Abanicos y agua para una Tarasca que bailó al ritmo de Potra Salvaje
El desfile encandila un año más a niños y mayores en la apertura de los días grandes de la feria del Corpus
Además del vestido de la Tarasca, el protagonista ha sido el calor
El traje de la Tarasca, un homenaje a la belleza de Granada

Este año la Tarasca ha bailado. Sí. Sobre su dragón y rodeada de los músicos de la charanga Llena que nos Vamos el dragón (el que realmente recibe el nombre de Tarasca) y el maniquí se han parado en la Gran Vía, a la altura de los Italianos, y como en una pista de baile y con el coro de los granadinos que han abarrotado las calles, ha bailado la canción de la Potra Salvaje y después Clavelitos, dejando una imagen insólita y muy divertida en una jornada en la que el calor ha sido el protagonista hasta el punto de que los cabezudos se quitaban las cabezas cada pocos metros aprovechando sombras para tomar un poco de aire, beber y mojarse. Y también por ese calor, los vejigazos se han sustituido por baños de agua al público, que también lo ha agradecido.

Con el mejor ambiente en las calles de Granada, llenas de gente y sobre todo de niños, porque este día es de los niños que siguen la tradición de ir a ver a los gigantes, cabezudos y la Tarasca en la Pública de las fiestas que anuncia los días grandes del Corpus, el desfile ha cumplido su cometido: inundar de fiesta, música, diversión y simpatía el Centro de la ciudad. Para mayores y para niños, menos para los muchos que al acercarse los cabezudos empezaban a llorar atemorizados por el golpe. Tampoco algún turista que otro lo entendía.
A las doce de la mañana, tras desvelarse a primera hora el diseño del vestido, que es la novedad de cada año y la sorpresa mejor guardada de estas fiestas, salió el cortejo de la Plaza del Carmen. Y nada más verla las primeras opiniones. Porque del traje de la Tarasca hay que opinar, para bien o para mal, como manda la tradición. Dentro del Ayuntamiento temprano estaba Encarna, para la que iba muy "fina y elegante". Y por allí también un tiktokero, granaíno, que aseguraba que no le había gustado mucho tras un vídeo para sus redes. Otros opinaban que le hubieran quitado los lazos de los puños. "Esa es la tradición, opinar del vestido. Nos gusta todo menos las moñas", aseguraban Encarni Gutiérrrez y Nani García, que esperaban en tras las vallas de la Plaza del Carmen a que empezara. Al lado, viéndolo por primera vez desde la plaza porque siempre lo veía por la televisión, Sagrario Pardo, a la que le ha gustado el traje. Y a Jorge Quesada también el maquillaje y sobre todo el ambiente de la ciudad. Lo que también gusta, como resalta Inma Sánchez, es que se exponga antes en la plaza porque se ve mejor y no cuando salía desde dentro del Ayuntamiento. Aimara Fernández miraba junto a su hija la Tarasca y sí le gustaba el vestido: "Me gusta el color". También destacaban que tenía un aire a un traje de flamenca.
Los cabezudos, protagonistas por el calor
Tras iniciarse el desfile, precedido por animación circense, ya solo había una cosa que se veía en las calles: abanicos. Ha sido el complemento indispensable este año, junto a las botellas de agua que también se encargaban de dar a gigantes y cabezudos cada pocos minutos. Aunque en el termómetro de Reyes Católicos marcaban los 31 grados, la sensación era de cuarenta. Y dentro de las cabezas de los cabezudos más, como ha contado en pleno descanso para refrescarse Adrián Ramos, que se encargaba de ser el cabezudo del chino. "Aquí dentro la sensación es de más de 50 grados". Además, no tienen sustitución porque tienen que ir con los trajes también de cada personaje, por lo que agua y a seguir hasta la siguiente parada, unos metros más alante. Él lleva siete años saliendo de cabezudo pero Gabriel Román se ha estrenado este año y reconoce que pasando mucho calor pero que le estaba gustando. Él era el indio. El segundo año era de Juan Carlos Cucharero, que lleva al poeta. Tras descansar en Gran Vía otra parada en Cárcel Baja porque ya pillaba el sol hasta casi la Plaza de la Trinidad.

El paso de los cabezudos es el más esperado por interacción con los niños. Padres que decían: "¡A este, a este, que no se porta bien!" o niños llamando la atención de cada personaje pidiendo que les dieran los tradicionales vejigazos. Los más pequeños, los pobres, cada vez que se acercaba un cabezudo echaban a llorar. Después con el calor este año el grito ha sido "¡Aquí, agua aquí!", regando con las botellas los cabezudos al público pero también el público a ellos. Si faltaba el agua, pedían a la gente que les mojara la cara subiéndose el cabezón.
Y detrás la Tarasca, generando sus tradicionales comentarios con el vestido que este año era un homenaje a la belleza de Granada por parte de Iván Martínez. Un vestido con unos 18 metros de seda salvaje con bordado de plumeti en color azul con chorreras y volantes y manga larga terminada en grandes lazadas con pedrería. La inspiración: la Alhambra y el Generalife, con el azul del agua y sus flores. El pelo también ha dado de que hablar con la melena extralarga de Mario Álvarez en color cobrizo que emulaba el tono de los atardeceres de la ciudad, al igual que el maquillaje, obra de Rocío García. Los complementos han sido diseñados por Liliam.

La música al cortejo en su parte delantera la ha puesto la charanga Los Apaches, que iban tras los gigantes, las representaciones de los reyes moros Boabdil y Moraima y de los católicos Isabel y Fernando.

El paso por Mesones con una acera al sol y otra a la sombra se ha hecho ya algo más rápido al igual que la subida final por Reyes Católicos. Tras más de una hora y con el calor cada vez más insoportable, había que terminar. Pero hasta el último momento la gente ha disfrutado y los niños han cumplido su cometido de ver a la Tarasca. Muchos, la mayoría, no habían ido al colegio pese a ser lectivo para vivir esta tradición tan granadina que pasa de padres a hijos y que cada año ilusiona por el ambiente de la ciudad.

Y en Mesones una imagen curiosa, la del pintor colombiano Andrés Platarrueda, que agachado en la acera pintaba a carboncillo todo lo que veía: gigantes, ambiente, cabezudos. "Me encanta lo que estoy viendo", explicaba a Granada Hoy sin dejar de mirar el desfile y dibujar a velocidad de vértigo pero con gran destreza el espectáculo visual y diferente que estaba viendo.
Granada cumplió por tanto con su miércoles de feria, su miércoles de Tarasca, en la apertura de los días grandes de feria. Y este Jueves saldrá de nuevo la Tarasca acompañando la procesión del Corpus. Quien no la haya visto, tiene una segunda oportunidad aunque ya de una forma más sobria.
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