Se buscan obispos
El arzobispo de Granada presentará su renuncia en 2022
Sevilla, Granada, Huelva, Jaen y Almería figuran entre las 33 diócesis que cambiarán de titular en dos años
La Iglesia española afronta una importante renovación de su episcopado
Desde el presidente de la Conferencia Episcopal a más de treinta obispos, pasando por varios cardenales con diócesis a su cargo. La Iglesia Española afronta una renovación obligada de su episcopado en la que se incluyen la archidiócesis de Granada y varias de Andalucía: Sevilla, Huelva, Jaén y Almería.
El prelado granadino, Francisco Javier Martínez, (Madrid, 1947), tendrá que presentar su renuncia como titular de la sede granadina el 20 de diciembre de 2022. Así está estipulado para todos los prelados cuando cumplen los 75 años de edad.
Martínez tiene aún tres años por delante más el tiempo extraordinario que le sea concedido o solicitado por la Santa Sede. El arzobispo llegó a Granada en 2003. Fue nombrado arzobispo de Granada el 15 de marzo y tomó posesión el 1 de junio.
La sucesión en las diócesis diócesis puede ser instantánea o tardar uno o más años, depende de las circunstancias de cada caso. Se trata de una potestad de la Santa Sede en función de diversas particularidades. Suelen ser procesos en ocasiones complejos en los que los informes del Nuncio son fundamentales.
España estrenará en breve, precisamente, un nuevo representante diplomático del Vaticano. Se trata del filipino Bernardito Cleopas Auza, que debe su nombre a Santa Bernardita de Lourdes. Se trata de un desconocido para el episcopado español a quien el Gobierno ya ha dado el plácet. El nuncio se tendrá que enfrentar en dos años a nada menos que 33 decisiones sobre nuevos titulares de diócesis españolas, lo que supone que la mitad del plenario de la Conferencia Episcopal se renovará en muy poco tiempo. Entre las diócesis que cambiarán de prelado figuran Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Toledo y Santiago.
Sevilla y Toledo, sin púrpura
Las quinielas sobre quiénes serán los sucesores carecen de valor más que nunca, pues el Papa Francisco ha dado sobradas muestras de ser absolutamente imprevisible tanto en la creación de cardenales, obviando los tradicionales criterios de respeto a las grandes metrópolis, como en la designación de los obispos. Si ha tenido que nombrar cardenal al prelado de Valladolid o al de una ciudad de segundo nivel de Panamá, o dejar sin púrpura a los actuales arzobispos de Sevilla o Toledo, lo ha hecho sin mayores miramientos hacia las tradiciones. No se olvide que Toledo es la sede primada, o que en Sevilla todos los arzobispos de los últimos doscientos años han sido cardenales antes de la llegar a la diócesis, durante el pontificado o justo antes de ser enviados a otro destino.
Francisco está siendo un sumo pontífice especialmente independiente, tanto en los detalles como en sus decisiones, no exentas de polémicas en muchos casos. Comenzó con su particular renovación estética al no usar el tradicional calzado rojo ni tampoco la muceta de color granate cuando se asomó –recién elegido– al balcón principal de la Basílica de San Pedro.
Nada es previsible en Francisco. Mucho menos lo ha sido la designación de un filipino como su embajador en España. A la designación de más de una treintena de prelados en menos de dos años se sumarán las elecciones en la Conferencia Episcopal previstas para marzo de 2020. Se renovarán todos los cargos de la cúpula a excepción del secretario general.
La Iglesia Española experimentará una profunda renovación de sus pastores. Francisco quiere obispos muy próximos a las nuevas realidades, que “huelan a oveja”, que tengan una notable preparación técnica y pastoral, que sean “constructores de comunión”, de unidad y de potenciación de la familia, institución fundamental de la Iglesia Católica, semillero de las vocaciones. El Papa quiere obispos que lleven la presencia de Dios y de su Iglesia a las nuevas realidades. A nadie escapa que Dios está ausente, por ejemplo, del mundo digital, para miles de personas resulta indiferente o es directamente ignorado. La Iglesia tiene que llegar adonde no llega, fortalecer sus estructuras eclesiales y del laicado, con fieles más comprometidos. El compromiso va más allá del cumplimiento del precepto dominical.
Los políticos comprometidos con la Iglesia, por ejemplo, son muy escasos. No son ya los tiempos de la refundación de una nueva democracia cristiana, pero no falta quienes consideran que muchos políticos encorsetan su condición de católicos a la esfera privada, cuando podrían dar testimonio público de su fe de forma natural, lo cual sería de gran ayuda frente a quienes desean una Iglesia arrinconada en las sacristías y absolutamente excluida de la vida pública.
El papel de la mujer
Otra gran reto pendiente es la potenciación del papel de la mujer. La mujer está incorporada a todos los órdenes sociales, pero en la Iglesia falta su presencia en muchas instancias. A la Iglesia no ha llegado todavía la pujanza femenina que sí percibe con fuerza en otros sectores sociales, al margen del siempre recurrente debate del sacerdocio reservado a los varones.
La nueva hornada de obispos españoles deberá seguir apostando por una Iglesia más social, lo que va más allá de las acciones fundamentales de las Cáritas. Se trata de enfocar el reto de la acogida de los inmigrantes, un asunto en el que el episcopado español está en absoluta comunión con Francisco. Más de un treintena de nombramientos supondrá que otros tantos presbíteros o religiosos españoles serán promocionados, lo que lleva aparejado cambios de segundo orden.
Las vacantes y las próximas renuncias
La Santa Sede mantiene vacantes tres diócesis españolas en la actualidad: Ciudad Rodrigo, Astorga y Zamora. Ha recibido ya cinco renuncias, correspondientes a los prelados de Toledo (Braulio Rodríguez), Valladolid (cardenal Blázquez), Zaragoza (Vicente Jiménez), Burgos (Fidel Herranz) y Tarazona (Eusebio Hernández). Han de presentar su renuncia antes de fin de año los titulares de las diócesis de Canarias (Francisco Cases) y Huelva (José Vilaplana).
En 2020 deberán renunciar los prelados de Lérida (Julián López, el 21 de abril), Madrid (Cardenal Osoro, el 16 de mayo), Valencia (Cardenal Cañizares, el 15 de octubre), Sevilla (Juan José Asenjo, el 15 de octubre) y Salamanca (Carlos López, el 4 de noviembre).
A lo largo de 2021 será el turno de las renuncias de ocho prelados:el obispo auxiliar de Valencia (Esteban Escudero, el 4 de febrero), Jaén (Amadeo Rodríguez, el 12 de marzo), Orihuela-Alicante (Jesús Murgui, el 21 de abril), Barcelona (Cardenal Omella, el 21 de abril), Gerona (Francisco Pardo, el 26 de junio), Santiago (Julián Barrio, el 15 de agosto), Sigüenza-Guadalajara (Atilano Rodríguez, el 25 de octubre) y Almería (Adolfo González, el 13 de noviembre).
En el año 2022 renunciarán los arzobispos de Granada, Pamplona, y el Castrense; los obispos de Alcalá de Henares, Cuenca, Palencia, Sant Feliu de Llobregat, Santander y Tui-Vigo, lo que supone la marcha de tres arzobispos y ocho obispos. Desde hoy a finales de 2022 renunciarán un total de 33 arzobispos y obispos, por lo que el nuevo Nuncio, que tomará posesión de la plaza el 1 de diciembre procedente de la ONU, tiene una tarea compleja por delante.
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