Tradición sempiterna
La ciudad se vuelca una vez más con la salida de la Virgen de las Angustias
Las calles se llenaron de fervor, devoción y se abarrotaron de feligreses venidos incluso de otras provincias
Granada/"Hoy luce más el Sol", decía una madre, seguramente octogenaria, a su hijo, ya entrado también en años pero jovial en la vestimenta. Le respondía que sí, que por eso hacía más calor, mientras le abría una sillita de playa para sentarse. A esa altura, la mujer vería bien poco, por lo que advirtió: "Levántame cuando pase". Detalles como estos no serían los únicos en el día más especial de cada año en las calles de Granada. Su día grande, en el que procesiona por sus calles la Virgen de las Angustias, la Patrona, "la única que pone de acuerdo a toda la ciudad" según la tradición.
Desde primera hora del día se notaba que el de ayer no era un domingo cualquiera en la ciudad. Mucho paseante camino del centro, vestidos de domingo insigne como debía ser, distinguiéndose a los miembros de la Hermandad por sus trajes negros, de largo, tradicionales y que este día les destacan sobre el resto de granadinos. Bares llenos a mediodía. Difícil encontrar un hueco en los del Realejo, barrio cofrade por excelencia de la ciudad. No era para menos. La salida de la Patrona de Granada marca, para todos, el comienzo de la temporada cofradiera de la capital. La primera gran cita de un curso religioso marcado en los que queda de 2018 por la próxima salida extraordinaria de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Rescate. La cita será el 30 de octubre con motivo de su 300 aniversario, y que tendrá su punto culminante fuera de la Semana Santa con la coronación pontificia de Nuestra Señora de la Esperanza, que tendrá lugar en la Catedral de Granada al mediodía del próximo sábado 13 de octubre.
De hecho, como gesto inhabitual de la Hermandad de la Virgen de las Angustias, este año tuvieron un detalle con la cofradía del Gran Poder y la Esperanza al situar, delante del trono de la Virgen de las Angustias, un cetro de flores con forma de ancla como gesto hacia la futura coronación de la imagen de la hermandad albaicinera. El exorno floral que lucía el paso fue realizado este año por el artista motrileño Álvaro Abril.
Otra de las novedades que presentaba el cortejo, en el que se estranaba como hermano mayor Miguel Luis López-Guadalupe, fue el regreso del cuerpo litúrgico por delante del paso de la Virgen, con incienso y ciriales.
Faltaba más de una hora para la salida de la Virgen de las Angustias cuando ya era imposible acceder a las inmediaciones de la Basílica, coronada por el ramo de flores que dos semanas atrás posaron los bomberos en el escudos del corazón atravesado por siete dagas que corona el pórtico del templo capitalino, como es tradición. Mucho más público que en años anteriores, y más joven, resaltaba la misma señora octogenaria del inicio de esta crónica. Todos, recelosos, miraban la evolución de un cúmulo nuboso que se iba oscureciendo parte del cielo, y que al final no dio ningún problema para alivio de los devotos que aguardaban para mostrar su fervor a la Virgen de las Angustias.
La Patrona se hizo de rogar para su baño de gloria anual con su pueblo. Tardó prácticamente veinte minutos en atravesar el quicio de la puerta de su casa mientras los cuerpos de horquilleros y palieros, los herederos de la vieja tradición de los hortelanos de la Vega, extendían su manto sujetado por doce varales. Todo el cortejo iba tomando la Carrera de la Virgen camino de Calle Ángel Ganivet, primer tramo de su recorrido por las principales arterias del centro de Granada. Cerca de las seis, la salida de la corporación municipal bajo mazas y representantes sociales, militares y hermandades anticipó el gran momento del día.
Un detalle sorprendió a todos aquellos que adoran este día, que se fijan en el mínimo detalle. Cuando el paso de la Virgen se puso en la calle, ni los fuertes aplausos, ni los vítores a la Patrona, ni el tradicional castillo de cohetes ahogó el silencio de dos ausencias que acompañaron la salida de la imagen a las calles de su ciudad: no sonaron ni el himno nacional de España, ni la Marcha Real, ni repicaron tozuda y violentamente las campanas de la Basílica. El detalle, como no pudo ser de otro modo, fue comentado por la muchedumbre.
El arzobispo de Granada, monseñor Martínez, tocó la campanilla que iniciaba el recorrido de la Virgen de las Angustias por Granada, que ascendió por Reyes Católicos, pasó por Gran Vía hasta la Catedral, y desde ella regresó a su templo por Calle Mesones, Acera del Darro. Un camino corto pero en el que los hermanos se lucieron y disfrutaron. Al retraso en la salida se unió el ritmo lento en el caminar de la Virgen, que cuando debía estar enfilando la Carrera a la que da nombre, todavía desfilaba por la Plaza de las Pasiegas tras su paso por la Catedral de Granada. Tanto tardaba que algunos, que habían cogido un buen sitio para ver el regreso, desistieron para volver a sus casas. "Mañana hay cole", le decía un padre a su hija, globo fluorescente en mano.
Así, no fue hasta cerca de la media noche cuando la Patrona regresó hasta su templo, después de más de cinco horas recibiendo en amor de los granadinos, en una tradición que perdura generación tras generación. Hasta el umbral de la 'madrugá'.
Devoción también en San Miguel
A la tradicional procesión de la Virgen de las Angustias, en el calendario religioso de la ciudad se unió ayer la romería al Cerro de San Miguel, actividad con la que concluyeron las fiestas del barrio del Albaicín. El cortejo partió desde la parroquia del Salvador, en la placeta del Abad, a las once y media de la mañana, y cerca de una hora después arribó a la ermita de San Miguel Alto donde se preparaba una paella gigante para los participantes. También se celebró la tradicional carrera de cintas a caballo. La romería reunió a varios centenares de personas animados por la buena temperatura y la bonanza atmosférica. Los asistentes, muchos de ellos vestidos con trajes tradicionales del barrio albaicinero, disfrutaron de la comida y las vistas hasta bien entrada la tarde, y muchos no dudaron en descender hasta el centro de la ciudad para unirse posteriormente a la procesión de la Virgen de las Angustias y completar así un domingo tradicional y fervoroso para la capital.
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