La Universidad de Granada, ante el reto de la docencia a distancia

formación virtual en la universidad

El cese de la actividad docente presencial manda a casa a 56.000 estudiantes y 3.600 docentes que ahora deben proseguir con el curso por medios telemáticos

Oficina de Software Libre de la Universidad de Granada, en una imagen de archivo. / Carlos Gil

“Igual que hay buenos y malos profesores presenciales, también los hay cuando se trata de docencia virtual”. La reflexión la lanza Arturo Quirantes, profesor del Departamento de Física Aplicada Arturo Quirantes de la Universidad de Granada. Ahí va otra. “A los profesores que quieren hacer cosas les va a costar menos. Los que no se han reciclado, los que usan los mismos apuntes desde hace años, son los que van a tener el problema”.

El cese de la actividad docente presencia supone un cambio radical en el día a día de la Universidad de Granada, que cuenta con 56.000 estudiantes tanto de grado como de posgrado y una plantilla de 3.600 docentes e investigadores. Todos ellos han visto cambiar su rutina de un plumazo y lanzados a la formación online para continuar con el curso académico. La rectora de la UGR, Pilar Aranda, lo ha repetido en varias ocasiones: “No estamos de vacaciones”. El trabajo docente continúa, ahora enmarcado en los márgenes de las pantallas y tabletas en las que unos y otros deben trabajar.

Quirantes cuenta que el sábado 14 de marzo, el día que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el estado de alarma, se pasó la mañana en el laboratorio de la Facultad de Ciencias. Mientras media Granada se lanzaba a los supermercados, a él le dio tiempo a grabar hasta diez vídeos, con la idea de lanzarlos a sus alumnos del grado de Físicas. Imparte la asignatura de Técnicas Experimentales Básicas, una materia que lo que enseña es, precisamente, cómo moverse en un laboratorio. Quirantes pensó en el recurso de los vídeos para que sus alumnos sigan las clases. La herramienta que empleó fue, simplemente, su teléfono móvil.

Jesús Maldonado, estudiante, señala que “los hay que lo hacen muy bien” y permiten seguir con las clases con normalidad. “También los hay que preparan material que te sirve” para mantener el ritmo. En otro grupo entran los que “mandan material ya hecho” con anterioridad, pero que puede adaptarse a la nueva situación. Sin embargo, también existen docentes que “mandan material que no sirve”, como pueden ser diapositivas que muestran en clase, sin ningún tipo de explicación en audio que permita al estudiante su comprensión. También, reconoce, hay quien “no hace nada”.

Algunas pautas para la docencia virtual

  • Desde algunos centros se han lanzado recomendaciones para seguir las clases. Es el caso de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Edificacion (ETSIE). Se aconseja grabar la clase y luego ponerla a disposición del estudiantado “dado que algunos estudiantes puede que dispongan de un ancho de banda insuficiente, lo que les puede dificultar el seguimiento de las clases en directo”.
  • La UGR pide decuar la actividad docente no presencial, tanto teórica como práctica, a los horarios inicialmente asignados.” De este modo, se evitarán posibles solapamientos”.
  • Las Escuelas de Doctorado, a través de sus Comités de Dirección, podrán autorizar su celebración mediante la participación por videoconferencia, indica la resolución recientemente publicada por la UGR.
  • Prado permite utilizar de forma automática la herramienta Turnitin para generar un informe de plagio de los trabajos entregados por los estudiantes. Se insta a los docentes a mantener la comunicación con los alumnos y facilitar la retroalimentacion.

Según la rectora de la Universidad de Granada, un “altísimo porcentaje” del profesorado de la UGR está en condiciones de seguir con las clases de modo virtual. También se les pide que sigan las indicaciones que se ofrecen en www.ugr.es y que revisen su correo electrónico. La rectora también indicó que se será “flexible”, dado la excepcionalidad de la situación, aunque señaló que la Inspección de Servicios trabaja en un protocolo para gestionar el correcto desarrollo de las clases. Aranda también recalcó que la UGR tienen una “experiencia importante” en la formación a distancia.

