volcó con el cuarto centenario del Descubrimiento de América e incluso daba vales a necesitados y marginados que se podían cambiar por hogazas de pan cuando el hambre era el enemigo a batir.

El hombre bueno

A partir de 1894 Luis Seco de Lucena se desmarcaría de la dirección y se dedicaría más a la promoción de campañas ciudadanas. De pronto se convertiría en el 'hombre bueno' que llamarían para resolver asuntos diversos: desde representar a los agricultores motrileños en un conflicto sobre el precio de la caña de azúcar a ser el agente reconciliador entre los aparceros de Chauchina y el duque de Wellington en una polémica sobre el pago de los censos de la tierra. Eso, sin contar con las numerosas campañas pro-damnificados por tragedias humanas como la de los repatriados de Cuba tras perder la isla.

Bisnieta de Luis Seco de Lucena, en el despacho de su bisabuelo.
Bisnieta de Luis Seco de Lucena, en el despacho de su bisabuelo. / Juan Ortiz

Desde ese año y hasta 1902 estaría dirigido por Paco Seco de Lucena, periodista de pluma fácil y de verbo afilado que incluso pronunciaba arengas desde el balcón del periódico cuando algunos acontecimientos lo hicieron necesario, como cuando pide a los ciudadanos que se levanten para se aboliera el impuesto de consumo. Paco Seco de Lucena baja de categoría y será después redactor jefe, hasta que muere de una enfermedad rara en 1904. En 1907 el periódico pasa a manos de un trust liberal (Sociedad Editorial de España) en el que había otros periódicos de ámbito nacional como El Imparcial y El Heraldo de Madrid. Luis Seco de Lucena deja de ser el propietario, pero sigue como director hasta 1915 en que dimite "por motivos de salud", aunque en realidad lo hizo por no comulgar con la ideología liberal que había adoptado la nueva empresa. Luis Seco de Lucena se dedicaría desde entonces a sus guías y publicaciones históricas y a sus colaboraciones con ABC, Época y otros medios nacionales e internacionales.

El Defensor se convertiría así en el portavoz del liberalismo, el laicismo y la regeneración política, lo que le daría nuevos lectores. Y si antes entre sus articulistas estaban Ángel Ganivet, Pedro Antonio de Alarcón o menos conocidos como Nicolás María López, Ángel del Arco, Luis de Rute, por citar algunos, a partir de ese momento en las páginas de El Defensor aparecerían firmas como Emilia Pardo Bazán, Miguel de Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Valle Inclán, Pérez de Ayala, José Echegaray, Blasco Ibáñez, Pérez Galdós o Benavente, que eran colaboradores de la nueva empresa que se había hecho con el periódico. Por supuesto ganó en calidad, sobre todo literaria. Por entonces se convertiría en el periódico "más antiguo y de mayor tamaño de Granada y de más circulación en la provincia", según se decía en la publicidad que utilizaba el diario para captar clientes. Al ser de un gran tamaño, los lectores lo llamaban cariñosamente 'El Cristo', ya que había que estirar los brazos al máximo si se quería leer sus páginas. A Luis Seco de la Lucena le sucederían en la dirección del periódico José Mezcua, Miguel González Pareja y, por último, Constantino Ruiz Carnero, que también destacó en su faceta política y llegó a ser alcalde de Granada por un breve período de tiempo.

El Defensor fue pionero en algunas cosas. Por ejemplo, fue el primero en establecer la impresión de madrugada. Hasta entonces, según dice el historiador Francisco Vélez, existía la costumbre de componer durante el día y hacer la tirada por la tarde, si bien el reparto no se hacía hasta la mañana siguiente. "La salida de El Defensor fue un asombro. Poder leer a las siete de la mañana lo ocurrido en España y en el mundo dos horas antes se repuntaba milagroso".

Periódico de referencia

Manjón-Cabeza sostiene que este periódico se convirtió pronto en el órgano de referencia de la vida granadina. En 1890 se inició la publicación de dos ediciones diarias para asegurar una mayor presencia informativa. También fue el primero en utilizar el telégrafo para recibir información y en la impresión de grandes fotografías que ilustraban las informaciones.

La propiedad del periódico pasó en noviembre de 1922 a manos de los hermanos Busquets, que editaban ya El Heraldo de Madrid, periódico muy de izquierdas y siempre a favor de los trabajadores. Así que en El Defensor de Granada también se acentúa su carácter izquierdista. Pero será por poco tiempo porque en 1923 se establece en España la dictadura de Primo de Rivera.

Portada de El Defensor en su cincuentenario. El ella se ve Luis Seco, José Genaro y Ruiz Carnero.
Portada de El Defensor en su cincuentenario. El ella se ve Luis Seco, José Genaro y Ruiz Carnero.

