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Granada/Es la eterna dicotomía entre progreso y conservación. Mejorar las infraestructuras a costa de atravesar espacios naturales más o menos protegidos. Y si no atravesarlos, bordearlos aunque ello suponga romper paisajes casi vírgenes en zonas que, precisamente, viven en una parte casi fundamental del turismo rural. Esta es la problemática a la que se van a enfrentar los vecinos y las instituciones ante la próxima construcción de las líneas de alta tensión entre Benahadux (Almería) y Órgiva con Saleres, ambas de 220 kV, y que discurrirá por las inmediaciones del Valle de Lecrín. Algunos habitantes de la zona ya han montado una plataforma, llamada 'Di no a las torres de alta tensión', para concienciar a las poblaciones del cambio paisajístico que sufrirá la zona, donde se alzarán cerca de una veintena de torres que, en algunos casos, llegan a los 80 metros de altura. De momento, es un movimiento incipiente, prácticamente nacido en internet (hay abierta una petición de firmas en change.org), y que se enfrentará a la necesidad que tiene, ya no sólo la Alpujarra y el Valle, si no toda la provincia tanto para abastecerse como para generar electricidad.
La línea de 220 kV entre Benahadux y Saleres es complementaria a la otra gran actuación energética prevista en Granada: la línea 400 kV entre Caparacena, Baza y La Ribina. En los planes para levantar esta autopista eléctrica se contaba también con la instalación de este tendido para reforzar el ya existente y de la misma potencia entre Benahadux y Las Gabias. Una medida que garantizaría el flujo de energía en el caso de que se produjeran incidencias, como cortes y sobrecargas, en la otra red que surte a las provincias de Granada y Almería, la que va de Caparacena hasta Carboneras pasando por Huéneja y Tabernas. Se da la circunstancia de que esta línea, que transporta 400 kV, es la "única interconexión Sur-Levante", lo que hace más importante si cabe buscar una vía alternativa para evitar el suministro de un "sector de la red que presenta mayores desequilibrios generación-demanda", lo que "reducirá las restricciones de generación de la red de transporte". Así lo justifica Red Eléctrica de España (REE) en el estudio de impacto ambiental para el alzamiento de estas líneas, además de la construcción de la subestación de Saleres, a la que ha tenido acceso Granada Hoy.
Aunque es en el Valle de Lecrín donde se ha empezado a despertar la conciencia social sobre los problemas que podría acarrear la alta tensión, la actuación al completo es de 156,9 kilómetros desde Benahadux, a las afueras de Almería, y El Fargue, punto final de esta línea. De ellos, 124,4 se corresponden al tendido entre la subestación almeriense y la de Saleres, mientras que el resto se dividen en otras tres líneas: una desde Órgiva hasta Saleres (de 28,8 kilómetros), otra entre esta última subestación y la línea existente Órgiva-Las Gabias (en un punto situado en el término municipal de Dúrcal), y una tercera que partirá desde Saleres hasta la subestación eléctrica de El Fargue, dentro del municipio de Granada capital.
La principal obra que se llevará a cabo en la zona es la construcción de una subestación eléctrica de Saleres, en el término municipal de El Valle, aunque el núcleo poblacional más cercano será el de Cónchar, en un terreno ocupado por almendrales a poco más de dos kilómetros de distancia. El informe de impacto ambiental destaca que la instalación no será visible desde el casco urbano, ya que quedará a espaldas del mismo, y ocupará un espacio de 14.567 metros cuadrados. Sin embargo, a larga distancia, el impacto visual de estas líneas, más que de la subestación, sí podría afectar al paisaje de la zona, sobre todo desde las poblaciones situadas en la margen contraria del valle del río Dúrcal, como por ejemplo Nigüelas. Desde esa población se contemplarían más de una veintena de torretas de transporte eléctrico. Y es que en esa zona se llevarían a cabo cuatro actuaciones: la subestación de Saleres y las cuatro líneas que partirán desde ella hacia Benahadux, Órgiva, el entronque de Dúrcal y El Fargue. Todo ello en una zona donde ya existe un parque eólico y hay previsión de construir más aerogeneradores.
El impacto visual se mide, en este caso, en la cantidad de torres de alta tensión, llamados técnicamente apoyos, que se levantarán para estas líneas. Todos ellos serán metálicos y de diseño en modo celosía preparados para transportar electricidad con un circuito doble que asegure el suministro en caso de cortes. La principal red Benahadux-Saleres requerirá de 123 torretas de doble circuito (del total de 212 que componen el tendido) en su paso por la provincia de Granada durante 66,1 kilómetros. Estarán situadas en los municipios alpujarreños de Turón, Murtas, Albondón y Torvizcón; los costeros de Sorvilán, Rubite, Lújar y Vélez de Benaudalla; y los lecrineños de El Pinar, El Valle y Albuñuelas. Estos apoyos tienen más de 40 metros de altura, siendo los mayores tres que superan los 81 metros.
Discurrirá en paralelo a esta línea, a partir del término municipal de El Valle, cerca de Ízbor, el tendido de 220 kV entre Órgiva y Saleres, que estará compuesto por 64 apoyos durante 28,8 kilómetros, de las mismas características que las anteriores; mientras que en enlace de 4,1 kilómetros entre Saleres y Dúrcal contará con 12 torres. El último tramo entre esta nueva subestación y El Fargue, de 36,7 kilómetros y circuito simple (en el proyecto inicial), contará con 75 torres. En ella destaca que un trecho de 4,1 kilómetros entre los apoyos 51 y 52 que discurrirá bajo tierra para así bordear el casco urbano de Atarfe, según los estudios de REE.
Todos estos apoyos, según los estudios de impacto ambiental, están clasificados como no frecuentados, es decir, que están situados en lugares donde no hay acceso público o es poco frecuente el paso de personas. El gran problema para este tipo de instalación es la superficie que ocuparían las bases, que en los casos de las torres más altas se aproximarían a los 200 metros cuadrados, con lo que ello implica de movimientos de tierras en zonas de arbolado.
Esta es una de las preocupaciones para la plataforma 'Di no a las torres', que empieza a moverse en el Valle de Lecrín. Los promotores, mayormente vecinos, creen que estas actuaciones convierten al lugar en una "autopista eléctrica", cuyo impacto medioambiental es "incalculable". Según su opinión, afectaría a la agricultura, la fauna, la salud "por la contaminación electromagnética", la economía, los vecinos y el turismo, una de sus principales fuentes de ingresos.
'Di no a las torres' se reunió el pasado fin de semana para empezar a dar forma a un movimiento que pide que, o no se ejecute la línea de alta tensión, o que vaya soterrada. De momento han creado dos comisiones, una para diseñar carteles y colocarlos en los municipios, y otra para ir recogiendo firmas presenciales y sumarlas a las de change.org, que suman más de 2.300.
Por otro lado, ya enviaron una carta a la Ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, explicando la situación. Además, la plataforma está buscando mantener una reunión con todos los alcaldes del Valle para establecer una posición, ya que no hay unanimidad de posturas entre todos los ediles. Y ahí volverá a saltar el dilema: conservación del entorno o progreso económico.
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