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"Necesitamos cambiar cómo evaluamos a los estudiantes". Es la primera frase del decálogo elaborado por el profesor de la Universidad de Granada (UGR) Daniel Torres Salinas y el investigador Wenceslao Arroyo para el buen uso de la inteligencia artificial en los trabajos de fin de grado y de fin de máster.
El Plan Bolonia supuso un vuelco en el modelo universitario. Desaparecieron licenciaturas y aparecieron los grados. Y los trabajos de fin de grado. Para titular, es necesario que el estudiante en cuestión realice un trabajo de investigación. O dos, si llega el caso de finalizar un posgrado. E investigar es duro. Por eso está absolutamente extendido el uso de herramientas como Chat GPT entre el alumnado.
"Según mi experiencia personal, se utiliza sistemáticamente", señala Torres Salinas, que además de docente es director de la Unidad de Evaluación Científica del Vicerrectorado de Investigación y Transferencia de la UGR. Se emplea día sí y otro también. Y quien lo emplea en ocasiones no sabe cómo hacerlo, resume el profesor. "Cada vez que hay una herramienta nueva sí hace falta un decálogo como éste para hacer un buen uso de la misma".
Porque Chat GPT ofrece un mundo de posibilidades, pero también limitaciones. "Tiene una base de conocimientos cerrada y además imita. Puede poner información falsa", añade sobre los agujeros que tiene esta tecnología y que puede repercutir, evidentemente, en el trabajo académico del estudiantado de la UGR.
"Está para quedarse", indica sobre el impacto que tiene la inteligencia artificial en las aulas. Así que como no queda otra, este profesor y el investigador Wenceslao Arroyo han elaborado un decálogo.
¿Qué dice este compendio de consejos? Pide cambiar el modo de evaluar y centrarse más en la creatividad. Esto es, plantear preguntas "relevantes". También aboga por "aumentar la dificultad" de los trabajos. Si se va a usar la IA, qué menos que plantear problemas complejos, o locales, donde Chat GPT o la aplicación que se emplee no puede dar una respuesta, pero sí acompañar al estudiante a investigar.
Porque se trata de hacer el aprendizaje "personal y significativo" y para ello el decálogo pide que los estudiantes enfoquen sus trabajos a sus vivencias. No es lo mismo investigar sobre una enfermedad si se tiene un caso cerca.
Además de esto, se bosqueja otro consejo para que la inteligencia artificial no sea un elemento que limite el aprendizaje. "Los estudiantes deberían tener sesiones periódicas para demostrar sus habilidades IA con sus tutores". Como no se puede detectar el plagio, es necesario que el profesorado acompañe al estudiantado en el proceso de investigar.
"El escribir bien perderá valor", añade el decálogo, que señala que hay que centrarse en el "cómo se desarrollan las ideas" más que en aspectos formales, que son corregidos por herramientas. Y es que se da por hecho que "el texto pierde un poco de valor". Por ello, hay que valorar también, según este documento, que haya "gráficos, tablas y figuras".
Hay más deberes para el profesorado en este listado: "Deberíamos evaluar mejor las fuentes y referencias" que se utilizan en los trabajos académicos. Además, se apuesta por las presentaciones orales. "Esto nos permite mostrar nuestras habilidades de comunicación y argumentación".
En los dos últimos puntos se abre otro melón. Si se usa la inteligencia artificial, qué menos que decirlo. "Indicar y describir sin complejos y sin miedos ¿qué herramientas IA ha empleado". El profesor Torres Salinas añade que "hay gente a la que le da vergüenza" decir que ha usado Chat GPT.
El último punto de da una vuelta de tuerca a este argumento. Si se va a usar, hay al menos que emplear medios para comprobar que lo que se presenta como trabajo de fin de máster o de grado sea cierto. "Se debería preguntar a los estudiantes sobre los procesos de verificación de información".
Torres Salinas ofrece cursos y talleres tanto a profesorado como alumnado para mejorar el empleo de la inteligencia artificial en las aulas. "Hay también gente de la vieja guardia", reconoce, para añadir que este de recursos están ahí para ser usados y hay que aprender a utilizarlos. "Sirve para todo lo que puedes hacer en el día a día". Este profesor ejemplifica con su propio caso. Sus estudiantes pueden recurrir a un tutor virtual -"va estupendamente"- para preguntar por fechas de exámenes o pedir un ejemplo de prueba tipo test. O el resumen de un tema. "Es un bot específico de la asignatura" al que se puede recurro en cualquier momento. En sus trabajos pide al estudiantado hacer uso de unas referencias específicas que él mismo facilita. "El objetivo es que tengan capacidad para resolver un problema", obligar a "reflexionar" más que dar una respuesta más o menos brillante.
"Normalmente los profesores, cuando les explico cómo se puede usar, se ilusionan", apunta el investigador, que asume que "evidentemente, hay que repensar" el modo en el que se imparte docencia y se evalúa.
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