El accidente del tren y los piononos de Santa Fe
Se nos fueron cuatro hermanos; se nos fueron los trenes, aunque prometen que ahora llegan
Nos quedan los piononos para endulzar con paciencia tanta promesa
Granada/Érase una vez que en Granada hubo trenes. In illo tempore, allá por los años 30 del siglo pasado, circulaban a las 7:25 el directo de Alicante; a las 8:00 el de Algeciras con combinación para Málaga, Sevilla, Cádiz y Jaén (vía Bobadilla); a las 8:45 el expreso a Madrid; a las 11:25 el de Moreda para Baza y Almería; a las 13:10 el de Moreda, Linares, Madrid que enlazaba con Sevilla, Valencia y Barcelona.
Pero eso fue hace mucho tiempo. Después la cosa fue decayendo; todo fue cambiando; ya suenan menos las siglas Renfe (Red Nacional de Ferrocarriles Españoles) y ahora tenemos más siglas con menos trenes y muchas promesas; ahora suena también Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), curioso nombre que algún sabio ha concebido tras ocurrente y sesuda meditación. Y a lo mejor le han pagado por ello.
Abundaban entonces los pasos a nivel con y sin barreras, por lo que eran noticia frecuente los accidentes. Aún recordamos el que provocó dos muertos en el arrollamiento en un paso a nivel en Dólar; murieron dos cazadores de Moraleda de Zafayona en octubre de 2017.
La prensa daba esta otra noticia en febrero de 1930: "Terrible accidente. Una máquina de maniobras arrolla a un automóvil en el paso a nivel del Plantel". Causó cuatro muertos al ser arrollado el taxi en el que viajaban unos amigos de Granada cuando volvían de Santa Fe. En el coche siniestrado se encontraron cajas de piononos, sin que nada tengan que ver los exquisitos pastelillos con el accidente producido; aunque efectivamente alguien manifestó que venían de comprar piononos.
La máquina fue a atender una avería del rápido de Madrid, cuando a la altura del Plantel se cruzó un automóvil ocupado por tres pasajeros y el taxista. Dos murieron en el acto y los otros poco después de ser atendidos urgentemente por el doctor Clavarana en el Hospital de San Juan de Dios. Los fallecidos eran muy conocidos; el señor Bocanegra tenía una platería en el Zacatín; otro era un trabajador de la sombrerería Benítez, también en el Zacatín; otro era funcionario de Hacienda; y el taxista Antonio Martínez Carrillo era vecino de la calle Hornillo; así lo recogía la prensa. Fue precisamente el chofer Carrillo el que, malherido, pudo contar lo sucedido; fue alquilado por los pasajeros para ir "a comprar piononos a Santa Fe". Parece que en sus últimas palabras ya moribundo exclamaba: ¡Que viene la máquina, que viene la máquina!
Enseguida surgieron las especulaciones buscando responsabilidades. Era una noche de enero, fría y lluviosa que empañó los cristales del coche cuando intentaba cruzar el paso a nivel que, según parece, no tenía echada la cadena, por cuanto apareció debidamente enrollada en un poste; sin embargo una de las argollas estaba enganchada y rota en el otro poste. Siguieron las dudas.
Las declaraciones del maquinista Lucio y del fogonero Merlo apenas aclararon nada; parece que ni hubo cadena ni vigilante; a pesar de que el vigilante declaró que echó la cadena y que se retiró a la caseta. Por su parte el dueño del vehículo, Antonio Almodóvar, insistía en que la cadena no estaba echada.
Practicadas las oportunas autopsias por los doctores Ricardo Pelayo y Julio Olóriz, se procedió al sepelio. Granada entera se volcó en aquella manifestación de duelo encabezada por los familiares, el alcalde Fernández Sánchez-Puertas, el doctor Guirao y los representantes del Sindicato Patronal de Automóviles de Servicio Público que acompañaron los cadáveres hasta el cementerio, tras la misa en Santa Ana.
Triste accidente de aquella Granada; se nos fueron cuatro hermanos; se nos fueron los trenes; aunque prometen y prometen que ya llegan. Menos mal que nos quedan los piononos para endulzar con paciencia tanta promesa.
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