Los bandos vuelven a la Toma
Radicales de izquierdas y derechas volvieron a caldear la celebración de los actos del 2 de enero y a reavivar polémicas del pasado · Aún así, centenares de personas asistieron a la Plaza del Carmen
El hombre podría tener más de 75 años y asistía sorprendido a lo que ocurría en la Plaza del Carmen. "No puede ser que a estas alturas perduren estos odios entre los ciudadanos", decía. Así era. De fondo sólo se podían escuchar gritos de una esquina a otra de la plaza del Ayuntamiento vociferados por grupos a favor del Día de la Toma de Granada y por grupos en contra de una fiesta que conmemora el 518 aniversario de la entrada de los Reyes Católicos en la ciudad. De nuevo la polémica se hizo un hueco en el acontecimiento.
En realidad, la gresca entre los partidarios y detractores a esta fiesta existe todos los 2 de enero, pero, este año, ha estado más caldeado de la cuenta. Las manifestaciones de plataformas y grupos 'anti-Toma' desde hace unas semanas han vuelto a reavivar la controversia sobre la celebración del acto, hecho que se manifestó ayer de forma patente.
Así, entre los centenares de personas que se congregaban frente a la fachada del Ayuntamiento se encontraba un grupo de unos 30 detractores pertenecientes a colectivos como SOS Racismo, Jaleo o Nación Andaluza, entre otros, que portaban una pancarta en la que se podía leer No al fascismo, no a la Toma, no al Racismo. Justo enfrente, 50 partidarios radicales enarbolaban banderas de España y de la Falange. Unos y otros se cruzaron mensajes como "El 2 de enero, no tenemos nada que celebrar"; "España, cristiana y no musulmana"; "La misma clase obrera nativa y extranjera"; "Vaya clase obrera de nunca trabajar"; "El fascismo se cura leyendo" o "Arriba España". También criticó desde la lejanía el espectáculo Mavi Muñoz, la madre de Carlos Palomino, el joven antisistema que fue asesinado de una puñalada en el pecho por un ultra de derecha en el metro de Madrid, quien mostró su repulsa "ante la permisividad y apoyo" del Gobierno ante la celebración de la Toma de Granada "un acto en el que se promueve la violencia fascista-neonazi".
Aún así, con la fractura social abierta en plena calle, la celebración cívico-religiosa de la Toma se realizó tal y como estaba previsto. Bueno, con una pequeña novedad, entre todo el alboroto y cruce de acusaciones el teniente general jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc), Francisco Puentes Zamora, se atrevió a romper el protocolo del ceremonial para acercarse a decir a los manifestantes contrarios a la Toma que los militares no son "fascistas".
Pasadas las once y media de la mañana, la comitiva municipal, encabezada por la concejal de Juventud, María Francés, que portaba el pendón de Castilla, se dirigió desde el Ayuntamiento hacia la Catedral. Como es habitual, los representantes municipales del PP y del PSOE estaban acompañada por figurantes ataviados con trajes de época de los últimos seis siglos, incluido el musulmán, que después de la polémica del año pasado, pasó sin pena ni gloria.
Ya en el templo catedralicio, políticos y autoridades militares oyeron la misa oficiada por el arzobispo Francisco Javier Martínez. El prelado dio las "gracias por la tradición cristiana de la que somos hijos y de la que no tenemos motivo alguno para avergonzarnos", aunque reconoció que "cualquier guerra es siempre un retroceso en la humanidad". En su discurso también defendió la necesidad de pedir "perdón por no haber estado a la altura en algunas ocasiones" pero "nunca por ser cristianos".
Es más, apeló a la necesidad de "volver a la matriz de la humanidad, de donde nace el cristianismo, con detalles como el respeto y el amor a la vida humana desde la concepción de un ser vivo hasta su muerte natural o con la búsqueda de la gratuidad que es el verdadero motor de la historia".
Tras la homilía, el concejal popular Juan García Montero procedió a la tremolación en la Capilla Real del pendón réplica del confeccionado por Felipe II en 1619 sobre el modelo original con el que los Reyes Católicos entraron en la ciudad. Por su parte, también en la Capilla Real, el alcalde, José Torres Hurtado, depositó en la cripta de la tumba de los Reyes Católicos una corona de laurel y un ramo de flores.
Pasadas las doce del mediodía, todos los representantes regresaban al Ayuntamiento. Allí, se mantenía el mismo clima de tensión verbal que fue in crescendo con la llegada de la comitiva. Se procedía minutos después a uno de los momentos más esperados por los asistentes. Desde el balcón del Ayuntamiento, la edil de Juventud, María Francés, culminaba los actos con la repetición por tres veces, como manda la tradición, de la leyenda: "Granada, Granada, Granada, por los ínclitos Reyes de España, don Fernando V de Aragón y doña Isabel de Castilla. Viva España. Viva el Rey. Viva Andalucía. Viva Granada", a los sones del himno nacional.
Terminados los actos oficiales, la fiesta se mantenían en la Plaza del Carmen. Los agentes tanto de la Policía Nacional como de la Local mantenían un férreo dispositivo junto a los diferentes grupos y dispersaban todos los intentos de provocaciones y acercamientos entre unos y otros. Primero, se marcharon los anti-Toma bajo los gritos y los abucheos de los ultraderecha y al rato, el resto. Por la tarde, parte de los más conservadores se volvieron a reunir en Reyes Católicos para, de una manera más pacífica y cultural, conmemorar los 518 años de presencia cristiana en la ciudad.
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