2011: El año en que ‘los indignados’ acamparon en la Plaza del Carmen

Granada año a año

Después de 35 años de estar en categorías inferiores, el Granada CF sube a Primera División

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Un vecino observa el campamento establecido en la plaza del Ayuntamiento. / G. H.

Resulta que un anciano alemán de 93 tacos de calendario, Stephane Hessel, había escrito en 2010 un librito llamado ¡Indignaos!, en el que abogaba por la movilización ciudadana para conseguir, no el mejor de los mundos, sino un mundo viable, y animaba a los jóvenes a resistir ante las "cosas escandalosas" que pasan en las sociedades contemporáneas. La lio parda porque su mensaje ardió como una mecha por toda Europa. En España dio lugar al movimiento 15M, que llegó puntualmente a Granada a mediados de mayo de 2011. Fueron llamados los indignados. “Nosotros los desempleados, los mal remunerados, los subcontratos, los precarios, los jóvenes… queremos un cambio y un futuro digno. Estamos hartos de las reformas sociales, de que nos dejen en el paro, de que los bancos que han provocado la crisis nos suban las hipotecas o se queden con nuestras viviendas, de que nos impongan leyes que limitan nuestra libertad en beneficio de los poderosos. Acusamos a políticos y economistas de nuestra precaria situación y exigimos un cambio de rumbo”. Este era el cogollo del mensaje. En Granada, más de 5.000 personas, en su mayoría jóvenes, tomaron las calles de la ciudad para secundar las voces que se habían levantado en más de 60 grandes ciudades del país. La protesta fue insólita porque era la primera vez que una movilización reivindicativa no se hacía en nombre de organizaciones políticas o sindicales. Esa misma noche varios cientos de personas acamparon en la Puerta del Sol de Madrid, actitud esta que copiaron los colectivos de indignados de todas las provincias.

En Granada alrededor de un centenar de jóvenes acamparon en la Plaza del Carmen con la intención de formalizar la protesta. “Únete al sueño, quédate a dormir”, decían en las pancartas. La primera noche fueron desalojados y hubo varios detenidos, pero con el paso de los días la protesta tomaría cuerpo, hasta llegar a formarse todo un campamento en el que se hacían talleres, organizaban reuniones y asambleas y se informaba a todo aquel que quisiera saber en qué consistía por qué reclamaban un cambio político, económico y social. Así fue hasta mediados de junio en que la asamblea del movimiento acordó levantar el campamento. A partid de ese momento, sus integrantes dedicaron sus esfuerzos llevar su mensaje a todos los barrios. Destacaron sus movilizaciones para evitar el cierre de la biblioteca de Las Palomas del Zaidín, la organización de batidas para limpiar la zona del Sacromonte o la presión ejercida en casos de desahucios. Donde había un banco que quería desalojar a una familia por impago de la hipoteca, ahí estaban los indignados. También ocuparon el antiguo edificio de la Delegación de Educación, propiedad de la Universidad, con la intención de convertirlo en centro cívico, abierto a las actividades de varios colectivos. El movimiento se fue disolviendo con el tiempo, que es lo que suele pasar con proyectos en los que tiene mucho que ver la utopía.

Otro mandato de Torres Hurtado

La aparición de los indignados sucedía en un año en el que hubo elecciones municipales. Después del fracaso de su anterior candidato, Javier Torres Vela, el PSOE nombró a Francisco Cuenca cabeza de lista para intentar arrebatar la alcaldía a José Torres Hurtado. La campaña sería dura y movidita. Las formaciones minoritarias estaban dispuestas a dar batalla aprovechándose de la ola de insatisfacción ciudadana que había provocado el Movimiento 15M. Al final ganaría de nuevo José Torres Hurtado, que afrontaría su tercer mandato consecutivo. El PP consiguió 16 concejales, ocho el PSOE, dos IULV-CA y uno UPyD, el partido de Rosa Díez, que recogería muchos votos de los indignados. El PSOE también sufriría un gran batacazo en la provincia, lo que permitiría que la Diputación, durante 30 años gobernada por los socialistas, pasara al PP. Fue nombrado presidente de la Diputación el popular Sebastián Pérez Ortiz. Una de las primeras medidas que tomó el nuevo presidente fue bajar los sueldos, reducir cargos de confianza y eliminar dietas y los abusos de los gastos de locomoción que los diputados presentaban.

También hubo ese año elecciones generales, en las que ganaría el PP. En Granada se convertiría en la fuerza política más votada en la provincia. El PP envió cuatro miembros al Congreso de los Diputados: Concha de Santa Ana, Pablo García, Eugenio Nasarre y José Miguel Castillo Calvín. Por el PSOE irían José Martínez Olmos, Elvira Ramón y Manuel Pezzi. Como presidente de Gobierno fue elegido Mariano Rajoy.

