Sinfonía de colores del otoño
Dos propuestas de ecoturismo para el fin de semana: un paseo por el 'Bosque Encantado' o un ascenso a las lagunas de alta montaña para componer una variada paleta de colores naturales
En el término municipal de Lugros, este espacio constituye uno de los tesoros botánicos más preciados de cuantos posee el Parque Nacional de Sierra Nevada, ya que alberga el mejor y más completo bosque mixto de toda la provincia de Granada y uno de los más sobresalientes de Andalucía. En este paraje natural, situado en el cuadrante nor-occidental del macizo nevadense se dan cita numerosas especies de árboles de hoja caduca, tales como robles melojos, quejigos, mostajos o serbales, arces, maguillos, fresnos, sauces y toda la corte de arbustos que los acompañan (agracejos, rosales silvestres, majuelos, zarzamoras…), que se ha convertido en uno de los parajes más fotogénicos y fotografiados del otoño andaluz.
Contrasta este bosque, relicto de un pasado climático más húmedo y fresco, con el paisaje acarcavado de los bad-lands de la Hoya de Guadix a sus pies y con la alta montaña de Sierra Nevada que lo corona y el Picón de Jérez, presidiendo el sky line de la comarca.
Conocido como el Bosque Encantado, es un lugar privilegiado para disfrutar especialmente tanto de la variedad cromática del otoño como de la explosión de vida en primavera. En función del año hidrológico y de las condiciones meteorológicas del otoño, durante unas semanas, este espacio nos ofrece múltiples paisajes diferentes, rebosantes de color, en donde los tonos rojos, anaranjados, amarillos, ocres y verdes van componiendo sinfonías caprichosas de colores que alegran la vista y animan el espíritu.
Una parte de la finca de la Dehesa del Camarate en la actualidad es de titularidad pública y arranca en el denominado Horcajo, lugar en el que al río Alhama se le suman las aguas del barranco de las Rozas y del barranco de Guadix; una cancela impide la circulación a los vehículos con motor (salvo los autorizados: pastores y ganaderos, propietarios y guardería del parque). El acceso es libre para senderistas y bicicletas por una puerta situada a la derecha del portón principal.
Además del valioso patrimonio natural, la Dehesa del Camarate cuenta con un rico patrimonio cultural asociado, como son las ruinas de una coqueta ermita y los corrales de embarque de los toros bravos que se criaban aquí hasta el siglo pasado, situados junto al Horcajo, a la entrada o bien un antiguo tentadero, quizás el más alto del mundo, en la parte más elevada de la finca.
Desde el extremo superior de la Dehesa del Camarate podemos disfrutar de las vistas del cortijo ganadero que da nombre a este lugar, rodeado de amplias prados formados por el careo de las acequias tradicionales en tanto que si echamos una mirada hacia la Hoya de Guadix, veremos toda la llanura salpicada de pequeños pueblos blancos. Desde lo alto la vista alcanza hasta poder identificar los perfiles de Sierra Mágina, Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, Sierra de Castril, La Sagra, Sierra de Baza…
En la alta montaña nevadense, entre los 2.600 y los 3.100 metros, podemos encontrar más de 70 lagunas y lagunillos, de origen glaciar y formadas hace apenas 10.000 años, que constituyen uno de los elementos más singulares de este paisaje dominado por los circos glaciares, aquí denominados corrales.
La Laguna de Aguas Verdes, está situada a 3.056 metros de altitud, tiene forma ovalada y es abierta; se asienta en un circo colgado en la cabecera del Valle del Poqueira y ha recibido históricamente múltiples denominaciones: Veleta, del Picacho, de los Vasares del Veleta, Verde…
Desde el Collado de la Carihuela, junto al refugio vivac del mismo nombre, divisoria de las dos cuencas hidrográficas, podemos contemplarla presidiendo el característico valle glaciar en forma de U del Río Veleta que nace en el aliviadero de esta laguna.
Recibe aportaciones casi constantes de numerosos nacimientos y chorreras que "caen" desde el Veleta por lo que es una de las escasas lagunas que mantienen una lámina constante de agua durante todo el estiaje y sólo hay referencias de un agotamiento completo en 1945, posiblemente el más seco del siglo XX.
En verano nos muestra una serie de tonalidades verdes y azules, esmeraldas o turquesas, que le dan nombre y que van cambiando a lo largo del día según la orientación o la luminosidad, ya que estos colores se deben al carácter abierto de la laguna, a la visión cenital, a la moderada profundidad de sus aguas y a las comunidades vegetales que alberga.
Los borreguiles que la circundan, van cambiando de aspecto, desde el verde intenso inicial de finales de primavera, cuando la capa de hielo que los cubren va desapareciendo, virando hacia un color amarillo pajizo a final de verano y llegando al pardo, casi marrón, de la época otoñal actual.
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