El arca de la Universidad de Granada

UGR

El departamento de Zoología de la UGR reúne más de 350.000 ejemplares de animales en una colección única

Los tesoros que salieron de las aulas de la UGR

Francisca Ruano, junto a un esqueleto de avestruz que forma parte de la colección.
Francisca Ruano, junto a un esqueleto de avestruz que forma parte de la colección. / Antonio L. Juárez / Ps
A. A.

02 de octubre 2023 - 05:55

Los 70 metros de pasillo del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada son un aula. O un esquema, como los que aparecen en los libros de texto pero con botes de alcohol, plumas y piel, sobre la vida en la tierra. O los vestigios de un relato bíblico. O incluso un museo. Los 70 metros de pasillo del Departamento pueden ser casi todo esto a la vez. A un lado y otro se muestran en vitrinas ejemplares de lo que fueron animales vivos y ahora componen una colección extraordinaria tanto histórico y didáctica como científica. Si Noé tardó casi cien años en construir su arca, esta colección no le va a la zaga.

“Hay algunos de antes de 1850”, explica Alberto Tinaut, colaborar del Departamento que muestra, gustoso, el tesoro faunístico que se muestra en el Departamento. Hasta aquí llegan estudiantes universitarios y también alumnado de colegios. La colección histórica nace del primer gabinete de historia natural que tuvo la Universidad, y que, en tiempos, estuvo en el Colegio San Pablo, ahora Facultad de Derecho. Pedro Sandoval, uno de los investigadores que trabaja en el cuidado de las colecciones, ha logrado recuperar la escasa documentación que traza el origen y periplo de estos animales y determinar el valor didáctico que tuvieron en la segunda mitad del siglo XX y cómo, con la introducción de nuevas herramientas de estudio, ha quedado como patrimonio histórico de la institución universitaria. Los traslados y distintas vicisitudes, explica Francisca Ruano, presidenta de la Comisión de Colecciones del Departamento de Zoología, propiciaron que la serie inicial de ejemplares conservados menguara y que algunos llegaran al siglo XXI en condiciones mejorables. En los últimos años se ha hecho, desde el Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Patrimonio durante la etapa de Pilar Aranda como rectora y Víctor Medina como vicerrector, un “esfuerzo importante” para recuperar y visibilizar estos animales preservados para su estudio y que, todavía, pueden emplearse en investigación.

Daniel Aguayo muestra la última lincesa de Sierra Nevada.
Daniel Aguayo muestra la última lincesa de Sierra Nevada. / antonio l. juárez / PS

Los primeros ejemplares llegaron a Madrid gracias a la inquietud científica que botó naves por medio mundo en busca de lo exótico. Aquellas expediciones nutrieron gabinetes como el primigenio de la Universidad de Granada. A España llegaba la piel del animal, explica Tinaut. Así, hoy en Granada hay un tirica de Sudamérica, un gato rojizo indio o la última lincesa que hubo en Sierra Nevada. “Es una colección que es imposible hacer ahora”, explica Ruano, que destaca el valor patrimonial de estos elementos que, hoy, participan en muestras y exposiciones y conformar un muestrario que es único a nivel andaluz y destaca a nivel nacional. Son 1.800 especies entre vertebrados e invertebrados, con ejemplares de animales ya extintos, como la paloma migratoria.

Paloma migratoria, ya extinta, que se conserva en la UGR. Son muy escasos los ejemplares que se conservan.
Paloma migratoria, ya extinta, que se conserva en la UGR. Son muy escasos los ejemplares que se conservan. / Antonio L. Juárez / PS

Hace quince años se puso en marcha un proyecto de innovación docente para restaurar este material. Hasta entonces, su cuidado dependía del profesorado. “La colección debe tener personal, formado, adscrito a las colecciones”, reivindica Tinaut. “Queda muchísimo por catalogar y también hay que velar por el cuidado” de estos elementos, subraya Ruano, que señala que, pese a estar disecados “se puede extraer datos” de estos animales.

Oso disecado que se conserva en el pasillo del Departamento de Zoología de la UGR.
Oso disecado que se conserva en el pasillo del Departamento de Zoología de la UGR. / Antonio L. Juárez / PS

El riesgo que corren ahora es la precariedad de los contratos del personal que cuida el contenido de estas vitrinas. “Queda dar el paso de tener una plantilla adscrita”, reitera la presidenta de la Comisión de Colecciones. Tinaut, por su parte, alega que “ya hay mucho dinero invertido” y queda el siguiente escalón, contratos vinculados a este patrimonio.

En los últimos años únicamente se incorporar animales de atropellos o cedidos de colecciones privadas, y también durante las jornadas de trabajo de campo, donde se recogen fundamentalmente insectos. Se muestran no sólo los animales disecados, también huesos, conchas, heces, nidos o huevos, ya que la serie tiene una finalidad didáctica. La vertiente investigadora queda clara cuando se explica que, por ejemplo, el esturión que aquí se guarda se empleó en el estudio que determino cuál fue el esturión del Guadalquivir. Se guardan también endemismos de Sierra Nevada, fundamental para conocer las singularidades del macizo.

Los insectos con un punto rojo son endemismos de Sierra Nevada.
Los insectos con un punto rojo son endemismos de Sierra Nevada. / Antonio L. Juárez / PS

Todo se identifica, se cataloga y se estudia. “Pueden pasar años hasta que se determina que se ha descubierto una especie nueva”, explica Tinaut. La colección cuenta desde la primavera con dos sedes, en Ciencias y en el V Centenario. En los dos espacios hay salas especiales, refrigeradas, para conservar los insectos. “Haber conseguido espacio en el V Centenario es un sueño”, asegura el investigador. Los fondos están compuestos por 350.000 insectos, aunque es posible que haya más. “El 30 o 35% está catalogado, cuando terminemos sabremos lo que tenemos”, explica Daniel Aguayo, otro de los responsables de los fondos. En el Departamento hay medio millar de ejemplares que sirven de ‘patrón’ o paratipo y que recogen las características estandarizadas de una veintena de especies y que se depositan, por su enorme valía, en centros de Madrid o Ginebra. “Los desastres también ocurren”, razona Tinaut, que destaca la singularidad de la colección universitaria.

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