Autocuidado, la mejor herramienta contra el Covid-19
Ciencia abierta
La comida puede usarse como reguladora de emociones durante el actual confinamiento
El 14 de marzo de 2020, como consecuencia de la alerta sanitaria provocada por el virus Covid-19, el Consejo de Ministros del Gobierno de España declaró el estado de alarma en nuestro país para hacer frente a la crisis sanitaria desencadenada por la expansión de este virus. Esta situación nos ha obligado a llevar a cabo el confinamiento en nuestros hogares y el miedo y la incertidumbre se han apoderado de muchos/as de nuestros conciudadanos/as.
Por lo general este tipo de experiencias suelen ser desagradables para el ser humano ya que un aislamiento obligatorio implica romper con nuestro día a día, nuestras rutinas, nuestras relaciones sociales, nuestro trabajo, nuestra vida… y es entonces cuando comienza a aparecer la sensación de pérdida de libertad, frustración, aburrimiento, agonía, estrés y ansiedad.
Esta situación tiene una potente carga psicológica para nosotros/as ya que no solo el aislamiento genera consecuencias, sino todos los cambios que rodean al confinamiento. Por ello resulta de vital importancia construir resiliencia, generar nuevas rutinas y hábitos, entendiendo que nuestra casa será nuestro lugar de trabajo, ocio y relax. Hablar de rutinas no solo es hacer referencia a la importancia de generar nuevos horarios para nuestra actividades, como trabajar, cocinar, leer, estudiar o meditar sino también a la importancia de generar hábitos de vida saludable, o bien, mantenerlos.
Hace unos días acudí al supermercado de mi barrio y ¿cuál fue mi sorpresa? Observé un mayor desabastecimiento en las estanterías dedicadas a la bollería industrial, chocolates, chucherías y patatas fritas refinadas. Esto me hizo pensar seriamente en cómo estamos afrontando esta difícil situación y las consecuencias negativas tanto físicas como psicológicas, que sin ser conscientes, podría tener en nuestra salud a medio y largo plazo.
Esta situación de confinamiento, los trágicos datos de pérdidas humanas y situaciones laborales complicadas, generan mucho estrés y es entonces cuando acudimos a la comida. Esta se convierte en la sustancia que alivia y regula nuestras emociones disfóricas, aquellas que comúnmente se las denomina negativas pero que en realidad no lo son y las eufóricas, las conocidas como positivas; esta sensación de hambre no es fisiológica sino emocional. Desde la infancia se ha utilizado la comida para gratificar y aliviar el dolor y la tensión y es cierto que es así, y esta se puede convertir en un gran refuerzo positivo, pero solo de forma temporal, luego nos quedamos con las consecuencias de los excesos cometidos y la confusión de no saber en qué momento nuestro organismo necesita de los nutrientes esenciales para cubrir las necesidades vitales.
La situación se complica más aún cuando lo hacemos durante un largo periodo de tiempo. Este consumo inadecuado y esta falsa necesidad de alimentos ultraprocesados, que no proporcionan ningún aporte nutricional y que además desplaza el consumo de alimentos naturales, provoca en muchas ocasiones un importante desequilibrio nutricional, que influye directamente en nuestro bienestar psicológico. La importancia radica en identificar esta apariencia de hambre emocional, identificando qué emociones o pensamientos nos están conduciendo a ella y tomando decisiones conscientes sobre si consumir esos alimentos o no, buscando alternativas, por ejemplo sustituyendo patatas fritas de bolsa por unos pistachos o unas almendras y organizando la lista de la compra antes de salir de casa. Si tu cuerpo y tu mente te pide comer ese alimento no pasa nada, puedes permitírtelo y disfrutar de ello, sin sentirte culpable, pero también puedes utilizar tus herramientas de seguridad y confianza para que no ocurra a menudo en tu día a día, pues nuestro cerebro requiere una alimentación equilibrada para funcionar bien.
Cuando hablamos de alimentación equilibrada hacemos referencia a una dieta que contenga suficientes cantidades de nutrientes esenciales y calorías, fundamentales para el desarrollo y crecimiento óptimo del individuo y que prevenga deficiencias o excesos nutricionales. Debe aportar hidratos de carbono, proteínas y grasas saludables y en proporciones adecuadas, además de vitaminas, minerales, antioxidantes y otros compuestos y sustancias recomendadas. Por tanto, cuando nuestra alimentación no cumple con estos principios básicos nos encontramos con que esta es desequilibrada e inadecuada y por tanto es habitual que también sea poco saludable, tal y como demuestran las estadísticas y como podemos observar nosotros/as mismos/as.
Es importante entender la comida como una ocasión para cuidarte, compartir y disfrutar. Elige un lugar de tu casa en el que te sientas cómodo/a y dedícale el tiempo y la tranquilidad que merece un acto tan importante para nuestra vida. Por ejemplo, comer rápido equivale a distanciarse más de la comida, además de digerir mal y provocarnos con ello múltiples trastornos funcionales como digestiones lentas, gases intestinales, etcétera. Algunas de las consecuencias con las que nos podemos encontrar tras una mala alimentación y malos hábitos son el cansancio y la fatiga, que provoca el exceso de comida basura, el insomnio, problema muy acusado durante este confinamiento, ya que la ingesta excesiva de grasas saturadas y cenas copiosas dificultan a la hora de conciliar el sueño (unido al cambio de horarios y rutinas), además de problemas de estómago, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
También, resulta de vital importancia realizar actividad física, ya que dada la situación a la que nos enfrentamos, el sedentarismo, combinado con una dieta inadecuada puede suponer problemas para tu salud mental y física como la osteoporosis debida a la escasa absorción de calcio, provocada por la nula o insuficiente actividad física. Si se pone en movimiento el corazón, este envía al resto de los órganos el mensaje de que todo está en marcha y el metabolismo hace el resto. Debemos elegir una actividad que nos agrade, solos/as o en compañía de nuestra pareja, amigos/as (¡podemos utilizar las videollamadas!) o de nuestros/as hijos/as, elijamos el momento adecuado que mejor se adapte a nuestro biorritmos y pongámonos en marcha por y para nuestra mejor salud general.
CUÍDATE, esta situación es complicada, pero puede ser el momento perfecto para conocer tu cuerpo y mente, y salir reforzados/as psicológicamente a nivel individual y de comunidad. SALUD Y ÁNIMO, TODOS/AS JUNTOS/AS LO SUPERAREMOS. #QUÉDATEENCASA
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