Por otro lado, también reconoció problemas. Por un lado, el que más quejas ha levantado entre los estudiantes al menos en las redes sociales es la plataforma Prado. No es un problema único de la UGR. En la reunión de hace dos semanas entre los ministerios de Educación y Formación Profesional y Universidades –en la que, entre otras cuestiones, se abordó la decisión de aplazar la Selectividad– los representantes de la Conferencia de Rectores (CRUE) transmitieron al Gobierno “la preocupación por el posible colapso de las plataformas online” por lo que se solicitó apoyo para agilizar el contacto con las empresas suministradoras del servicio. “Se le ha pedido al Ministerio que hable con los proveedores”, indicó Aranda

¿Qué ocurre con Prado? Quirantes señala que la plataforma no está pensada para un “uso masivo”. Lo mismo ha ocurrido con Séneca, la plataforma que utilizan en la Junta de Andalucía para la gestión telemática del sistema educativo andaluz.

Pero no sólo de esta plataforma vive la docencia universitaria en red. Quirantes señala que existen muchos recursos. Desde Google Meet, correo electrónico, vídeos subidos a You Tube. También existen herramientas gratuitas y de código abierto, que difunden, entre otros, entidades como la Oficina de Software Libre (OSL) de la UGR.

El contenido de las clases es uno de los puntos a tener en cuenta con la modalidad virtual. “Hay que condensar”, explica Quirantes. También asumir que el material que se emplea en las clases presenciales puede quedarse ‘cojo’ en la esfera virtual si no viene acompañado, por ejemplo, de un audio que ofrezca una explicación del profesor.

También se deben afrontar cambios en la gestión de las dudas (que ahora pueden llegar por correo electrónico) y de la evaluación. Sobre este punto, la rectora indicó recientemente que se mantienen contactos con la UNED para que haya un trasvase de información y forma de trabajar. Por su parte, la Universidad a Distancia ya ha anunciado que ayudará a las universidades presenciales. Ya se ha puesto en marcha un completo catálogo de herramientas y las universidades españolas cuentan con el proyecto Conectad@s: la universidad en casa.

En cuanto a los recursos, ya es prácticamente una rara avis un estudiante universitario que no cuente con una tableta, un portátil y un móvil con conexión a internet. También son herramientas que emplea prácticamente la totalidad del profesorado. Sin embargo, el acceso casi universal a estos recursos no significa que en el terreno de la enseñanza virtual todos partan con las mismas condiciones de partida. Así lo explica Ramón Montes Rodríguez, profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada. “No todos tienen los mismos recursos”. Entre quienes parten con desventaja están las mujeres, según Montes. Ellas deben compartir el tiempo con otras responsabilidades.

También los que tienen una situación de partida más desfavorable–en el terreno de lo meramente material– tienden a ver crecer la brecha: no disponer de un espacio específico en su casa para trabajar, depender de los datos del móvil o compartir ordenador pueden dificultar seguir las clases. Cuando se acaban los datos, adiós a la conexión. El docente insta a un “ejercicio de colaboración” y anima a compartir las claves de wi fi.

Sobre la edad de los implicados en el proceso de docencia virtual, Montes se muestra reacio a vincular mayores dificultades para las personas mayores. “Conozco profesores de 60 y 70 años que se manejan en lo digital”. La brecha no es la edad, sino las posibilidades de formación. “Se peca de ser edadista y de pensar que la gente joven tiene más competencias digitales”.

La existencia de brechas únicamente se puede amortiguar con recursos y formación, señala el docente. La otra vía será propiciar un trasvase de usuarios al sector privado. “Si se da por hecho que todo el mundo tiene recursos y no se desarrollan plataformas propias, se acaba recurriendo a Google”. Aquí se llega a la necesidad planteada por los rectores de dotar de medios a las plataformas online para evitar que colapsen.

La UGR, según defiende su rectora, llega a este punto crítico con los deberes hechos y la experiencia de los MOOC (cursos masivos abiertos), información (en la página web dedicada al Covid-19 hay un apartado para docentes en el que se ofrece, entre otro material, un curso básico de Prado, otro avanzado y pautas sobre cómo impartir clases con Meet o con software libre ), un centro específico para desarrollar docencia virtual, como es el Centro para la Producción de Recursos para la Universidad Digital (Ceprud) y el Centro de Servicios de Informática y Redes de Comunicaciones (CSIRC), que tiene como misión “desarrollar, mejorar y potenciar el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación, dando soporte a la docencia, investigación y gestión de manera eficiente”.

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