Torres Hurtado revalidó el cargo en 2011. / Pepe Torres

Un mes más tarde de las elecciones municipales muere en su domicilio Gabriel Díaz Berbel, alias Kiki, que había sido alcalde de Granada desde 1995 a 1999. Para muchos granadinos fue el alcalde más popular (política y semánticamente hablando) de la democracia. Su arrolladora personalidad y su particular forma de ser le granjearon el cariño de una mayoría de ciudadanos que conectaban con su particular visión de la ciudad. En 1981 fue nombrado presidente provincial de Alianza Popular y llegó a ser una persona importante dentro de la formación. Pero pocos meses antes de su muerte había pedido su baja del PP por diferencias con el partido. El Ayuntamiento decretó dos días de luto y la capilla ardiente fue instalada en el salón de plenos del Consistorio. Kiki Díaz Berbel tenía 71 años.

En 2011 el Ayuntamiento de Granada intentó que se tomara en cuenta un proyecto por el cual se iba a conectar el Albaicín con la Alhambra a través de un ascensor con capacidad para 50 personas que saldría bien desde el hotel Reúma o bien desde el Puente de Espinosa hasta el patio de los Aljibes. Para ello se tendría que construir un túnel que bordearía los muros del monumento nazarí. La altura del ascensor sería de 64 metros. La Junta se opuso totalmente al proyecto, que, con el tiempo, quedaría olvidado. El funicular también había sido descartado en la década de los noventa. Igualmente hubo una propuesta a primeros de siglo para poner escaleras mecánicas por la Cuesta de los Chinos. Hasta ahora ninguna iniciativa que ha consistido en mover tierra alrededor del monumento nazarí ha tenido éxito.

Otro año duro

Ese año se celebraría el llamado Campus Party Milenio, dedicado a la informática y las nuevas tecnologías, que congregaría a 600 participantes de 22 países diferentes y que sería inaugurado por los príncipes de Asturias. Y hablando de príncipes, en abril vienen a la finca del duque de Wellington que hay en Íllora Carlos de Inglaterra y Camila, duquesa de Cornualles. Era el colofón de una visita que la pareja real británica había consumado en España. Coincidió la estancia de Carlos y Camila con el anuncio de una investigación que había iniciado el Ayuntamiento de Íllora para saber si esas tierras entraban dentro del lote que le fue donado a Sir Arthur Wesllesley, primer duque de Wellington, por haber ayudado a España en su lucha contra Napoleón en 1812. La historia de la finca granadina se remonta al siglo XIX, cuando el citado primer duque de Wellington estaba al mando del ejército británico que luchó contra la ocupación francesa de Napoleón en la península Ibérica. Debido a sus victorias, el Gobierno español le recompensó cediéndole las tierras del Soto de Roma, en Fuente Vaqueros. Una vez adquirida la propiedad, el duque dio sus poderes al brigadier O'Lawlor, quién se apoderó también de la finca de Íllora, conocida por los vecinos como ‘Torre de los Ingleses’. También se le llama irónicamente el ‘Gibraltar granadino’ y ha sido varias veces visitada por Carlos de Inglaterra, bien con Diana de Gales o con Camila.

2011 también fue un año duro, económicamente hablando. El desempleo granadino creció casi un 10%. Muchos granadinos con titulaciones superiores se marcharon ese año a otros países que reclamaban personal cualificado. Al término del 2011 los granadinos residentes fuera de España sumaban 36.413 personas, dos mil más que a principio de año. Volvía el fantasma de la emigración de los años sesenta, aunque ahora lo que íbamos a exportar es mano de obra cualificada. Un sinsentido: nos gastábamos el dinero en formar a jóvenes que luego se iban a trabajar fuera.

En febrero la empresa de flanes Dhul, la que creara el matrimonio formado por Ignacio Fernández Sanz y María Angustias Amador Martín en 1969 y que a la muerte de ambos fue comprada por Nueva Rumasa, entraba en concurso de acreedores. A los herederos de Ruiz Mateos le fueron embargadas las cuentas tras una investigación de Anticorrupción y se quedaron en el aire 340 puestos de trabajo. Los trabajadores iniciaron una serie de movilizaciones y en 2013 la compró el grupo francés Andros por dos millones de euros que tuvo que pagar a la administración concursal. María Angustias Amador fue una mujer emprendedora que le sacó un brutal beneficio a los huevos que ponían sus gallinas, que eran muchos y que no sabía qué hacer con ellos. Ella y su marido fueron los artífices del primer flan que se hacía en una fábrica. El descubrimiento daría la vuelta al mundo y haría olvidar los polvos de Flan Royal y del Flan Chino El Mandarín, que no había de dejar de mover para impedir que se formara engrudos. Un día le preguntó un periodista a María Angustias cómo se le ocurrió montar ese negocio. Ella le respondió: “Porque nos sobraban huevos”.

En Granada, una de los pocos sectores que funcionaba bien ese año era el turismo, que siempre llega en plan a salvarnos del desastre. En 2011 hubo un aumento del 6,8% de viajeros y de 5,47 en las pernoctaciones. La Alhambra siempre será nuestra tabla de salvación. Por cierto, ese año los doce leones volvieron al patio Riyad Al-Said del recinto nazarí después de ser restaurados. Fueron desmostados por piezas y llevados al taller de conservación, donde se eliminó la capa de cal y microrganismos.

