Un año después del fin del aislamiento ferroviario de Granada

Conexiones ferroviarias

Un Talgo con Madrid acabó con más de tres años sin trenes directos con Madrid

El tren Talgo entre Granada y Madrid que terminó ‘de facto’ con el aislamiento ferroviario de la provincia, hace un año / Carlos Gil

Granada/El 26 de noviembre de 2018, hace justamente un año, Granada dio un paso adelante para volver al pasado. Aquel día, la ciudad volvió a tener un tren que la uniera con Madrid, con la capital de España. Algo que suena decimonónico pero que acabó con 1.328 jornadas de aislamiento ferroviario. O lo que es lo mismo: tres años, siete meses y dieciocho días desconectados.

Aquella jornada resultó histórica porque dio paso a unos meses en los que la ciudad recuperó un modo más de transporte para ir a Madrid. Evidentemente, el daño ya estaba hecho. Había sido demasiado tiempo sin trenes y, con la cantinela del AVE en el horizonte, recuperar un servicio lento (aunque más económico) no era la panacea.

El Talgo entre Granada y Madrid transportó durante 7 meses a una media de 140 viajeros cada día

Pero el Gobierno socialista se marcó un tanto que los anteriores del PP no habían hecho, y eso que lo tenían fácil: en vez de tirar el tren a Madrid por donde siempre, por Loja –donde se hacían las obras de la LAV–, hacerlo por Moreda. A 45 minutos de la estación de Granada se encuentra el único nudo ferroviario de la provincia, que hubiera permitido a la ciudadanía haber mantenido la costumbre de tomar un tren para viajar. Ahora, pese al AVE, el hábito se ha perdido.

Los datos, finalmente, hablaban por sí solos. Según la cifra ofrecida por Renfe, entre el 26 de noviembre de 2018, día en el que comenzó el servicio Talgo Granada-Madrid, hasta el 25 de junio de 2019, fecha del último tren, 29.500 personas utilizaron este servicio que unía las estaciones de Andaluces y Puerta de Atocha, en el centro de Madrid. En total, 211 días en activo que pusieron en liza un total de 422 trenes.

Desgranado, esta cantidad hace una media de 139,8 viajeros al día y una ocupación de 69,9 pasajeros por cada tren. Todo ello para unas composiciones Talgo de seis coches con 210 plazas en total, lo que arroja que el promedio de ocupación de cada tren fuera del 33,3%. O lo que es lo mismo, el 66% de los vagones iba vacío en cada trayecto entre Granada y Madrid y viceversa.

El Talgo Granada-Madrid, recién llegado a Puerta de Atocha hace un año / J. J. Medina

Estos datos promediados dan la razón a los que mantenían el aislamiento ferroviario de Granada por vía convencional debido a su falta de uso y rentabilidad. La pregunta que queda es si esos datos hubieran sido los mismos de no haberse suprimido este tren durante tres años.

Tampoco era un viaje atractivo. Renfe programó un servicio de ida y otro de vuelta. El Talgo partía de Granada cada día a las 7:35 horas y llegaba a Atocha sobre la una menos cuarto de la tarde tras hacer parada en Linares-Baeza. El tren ofrecía, además, la posibilidad de seguir hasta la estación del norte, Chamartín. Luego la vuelta salía desde ahí mismo a las 16:58, recogía pasajeros en Atocha a las 17:11, y tras atravesar La Mancha llegaba a Granada pasadas diez y media de la noche. Cinco horas y media en total por cada trayecto. Al menos media hora más que ir en autobús y más caro.

Cada tren llevó una media de 69,9 pasajeros, lo que para una composición de 210 plazas, da un porcentaje del 33,3% de ocupación

Aun así, el primer viaje quedará como el último gran trayecto romántico en tren desde Granada (el tren turístico Al-Andalus no cuenta para este caso). En aquel Talgo amanecía y anochecía. Los pocos pasajeros que lo tomaban ayudaban a crear un ambiente alejado de las prisas y los agobios. De dejar que pasara el tiempo, sumirse en otra época mientras las dos locomotoras Vossloh Serie 334, por si una fallaba, devoraban las llanuras del hidalgo.

Aquel 26 de noviembre, 150 personas se subieron al último tren literario de Granada. Algunas decenas de curiosos lo despidieron al alba y lo recibieron al crepúsculo de la noche. Los mismos que siete meses más tarde le vieron irse de la Estación de Andaluces hacia un destino desconocido mientras que los primeros viajeros del AVE cubrían en dos horas y media menos el mismo viaje que el vetusto Talgo.

Ahora todo aquello se ve lejanísimo. Siete meses después de aquel primer viaje en Talgo, Granada dio paso a la deseadísima Alta Velocidad. Siete meses de la nada al todo. "Il tuo profumo, l’odore di fumo su me, ma tu, sul treno che va lassù". Esto no pega recitarlo en un AVE.

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