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patrimonio El Albaicín se resiente por los problemas de accesibilidad, movilidad y mantenimiento
Cada barrio tiene su momento y en el Albaicín parece que ha llegado el momento de mudarse. Parte de las casas del barrio granadino han colgado en las ventanas el cartel de 'se vende' o 'se alquila'; por las calles, mezclados con los numerosos turistas, se pueden ver a vecinos en plena mudanza transportando cajas, muebles y plantas. No sólo eso, en los comercios de toda la vida, el tema de conversación es recurrente y los cambios que está sufriendo el barrio son una realidad que está en todas las charlas.
El número 15 al lado de la Iglesia de San Salvador se ha quedado demasiado grande y poco funcional para su dueña, María Santiago, que ha visto que, al vivir sola, la mejor y prácticamente la única opción es trasladarse a otro sitio que se adapte más a sus nuevas circunstancias. Pide unos 210.000 euros por la vivienda, casi el mismo precio al que ella la compró. La casa, de tres habitaciones y patio interior, no está en muy buen estado de conservación pero María asegura que "no puede rebajarla más". Aun así, en tres meses que lleva a la venta, se han interesado una decena de personas.
El caso contrario es el de un vecino de la cuesta de San Gregorio, para quien su apartamento de una sola habitación se le ha quedado pequeño. "Mi pareja y yo nos vamos a la zona de Puerta de Elvira, donde ganamos en espacio y en facilidades de movilidad. Este se lo dejamos a unos jóvenes estudiantes por 420 euros al mes, todo incluido", cuenta. Lleva viviendo en el Albaicín desde hace unos 10 años.
Dos plantas, unos 500 metros cuadrados, patio interior y un precio apto para muy pocos bolsillos. Esta pequeña villa está a la venta en la Placeta Fátima. Sus dueños la han heredado pero ninguno la quiere asumir como vivienda particular. Lleva más de dos años en venta sin que nadie le haya prestado demasiada atención. "Será difícil venderla, aunque hace poco se interesaron en ella con vistas a convertirla en un hotel", cuenta una vecina.
Justo en la acera de enfrente, también mirando a la plaza, un bonito caserón blanco con ventanas de madera espera unos nuevos dueños. Su antigua propietaria se traslada, pero no renuncia a vivir en el barrio, forma parte de ese grupo de albaicineros que para mejorar su calidad de vida se compran un carmen con vistas a la Alhambra.
Para algunos propietarios la opción de vender resulta demasiado 'dura' y prefieren alquilar. Según el gestor inmobiliario Antonio Castillo "se puede encontrar de todo". Él vive en el Albaicín desde hace 12 años y lleva el arrendamiento de una treintena de apartamentos. En base a su experiencia asegura que "es más difícil alquilar ahora aunque los precios hayan bajado, porque sigue siendo un barrio caro para vivir". Entre 300 y 500 euros cuesta un dormitorio en el Albaicín. En los carteles que anuncia los estudios en oferta se describen cualidades tales como: amueblado, con excelentes calidades, terraza y amplias zonas comunes, o, en los mejores casos, incluye conexión opcional a internet.
No es siempre la crisis ni los problemas económicos los que motivan la búsqueda de un nuevo hogar en un barrio distinto. "El mayor obstáculo son los impedimentos para la rehabilitación de las viviendas, no por el dinero sino por los permisos", comenta el encargado del Videoclub Larios. "Algunos de mis clientes se han quejado de que la venta les resulta forzosa por no poder arreglar su casa", cuenta.
Si es una obra menor debe obtenerse la licencia municipal de edificación, que desde el 26 del pasado mes de julio puede conseguirse en menos de 24 horas, pero si la casa es de nueva planta o cuenta con algún elemento catalogado de la época morisca, el proyecto de obras obligatoriamente tiene que llevar la firma de la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.
A la problemática de los trámites de rehabilitación le sigue el abandono de muchas viviendas, que desemboca en la falta de limpieza en algunas zonas del barrio. "Mi callejón sino lo limpio yo, no lo limpia nadie", "en mi calle hay una botella rota desde hace dos semanas". Varias mujeres, residentes en el Albaicín, critican en la pescadería de Loli, en plena Plaza de San Agustín, el estado de "dejadez" y suciedad de muchas calles del barrio. "Solo arreglan aquellas por las que pasa el alcalde o alguna autoridad de vez en cuando, en el resto los responsables del servicio de limpieza no cumplen con su trabajo", se queja una. Otra vecina, añade que el mal estado de algunas calles y edificios es causa y consecuencia de la llegada, cada vez más multitudinaria, de okupas. "Ellos y los turistas se han hecho con el barrio y los albaicineros estamos dejados de lado".
Otro de los grandes problemas es la movilidad, que ha empeorado tras la reciente decisión del gremio de taxistas de no circular por el barrio debido a su inaccesibilidad y la estrechez de muchas de las calles. Si se opta por el otro transporte público, el autobús, las tres líneas habilitadas -31, 32 y 35- normalmente van abarrotadas de turistas y los residentes, que vienen de realizar labores tan cotidianas como la compra, pasan muchas dificultades para llegar hasta su casa. La alternativa de un vehículo privado se restringe solo a los privilegiados con cochera, porque las zonas de aparcamiento son bastante escasas.
Las dificultades de movilidad se suman a la incomodidad de vivir en determinadas zonas, bien por los ruidos o por la inseguridad. En la cuesta de San Gregorio, uno de los residentes asegura que muchos de los visitantes no tienen en cuenta que en el barrio también viven personas. "Cuando eres joven te adaptas, pero ya con cierta edad necesitas una calidad de vida distinta". Una vecina de la placeta de Carvajales, añade que muchas veces al estrépito se une la inseguridad, "sobre todo por la noche". "A ciertas horas ya no puedo salir sola a la calle", afirma.
El presidente de la Plataforma SOS Albaicín, Antonio Jiménez, critica que el barrio se está convirtiendo en un "parque temático, del que se está excluyendo a los vecinos". Asegura que "cada vez hay más gente dispuesta a irse del Albaicín, aunque han vivido aquí toda su vida se mudarían sin pensarlo".
Hay gente que se va para ganar en comodidad o por no sentirse desvinculados de la vida de la capital, pero también hay otros muchos para los que, pese a todo, sigue teniendo más valor el encanto propio del barrio que cualquier otra posible ventaja. Nuevas generaciones o vecinos que han heredado el gusto por la vida en el Albaicín, jóvenes estudiantes o turistas que dejan de serlo. En cualquier caso, ahora es un momento de cambios y de mudanzas en el barrio que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994.
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