La Tarántula de la Tempranica era de Granada

La representación se remonta a finales del siglo XIX y en la letra del zapateado se intercalan vocablos que quieren ser típicos de los gitanos granadinos, aunque luego las sopranos no le dieron el aire calé. De esta zarzuela, que recoge el ambiente de los gitanos de Granada, es el zapateado de la Tarántula · ¡Mal haya la araña que a mí me picó! pero hay que saberla cantar.

José Luis Delgado/ Granada

20 de febrero 2012 - 01:00

El 19 de septiembre de 1900 fue estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid la zarzuela La Tempranica, cuyo argumento se desarrolla en el ambiente gitano de Granada.

Dicen los que saben que la tarántula es una araña que debe su nombre a la ciudad de Tarento (Taranto en italiano) y que de ahí viene también el conocido baile napolitano de la tarantela que termina muy rápido y se acompaña de castañuelas y panderetas.

Cuando el aragonés Julián Romea Parra, sobrino del célebre maestro murciano Julián Romea Yanguas, escribió el libreto de la zarzuela La Tempranica, a la que puso música Gerónimo Giménez (él prefería la G), incorporó en el número segundo de los seis que tenía la obra un zapateado muy gracioso cuya letra ponía en boca del niño gitano Grabié.

Este chiquillo era hermano de la guapa gitanilla de 18 años María La Tempranica. La zarzuela recoge o pretende recoger el ambiente de la vida de nuestros gitanos granadinos de finales del siglo XIX y por eso en la letra del zapateado se intercalan vocablos que quieren ser típicos de los gitanos de Graná, aunque luego las sopranos no supieran darle el aire calé y granaíno que Romea hubiera querido.

De todas las Tarántulas que he oído, incluida la de Teresa Berganza, porque otras son un desastre, nadie como nuestra paisana Mariola Cantarero, granaína de pura cepa y magnífica soprano, pronuncia adecuadamente los vocablos del popular zapateado.

Basta oír sólo la primera frase: la tarántula e un bisho mu malo. Hay sopranos muy fisnas que meten eses no escritas, incorporan la y griega en la incompleta sílaba "mu" y son incapaces de pronunciar en correcto granaíno la palabra bicho.

Sólo Mariola, como todos los granadinos, sabemos decir bisho, suavizando la ch de manera especial; tan especial que hay que nacer en Granada o no la pronuncias en la vida.

Tal vez exagere un poco, pero hay palabras que sólo por aquí tienen un sonido genuino. Por ejemplo "mujer" que aquí cambiamos por "muher" con un cierto sonido árabe.

Dicen que el maestro Julián Romea, a pesar de ser aragonés de Zaragoza, conocía el ambiente andaluz y la vida y la jerga calé granaína, de no ser así no hubiera puesto en boca de María la Tempranica estas palabras: "yo no zé al verte que ma pazao / que toíta el arma me z´arreglao".

Pero quien le dio toda la gracia al libreto y al popular zapateado de la Tarántula fue un andaluz de Sevilla, el maestro Gerónimo Giménez, autor de la música, que a los 12 años ya era primer violinista en el Teatro Principal de Cádiz y acabó de director del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Tal vez su mayor popularidad llegó con El baile y Las Bodas de Luis Alonso, corroborada después con La Tempranica que, según el crítico Gómez Amat, era una zarzuela que tenía todas las virtudes del género y ninguno de sus defectos.

Lo que yo no sé es si a raíz de La Tempranica, mil veces representada por toda España, se llegaría a pensar que todos los granadinos hablamos siempre así como reflejaba el libreto de Romea y como luego se manifestaba el gitanillo Grabié o su preciosa hermana María.

Sea como fuere el hecho es que me parece que en Granada apenas se ha representado esta obra y por tanto muy pocos saben que la tarántula del zapateado, aquella maldita araña que "tíé en la barriga pintá una guitarra", aquella que hacía gritar graciosamente a las sopranos: ¡Ay!, mal haya la araña que a mí me picó, era de Granada.

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