"Trump tiene complejo de sargento Colomera que quiere arreglar el mundo"

guasapeando que es gerundio

José García Ladrón de Guevara no tiene ni móvil ni 'guasap' pero su mujer Concha hace de intérprete

El jueves el Ateneo de Granada le hizo un homenaje en la Biblioteca de Andalucía

Un selfie compartido con el autor, ante la cafetería El Puente.
Un selfie compartido con el autor, ante la cafetería El Puente.

Leyenda viva. Un malafollá con mucha retranca. Niño de la guerra cuyo padre fue fusilado por rojo. Le gusta todo lo que viene del mar. Vive en Almuñécar y se toca con gorro de marinero. Todo un navegante de la vida. Quintillero Mayor del Reino que vivió días de vino y poesía. Se llama José García Ladrón de Guevara. El Ateneo de Granada le ha montado un homenaje. Él no sabe utilizar el 'guasap' pero está Concha, su mujer, que le lee las preguntas y escribe las respuestas. Esto es lo que sale.

-¿Cómo estás, amigo?

-Bien. Con muchos achaques, pero bien. Un día me duele la pierna izquierda y al otro la derecha. A estas alturas de la vida el dolor no se va, cambia de sitio. Pero eso está bien porque el día que no te duela nada es que estás muerto.

-¿Cuántos años tienes, Pepe?

-Ochenta y ocho. Todos los días miro las esquelas en el periódico para ver si viene mi nombre.

-Me alegra que sigas leyendo periódicos.

-Sí, pero tengo que utilizar esto Veo menos que Pepe Leches.

-¿Qué te pareció el homenaje que te dieron el jueves?

-Bien, pero lo que pasa es que estos homenajes tienen pinta de exequias. De todas maneras estoy muy agradecido.

-Pepe, haces un balance de tu vida... ¿y qué encuentras?

-Un magnífico y obstinado perdedor.

-¿Y eso?

-Por que perdí una guerra a los seis años y luego una postguerra de cuarenta. Lo único que gané es una guerra mundial pero no me ha servido para nada porque aquí gobernaba Franco.

-Entonces… ¿si volvieras a nacer repetirías tu vida?

-Sí. Exactamente igual, menos dos o tres resbalones.

-¿Cuáles son esos resbalones?

-Bueno... ha habido alguna que otra equivocación y alguna elección equivocada, pero nada más.

-¿Te arrepientes de haber sido político?

-No, de eso no. La política me permitió conocer a agente magnífica, de la que desgraciadamente queda poca.

-La política de antes no tiene nada que ver con la de ahora.

-Es que estamos viviendo el ocaso de las ideologías. Ahora lo que hay es una lucha permanente por el poder personal. Yo ya no sé si soy de izquierdas o de derechas porque ahora no hay referentes.

-Sí. En eso estamos de acuerdo. Ahora hay menos referentes.

-Claro. Antes estaban Tierno Galván, Ramón Rubial, José Prats, Gómez Llorente... Incluso aquí en Granada teníamos a Pedro Cerezo, Jaimen Montalvo, Pepe Fernández Castro, Rodríguez Contreras, Matilde Cantos, María Izquierdo... Aquellas referencias han desaparecido y no hay repuestos.

-¿Por qué te interesaste por la política?

-Sin el precedente del fusilamiento de mi padre a lo mejor no me hubiera metido. De alguna forma creía que tenía que luchar por las injusticias que se cometieron.

-¿Y por eso eras de izquierdas?

-Sí. Rechacé el comunismo que venía de Rusia porque me decepcionó. Encontré mis referencias en la socialdemocracia europea. Ahora pienso que la verdadera izquierda es aquella que lucha por el progreso de la humanidad por la vía de la cultura. Un hombre es más libre siendo culto que siendo rico.

-Poeta, político, periodista... ¿En qué mar has nadado mejor?

-Sin duda en la literatura. Porque nunca he pretendido ser el mejor, no he competido con nadie. Lo mejor de mi vida me ha ocurrido en este campo: amigos, lectores, experiencias...

-¿Por qué no escribes ya?

-Por temor a repetirme. Lo que escribo ya no me acuerdo si ya lo he escrito antes. Por eso prefiero anticiparme a que me digan que soy un coñazo.

-¿Por cuantas ediciones va ya tu libro sobre la malafollá?

-No sé. Treinta y tantas.

-¿Por qué la gente no lee hoy día apenas poesía?

-Porque la poesía te obliga a pensar y a meditar y la sociedad no está para eso. Está por el consumo rápido y prefiere la hamburguesa a un buen guiso.

-¿Cómo quieres que te recuerden?

-Como una persona que no hizo deliberadamente daño a nadie.

-¿Cómo se ve Granada desde el mar?

-Yo la veo decadente, difuminada, como si se estuviera evaporando.

-Pero ahora los granadinos somos capaces de levantarnos a protestar. Fíjate lo que se ha conseguido con la petición de dos hospitales completos.

-Sí. Me ha sorprendido mucho. Eso ha demostrado el grado de cabreo que tiene la gente. Movilizar a tantas personas en Granada, ciudad dada a la indolencia, tiene mucho mérito.

-¿Y cómo ves el mundo desde tu atalaya marinera?

-Hay mucha locura. Todo muy revuelto. Uno de los últimos dislates es el de los americanos, que han elegido para que los gobiernen a un tipo que tiene complejo de sargento Colomera, quiere él solo arreglar el mundo.

-¿Sabes? A mí me hubiera gustado mucho leer unas memorias tuyas.

-No las he escrito porque tenía mucho miedo a inventármelas, de contar la vida de otro que no fuera yo.

-¿Y si las hubieras escrito con sinceridad?

-Pues me imagino que me hubiera ocasionado conflictos con algunas personas. Y, la verdad, no tengo ganas.

-¿Qué pasa si alguien te dice malafollá?

-Pues no pasa nada porque la tengo.

-Decías que tenías una lista de malafollás que se iba a publicar cuando te murieras. ¿Estoy yo en la lista?

-No. De todas maneras puede haber malafollás estupendos. Es como el colesterol, que lo hay bueno y malo. Hay buenos malafollás que pueden llegar a ser admirables.

-A los ochenta y ocho años... ¿qué te hace todavía llorar?

-El sufrimiento gratuito que experimenta la humanidad, el dolor humano, la miseria de niños que se mueren de hambre, la tragedia de los refugiados...

-¿Y qué te hace feliz?

-A esta edad es muy difícil ser feliz. Como decía un amigo mío, hace falta mucho valor para estar todavía vivo.

-¿Qué te parece el invento de Internet y las nuevas tecnologías?

-Pues que me ha llegado tarde y casi con la vista perdida. Por eso no he entrado en ese mundo.

-Pues tienes que hacerte un selfie y enviármelo.

-Yo no sé. Además no veo. Ven tú un día y lo hacemos.

-¿Tomamos café el sábado donde siempre?

-Sí. A las once en El Puente.

-Gracias, Concha, por ser la 'intérprete' en esta conversación.

-De nada. Ha sido un placer.

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