El 'árbol de las brujas'

El tejo puede vivir hasta 1.500 años Su madera, hojas y corteza son tóxicas, de ahí que se vincule a la muerte y a los aquelarres

El 'árbol de las brujas'
Ignacio Henares

16 de octubre 2015 - 01:00

Los tejos (Taxus baccata) forman parte de familia incluida en el amplio grupo de las coníferas junto a pinos, abetos, cipreses... Son propios de zonas montañosas, con ambientes frescos y húmedos, con preferencia por terrenos calizos.

Descripción.

Árbol de aspecto frondoso, oscuro y corpulento y de crecimiento muy lento que puede llegar hasta los 20 metros. El tejo es una especie dioica (flores de cada sexo en pies diferenciados), de hojas perennes de color verde oscuro por el haz y amarillento o glabro por el envés. Sus semillas son de forma ovoide con un arilo carnoso de color rojo, única parte comestible del árbol, pues su madera, hojas y corteza, son tóxicas de ahí su relación con la muerte y el apodo de árbol de las brujas, pues se dice que realizaban sus aquelarres bajo los tejos entrando en estado de trance debido a su toxicidad.

Su copa es piramidal con abundantes ramas horizontales. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de color pardo-rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de hasta 1,5 metros. Maduran en otoño y cada 6 o 7 años tiene una producción abundante de frutos.

Usos y tradiciones.

Su madera es muy dura, de grano fino y apretado, lo que la hace muy apta para ebanistería y talla, aunque la escasez de piezas de suficiente grosor, debido a su crecimiento muy lento, ha limitado su uso. Durante la Edad Media fue muy utilizado en las Islas Británicas para la elaboración del arco largo, por su resistencia y flexibilidad, hecho que produjo su casi extinción.

Su cualidad de ser un árbol perenne, su porte y su longevidad, le han valido para servir como marca fronteriza y como lugar de reunión. Por sus características puede ser localizado a gran distancia. En el mundo celta, de forma especial, eran admirados y se tomaban como sabios testigos del mundo.

Durante la cristianización, la veneración celta al tejo continuó y pasó de ser un símbolo de muerte y reencarnación a ser de muerte y resurrección. Puede decirse que las primeras iglesias eran tejos. Las personas se reunían en torno a los árboles sagrados y podían estar en contacto con la atmósfera espiritual que rodeaba a estos árboles.

Distribución

Ampliamente repartido por Europa, oeste de Asia y en las montañas del norte de África. Presente en casi toda la Península Ibérica, en la mitad sur sus poblaciones son muy reducidas, restringidas a pequeñas poblaciones en las zonas altas de las Sierras Béticas. Esta escasez del tejo en Andalucía ha supuesto su inclusión en el Catálogo de la Flora Amenazada como taxón en riesgo inminente de extinción. En los últimos años se ha realizado un proyecto de restauración, protección y regeneración de las tejedas en Andalucía para disminuir su grado de amenaza y para reforzar las poblaciones actuales.

Los parques naturales de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas y de Sierra de Mágina en Jaén, y el de la Sierra de las Nieves y la Serranía de Ronda en Málaga, albergan núcleos de tejos.

En nuestra provincia podemos encontrar, además de en Sierra Nevada, en los parques naturales de la Sierra de Castril, Sierra de Baza y en el de las Sierras de Almijara y Tejeda, (que toman su nombre de la presencia de esta especie), además de algún ejemplar aislado en Sierra Arana. En todas estas localizaciones esta conífera presenta un carácter relíctico, estando limitado frecuentemente a poblaciones dispersas formadas por un número discreto de ejemplares, incluso pies aislados. Su presencia en latitudes tan meridionales está asociada a condiciones microclimáticas favorables dado su carácter de especie de sombra o media sombra, con predilección por los ambientes umbrosos y frescos, sobre todo durante sus primeras etapas de crecimiento, aunque los adultos pueden vegetar favorablemente en condiciones de elevada exposición.

En Sierra Nevada se localizan ejemplares aislados en la vertiente norte desde la zona almeriense (Abla, Abrucena) hasta la zona occidental, no encontrándose ya en el río Lanjarón. En la cara sur se han citado ejemplares aislados tanto en la cabecera del río Laroles como en la localidad almeriense de Bayárcal. Las poblaciones nevadenses más importantes de tejos están en la Cabecera del Río Genil, en la Dehesa de San Jerónimo (Río Monachil), en el río Dúrcal y en la Dehesa del Camarate en el municipio de Lugros.

En los libros de los botánicos que recorrieron Sierra Nevada en los siglos XVIII y XIX encontramos variadas referencias a la presencia de tejos entre las que destacan las del suizo Boissier, las del alemán Wilkomm o las más exhaustivas citas de Simón de Rojas Clemente.

Hay abundantes topónimos por toda la Sierra que nos informan de la distribución histórica amplia de esta especie: Cortijos o Pagos de la Teja, del Tejar, del Tejarillo o de Los Tejos, Molino del Tejar, Collado del Tejo, Fuente de la Teja, Barranco de los Tejos…

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