El paraguazo

El Festival Internacional de Música y Danza iba a cumplir ese año el 60 aniversario de su creación y como tal se diseñó un programa acorde con el acontecimiento. Vinieron nada menos que tres directores de máxima categoría: Zubin Mehta, Daniel Barenboim (que recibiría la medalla de honor del festival) y Christoph Eschenbach. Después de esa edición, dejaría el festival Enrique Gámez, que se había ocupado de programar el certamen durante 10 años.

Y ya que estamos con música, hay que recordar que ese año se celebró un concierto inolvidable. Una cálida noche del mes de julio, el mítico cantante Sting actuó en la plaza de toros de Granada acompañado por la Orquesta Ciudad de Granada. ¿El ex de Police con música sinfónica de fondo? Parecía un desvarío, pero resultó un experimento musical que gustó mucho a crítica y público. “Fue toda una colaboración marcada por el respeto y el mutuo reconocimiento”, dijeron en los periódicos.

Ighalo sale a hombros tras el partido contra Elche. / Efe

Y para cerrar el capítulo dedicado a la Cultura, ese año vino a Granada a participar en el VIII Festival de Poesía el literato y Premio Nobel (acababa de recibirlo) Mario Vargas Llosa. En el auditorio Manuel de Falla fue entrevistado por Benjamín Prado. El local se quedó pequeño porque acudieron miles de personas a oír al escritor hispano-peruano. Y eso que todavía no estaba con Isabel Preysler.

Aunque seguramente el episodio mediático más importante ese año fue la puesta en libertad del preso más antiguo de España, que se llamaba Miguel Montes Neiro y había nacido en el Albaicín. Durante dos meses, los medios de comunicación estuvieron pendientes de los indultos concedidos por el gobierno socialista anterior y el del gobierno popular del momento. Montes Neiro no tenía delitos de sangre y estaba enfermo, por esos sus hijas pidieron en indulto. Se había convertido en el preso que más tiempo llevaba en la cárcel. Entró en prisión en 1976 por negarse a hacer la mili. Desde entonces había encadenado condenas y fugas por haber cometido numerosos delitos. En total, veintisiete condenas judiciales diferentes y catorce intentos de fuga. Llevaba media vida en la cárcel cuando le llegó el indulto. Salió del penal de la mano de sus hijas y prometió no volver a delinquir, quería morir en libertad. Había pasado 35 años entre rejas. Hasta se publicó un libro sobre su vida. Miguel Monte murió de cáncer de pulmón en 2017.

El tiempo que había pasado entre rejas el preso más antiguo de España es el que pasó el Granada en categorías que no eran la Primera División. En la temporada 2010-2011 consiguió estar con los mejores equipos. Era increíble, en dos años el equipo había pasado de estar en lo más bajo a estar en lo más alto. Los aficionados granadinos se frotaban los ojos por si todo era un sueño. Pero no lo era. El trío Gino Pozzo-Enrique Pina-Fabri Gonzáles, como hemos dicho en capítulos anteriores, funcionó como toda afición espera: con victorias. El equipo se clasificó para la promoción de ascenso tras una gran segunda vuelta cuando casi nadie imaginaba que pudiera ocurrir. En el partido final disputado el 18 de junio de 2011, el resultado 1-1 de la última eliminatoria ante El Elche permitió al Granada CF ascender, tras haber empatado 0-0 en Granada. El gol de Ighalo, que adelantó a los rojiblancos, hizo retornar a la Primera División, circunstancia que no había pasado desde 1976. La euforia granadina se desparramó por la ciudad después de que el árbitro pitara el final del partido. Miles de aficionados se concentraron alrededor de la fuente de las Batallas para celebrar el ascenso.

Años después de aquella subida del Granada la Fiscalía pediría 12 años de cárcel para Pina y Gino Pozzo por ejecutar un “plan criminal” a largo plazo para hacerse con el control del club y defraudar millones a Hacienda mediante complejos movimientos de dinero ligados al fichaje de jugadores a través de una trama de empresas. Pero eso todavía no se sabía. Y si se hubiera sabido tampoco hubiera importado.

En el anecdotario de esta temporada se registra lo que pasó en el partido en casa contra el Mallorca. Esa tarde, un joven de quince años agitó en el aire un paraguas que tenía en la mano para protestar por una decisión del linier que estaba en la banda. Con tan mala suerte que el paraguas se le partió en dos y una parte del mismo fue a impactar en el rostro del juez de línea. Iban 2-1 a favor del Granada y quedaban 20 minutos. Pero el árbitro suspendió el partido, que iba a ser una especie de homenaje al mediocentro Carlos Martins. Pocos días antes del encuentro el jugador había anunciado la grave enfermedad que padecía su hijo, el cual necesitaba un trasplante de médula ósea. Los veinte minutos se jugaron días después y el Mallorca consiguió empatar, tras un polémico penalti, aquel accidentado encuentro. Debido a lo que dio que hablar el asunto, la prensa calificó el incidente como ‘el paraguazo de la discordia’.

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