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Sofía González va a paso ligero. Enfila el camino de salida –debidamente señalizado– del edificio V Centenario de la Universidad de Granada (UGR), la conocida como antigua Facultad de Medicina. “Estoy muerta de frío”, reconoce. Son las nueve y media pasadas de la mañana y se marcha a casa. El protocolo anticovid obliga a tener las ventanas abiertas y ahí Sofía, almeriense estudiante de tercero de Farmacia, ha encontrado su talón de Aquiles. Las salas de estudio reabrieron el pasado martes, después de que se cerraran el pasado 15 de octubre -hace ya tres meses- por orden de la Junta de Andalucía dentro de las medidas adoptadas para atajar el imparable empuje de la segunda ola. Se suspendió la actividad docente presencial, pero continuó la vida universitaria de puertas para adentro. Se ha mantenido el ritmo docente en buena medida por medios telemáticos, se han tomado apuntes, se ha estudiado y ahora se enfila el tramo final del cuatrimestre justo cuando despunta la tercera ola. Es el momento de los exámenes.
“Me siento más seguro aquí que en ningún otro sitio”, apunta Mario Cobo, de tercero de Farmacia. Está con dos compañeros a las puertas del V Centenario. Este estudiante de Linares (Jaén) ha mantenido piso y buena parte de su docencia presencial. Está en tercero de Odontología y las prácticas son presenciales. Eso sí, critica que los protocolos anticovid les han dejado con menos sesiones práctica, al imponerse grupos más pequeños para acceder a los laboratorios donde se imparte docencia. “Nos dividen en subgrupos y tenemos menos prácticas”, explica. Cobo reflexiona que las medidas se cumplen. Desglosa algunas de las que se aplican en su centro. “Llevamos FPP2 y mascarilla quirúrgica encima, pijama, patucos, pantalla facial...”. Alejandro Duarte, de tercero de Odontología, viene de Málaga. También ha residido en Granada en estos meses porque las clases que tiene son prácticas y, por lo tanto, presenciales. Apunta que viene a la sala de estudio porque “aprovecho más el tiempo”. “En casa no es lo mismo”.
Amador Castillo, de Bailén (Jaén) y matriculado en cuarto de Farmacia, coincide con Duarte. “Te cunde más que en casa”. Para entrar es necesario acreditar la condición de universitario con la tarjeta TUI, llevar mascarilla, mostrar que se tiene descargada la aplicación Radar Covid, desinfectar las manos con gel hidroalcohólico, seguir los caminos trazados tanto de entrada como de salida, desinfectar el puesto de estudio con el material que se pone a disposición de los usuarios, guardar la distancia social y aguantar la jornada de trabajo con las ventanas abiertas. Aunque la calefacción está puesta, reconocen que el confort térmico se ha resentido.
Castillo señala que la hora punta en esta sala de estudio es a partir de las tres de la tarde. En total, la UGR ofrece 656 plazas en Granada, repartidas entre V Centenario, PTS (que abren todos los días), Edificación, Informática y Ciencias Económicas. Estos tres últimos centros únicamente abren en sábado, domingo y festivo. Todas comienzan a funcionar a las 8:30 y hay pausa a partir de la una hasta las 15:00 horas. Al tener menos puestos de estudio (por las limitaciones de aforo) las salas se llenan antes. La Universidad de Granada ofrece información sobre ocupación de las salas en su aplicación UGRapp.
Alicia Hernández, de Murcia, y Marta Sánchez, de Ciudad Real, son estudiantes de primero de Psicología en la UGR. La primera está en un piso y regresó a su casa un mes tras la suspensión de la docencia presencial. La segunda en residencia y únicamente ha vuelto por Navidad. Se muestran en contra de que los exámenes sean presenciales y abogan por pruebas online. “Primero por el tema de los contagios”, alega Hernández. Todavía están a la espera de que se fije cómo serán las evaluaciones de las asignaturas en las que están matriculadas. “En un principio presenciales, ahora algunas serán online y otras no se sabe”, señala Hernández. Sánchez advierte que el riesgo no se da en las aulas sino en las “aglomeraciones” en las entradas y salidas. Por otro lado, apuntan a que los estudiantes que vengan de otras provincias (son unos 27.000 sólo en grado) rompen las burbujas de convivencia al regresar a Granada y que hay quien, por motivos económicos, ha dejado el piso y se ve con serios problemas para regresar y alojarse durante el periodo de exámenes. “No tiene sentido que haya clases online y exámenes presenciales”, reflexiona Sánchez. Ellas se quedarán en Granada para el segundo cuatrimestre, que pinta tan incierto como todo lo que toca la pandemia.
La Delegación General de Estudiantes (DGE) de la Universidad de Granada (UGR) reclamó a través de un comunicado que el Rectorado “se posicione a favor de los exámenes telemáticos” de “forma clara y concisa” y que la regulación de las pruebas no dé lugar a “vacíos” normativos. Entienden que la resolución de la rectora del pasado martes da pie a que se mantengan pruebas presenciales. “Criticamos el hecho de que se permitan exámenes presenciales por causas debidamente justificadas sin concretar cuáles puedan ser éstas. Esta situación acarrea que esto esté siendo utilizado por algunos profesores para hacer exámenes presenciales”.
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