Tras la proclamación de la Segunda República, durante la década de 1930, El Defensor de Granada se manifestó claramente como simpatizante por el nuevo régimen. El periódico y su director, Constantino Ruiz Carnero, se situaron en la órbita de los partidos que formaron la conjunción republicano-socialista que gobernó el país durante el primer bienio republicano. Dice Manjón-Cabezas que eso le ganó la animadversión de las derechas que triunfaron en las elecciones de noviembre de 1933. En 1931 es cuando es elegido concejal por Izquierda Republicana Ruiz Carnero. El estar al tanto de la vida municipal le permite escribir unas columnas periodísticas llenas de ironía y sarcasmo bajo el título de 'Siluetas'. Francisco Vigueras, su biógrafo, dice que el haber sido elegido alcalde circunstancial de Granada en 1936, pocos meses antes de declararse la guerra civil, su amistad con García Lorca y la línea editorial del periódico bajo su dirección, terminarían por granjearle el odio de la derecha, que no dudaría en condenarlo sin juicio previo. En agosto de 1936 fue torturado y finalmente fusilado. Tenía 48 años. Unos días antes, en un homenaje que sus compañeros le hicieron, dijo: El Defensor de Granada es y quiere seguir siéndolo, el portavoz de todas las fuerzas de la democracia granadina, y siente, como los sentimos los republicanos, los anhelos de justicia social que han puesto en pie a las masas españolas y a los núcleos más inteligentes del país para barrer definitivamente a las oligarquías feudales que todavía sueñan con el aplastamiento de la conciencia república y popular". El Defensor de Granada fue clausurado por mandato de los militares golpistas, siendo sus instalaciones asaltadas. La propiedad quedó incautada por las fuerzas sublevadas. En esos días primeros de la guerra sus instalaciones fueron quemadas. La voz de El Defensor de Granada fue así silenciada.

Collage con las fotos de los que trabajaron en la primera etapa de El Defensor.
Collage con las fotos de los que trabajaron en la primera etapa de El Defensor. / Juan Ortiz.

El ensañamiento de los sublevados con los trabajadores del periódico, no solo se limitó a Constantino Ruiz Carnero. En él trabajaban varios periodistas que se habían declarado comunistas. Uno de ellos era Eufrasio Martínez, considerado uno de los pioneros en el periodismo deportivo. Un grupo de falangistas fue a por él nada más declararse la guerra, pero no lo encontraron ni en su casa ni en la Redacción: estaba en Barcelona cubriendo las llamadas Olimpiadas Populares. Este encuentro deportivo pretendía boicotear los Juegos Olímpicos de Berlín, que la Alemania de Hitler había organizado para gloria del Tercer Reich. Eufrasio Martínez estaba allí, en Barcelona, como enviado especial de El Defensor de Granada. Los falangistas van entonces y torturan, violan y fusilan a su mujer Estela Comba, que pertenecía también el partido comunista. También matan a Pedro Martínez, que no pertenecía a partido político alguno. Lo asesinan solo por ser el hermano del periodista deportivo.

A pesar de las diferencias ideológicas, Luis Seco de Lucena y Constantino Ruiz Carnero se llevaban bien. Iban a muchos actos juntos y en el cincuentenario del periódico incluso se echan piropos uno a otro con respecto a la labor de ambos en el mismo. Y se supone que Luis Seco de Lucena, que tenía ya casi ochenta años cuando destruyen la sede del periódico, debió sufrir mucho cuando vio desaparecer aquellos que él había creado. "El nombramiento de hijo adoptivo de la ciudad y la recepción de la medalla de oro de la ciudad adoptiva, no podía compensarle de la amargura de ver desaparecer lo que, durante muchos años, había sido un lugar de encuentro y concordia de cuantos compartían, sobre todas las cosas, una causa común: la del amor a Granada y sus gentes", dice Octavio Ruiz sobre Luis Seco de Lucena.

Ana Seco y su hija, ante uno de los ejemplares del periódico.
Ana Seco y su hija, ante uno de los ejemplares del periódico. / Juan Ortiz.

En cuanto a sus sedes, tuvo varias. Primero estuvo en la calle Recogidas, luego en el Callejón de las Campanas (más tarde a esa calle se le puso el nombre de Paco Seco de Lucena) y después en San Matías. Me acuerdo de que el día en que el fui a ver a Ana Seco de Lucena, nieta del fundador de El Defensor, que la familia había decidido adornar la estancia de la casa del Callejón de las Campanas como si fuese un museo con objetos y recuerdos de aquella época. Allí se podía ver la vieja máquina 'Continental' en la que el legendario periodista escribía sus crónicas, la mesa en la que se sentaba, multitud de diplomas y acreditaciones, fotografías con la plantilla completa de redactores del diario granadino y hasta el viejo sombrero de fieltro que utilizaba y con el que está retratado en los cuadros que hay sobre él. También colgaban cuadros de Morcillo, Manuel Maldonado y Ruiz de Almodóvar. Un auténtico museo que nadie puede ver.

Segunda parte

En 1983 un grupo de empresarios granadinos decide crear un periódico y ponerle el nombre del diario de referencia de finales del siglo XIX. Se llamó en una primera etapa El Sol y después, cuando se consiguió el correspondiente permiso para utilizar el nombre de El Defensor de Granada, salió a la calle con dicho nombre.

Para dirigirlo se nombró a Juan José Porto, periodista granadino que había echado los dientes en las redacciones de Arriba, Patria y la Voz de Almería. El consejero delegado era José Antonio Murado, el responsable del Club Deportivo Oximesa. Y el presidente de la empresa creada para tal fin era Fermín Camacho, catedrático de Derecho y concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Granada por el Partido Popular, un hombre que luchó mucho para que el diario se mantuviera. El director pretendía que el nuevo periódico siguiera el mismo camino del antiguo en cuanto a sus objetivos y principios: un periódico independiente a la vez que liberal y muy local. Pero los dueños preferían que fuera una especie de portavoz de la derecha. La aventura duró algo más de un año.

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