Uno de cada cuatro catedráticos de la Universidad supera la edad de jubilación

La UGR reconoce que es “urgente y necesario” contratar a nuevos docentes para hacer frente a las necesidades de la institución académica

El 60% del profesorado universitario tiene más de 50 años

Hospital Real, sede del Rectorado de la UGR. / Carlos Gil

La edad media del profesorado de la Universidad de Granada en 2017, de 52,01 años. En 2016, de 51,81. En 2014, de 51,35. El progresivo envejecimiento de la plantilla universitaria es evidente si se comparan los datos que, año a año, aportan las memorias de gestión que puntualmente publica la Universidad de Granada sobre su labor. La realidad que muestran estos promedios tiene un vértice que sobresale. Un 25% de los catedráticos de la UGR tenía 65 años o más el pasado curso, según los datos facilitados por la propia Universidad y elaborados por la Oficina de Calidad, Innovación y Prospectiva y referidos al 2017/2018.

El plan para incentivar las jubilaciones estuvo vigente durante seis años, de 2006 a 2012

El pasado curso, en la UGR, de un total de 660 catedráticos (dato de la última Memoria académica), 167 tenían entre los 65 y los 70 años. En la UGR, el profesorado puede jubilarse de forma anticipada a los 60 años si suma 30 años como funcionario –cuestión que incluso llegó a incentivarse económicamente para facilitar la renovación de la plantilla, programa que se mantuvo entre los años 2006 y 2012 y que finalmente fue suprimido– o al cumplir los 65 años, aunque puede ampliar su edad de retiro, al igual que ocurre con los jueces.

Además de los que superan directamente los 65 años, otros 275 catedráticos de la Universidad de Granada están en la franja de edad que va entre los 55 y los 64 años, lo que supone que en la próxima década, la UGR deberá asumir que pueden tramitar su jubilación (o al menos que están en edad de hacerlo) un total de 442 catedráticos, un 67% del total de miembros de este cuerpo docente. Un dato curioso, en el pasado curso había apenas dos catedráticos con 41 años. En el otro lado, quince habían cumplido ya los 70.

La pirámide de edad del personal docente e investigador de la UGR evidencia el reto que se deberá afrontar en los próximos años en la institución, que ya ha tomado medidas para paliar el progresivo envejecimiento de la plantilla. Apenas 738 docentes del total de 3.621 profesores que dan clase en la UGR tienen menos de 30 años, lo que supone un 20,3% del total. Por encima de los 50 años se contabilizan 2.160 profesores, esto es, el 60%. El resto, los que van entre los 30 y los 50 años, suponen el otro 20% de la plantilla docente, en todas sus categorías. Dentro de los cuerpos docentes, entre los funcionarios sólo hay una profesora titular con 34 años. Apenas 85 están por debajo de los 40.

No sólo tienen más edad –con lo que se acerca el momento del retiro– también hay menos. Si se cotejan las memorias académicas de la UGR, en el pasado 2017/2018 se contabilizaron 3.621 docentes, como ya se ha mencionado. En el curso 2010/2011 –justo antes de que se aplicaran las medidas más severas en el acceso a la función pública– eran 3.826. Un 5,3% menos.

Aunque la carrera investigadora y docente se plantean como un proyecto de fondo –en la que es preciso invertir muchos años de formación– la propia Universidad reconoce este envejecimiento. En la Memoria de gestión 2018 se puede leer, dentro del capítulo de Presentación, que “habría que destacar el importante esfuerzo y la apuesta decidida del equipo de gobierno por el rejuvenecimiento de las plantillas”.

Una de las causas clave en este proceso fue el límite del 10% en la tasa de reposición, que impedía incluso el mantenimiento de las plantillas –no sólo de la UGR, sino de toda la Administración pública– ya que únicamente se podía cubrir una de cada diez bajas que se produjesen. Esta medida, adoptada en 2012, se suavizó en Educación hasta la actual tasa de reposición del 100%. Según expuso la propia rectora de la UGR, Pilar Aranda, en el último claustro y en línea con lo que se puede leer en la Memoria de gestión, “estamos logrando reducir el envejecimiento”. También reconoció que no se ha llegado a suprimir la limitación en la contratación de personal funcionario, la tasa de reposición “prácticamente está eliminada” en la UGR, aunque sí afecta a otras universidades.

Además de la pérdida de personal, otra consecuencia de la tasa de reposición fue el atasco en la promoción del profesorado acreditado “postergada injustamente durante años”, reconoce la Universidad en la Memoria. La institución tiene como objetivo para este 2019 la eliminación de las listas de espera de acreditados, que llegó a sumar en el año 2015 hasta 425 personas con los requisitos para promocionar pero sin la posibilidad de hacerlo ante la imposibilidad de sacar sus plazas. Esto propició su encaje en la plantilla con otras fórmulas de contratación.

La UGR especifica en su Memoria de gestión que es “extremadamente urgente y necesario” incorporar nuevos docentes para “dar respuesta a las necesidades” de la institución y se de paso a la “renovación lógica de la plantilla”. Para ello se convocaron el pasado curso 131 plazas en el campus de Granada –más 44 entre Ceuta y Melilla– otras 72 en una oferta complemetaria aprobada en noviembre.

Un cambio de la “estructura demográfica”

El último informe sobre el sistema universitario español publicado por la Conferencia de Rectores (CRUE), ‘La Universidad Española en Cifras’, señala que el colectivo de profesores e investigadores (PDI) “ha reducido en cinco puntos la presencia del personal funcionario”, en concreto del 49,6% al 44,6%, según la evolución desde 2010 a 2016, mientras que ha crecido el número de personas contratadas a tiempo completo “para amortiguar la pérdida de capacidad que implica prescindir, básicamente por jubilación, de 6.779 profesores que mayoritariamente pertenecían a los cuerpos de catedráticos y titulares de universidad”. La obligación de respetar la tasa de reposición “ha modificado la estructura demográfica del profesorado universitario”, abunda el informe de CRUE, que especifica que el número de “profesores jóvenes” –con menos de 40 años– se ha reducido en casi ocho puntos, del 24,4% al 16,1%. Por el otro lado, ha aumentado en más de cuatro puntos (del 12,4% al 16,55) “la participación de los profesores maduros”, los de más de 60 años. Esto ha propiciado “un envejecimiento próximo a los seis años en la media de edad del profesorado” universitario en España. De media, según indica la CRUE, ese dato está en los 53,6 años (dato de 2016), mientras que en 2010 el promedio era de 47,6 años. En el caso de la UGR, los datos de la memoria de 2016 indican que ese año la media era de 51,81, aunque la de los docentes con vinculación permanente era de 52,35.

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