La biblioteca escolar capaz de movilizar a todo un pueblo de Granada: "Es un ser vivo"

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El colegio San Isidro Labrador de Huétor Tájar cuenta con club de lectura, prepara encuentros con autores y afronta en estas semanas su tercera "transformación" en apenas diez años

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El quipo de apoyo de biblioteca  y madres colaboradoras, en la biblioteca escolar del San Isidro Labrador.
El quipo de apoyo de biblioteca y madres colaboradoras, en la biblioteca escolar del San Isidro Labrador. Beteta es la primera por la derecha. / M. G.
A. A.

23 de abril 2023 - 06:30

"No es sólo un almacén de libros". Vanesa Beteta se muestra tajante cuando define el papel que la biblioteca escolar del CEIP San Isidro Labrador de Huétor Tájar desempeña en su entorno. Se trata de "un espacio de encuentro", señala la maestra, capaz de atraer a escolares, familias e incluso personas que ya no tienen relación con la comunidad educativa, pero que mantienen, gracias a los libros un fuerte vínculo con las actividades que se hacen en este espacio escolar.

"Llevo 16 años como docente y desde el primer curso he sido responsable de la biblioteca escolar". Beteta ha trabajado en Alhama, Albuñol y ahora Huétor Tájar. "Siempre, en los tres centros, me he encontrado con equipos directivos muy dispuestos" a apostar por sus bibliotecas escolares, una dedicación que esta maestra agradece. "Me han dejado hacer".

Beteta, natural del municipio jienense de Castellar, apunta a las escuelas como lugar para el desarrollo de los lectores. Su interés por la lectura viene de lejos y a lo largo de su trayectoria ha buscado completar sus conocimientos tanto en los centros de formación para el profesorado como de forma autónoma. "Las bibliotecas son espacios inclusivos, en los que se atiende a todas las capacidades, un espacio que está más allá de los currículos" formativos que se completan en el aula. Esa capacidad de desbordar va implícita en algunas de las propuestas que se lanzan desde el centro. Así, desde hace diez años cuentan con un club de lectura, que propone un libro cada mes, y del que forman parte unas 40 personas, algunas de ellas sin vínculo directo con el colegio, vecinos del pueblo. "Empezamos con unas cuatro o cinco madres", recuerda Beteta sobre cómo nació la propuesta, que no es la única. El último viernes de septiembre es una fecha en este centro dedicada a la literatura. En 2019 y 2022 el colegio organizó sendas veladas que sirvieron de bienvenida al curso lector.

"La biblioteca escolar es como un ser vivo, sufre los cambios del centro, de la sociedad...", reflexiona la docente, que recuerda que, como consecuencia de la pandemia, este espacio fue el que más "sufrió" con las medidas sanitarias,

Aquello ya pasó y ahora la biblioteca del San Isidro Labrador vive su tercera "transformación" en diez años, para hacer justicia a ese carácter de ser vivo que le otorga Beteta. "El mobiliario se puede cambiar de sitio si viene un autor, en las paredes se puede proyectar, las estanterías se pueden mover...". Esperan tener a punto todo a principios de mayo.

En las estanterías se procura tener ejemplares que atraigan al público escolar, y que también abra nuevas puertas a los usuarios de la biblioteca. "Hay que buscar un equilibrio", apunta la responsable de este servicio en el San Isidro Labrador. El último ejemplar en sumarse a la familia de 6.600 libros con los que cuenta la biblioteca ha sido Cosas que parecen cosas, de Mar Venegas. Se presta atención a las novedades en novela gráfica, "no podemos dejar de lado la poesía, ni el teatro", especifica Beteta. La biblioteca se financia en parte con los fondos del colegio y también se busca presupuesto en actividades como el sorteo de una cesta literaria. "Un fondo de libros obsoleto no tiene sentido", justifica la docente. En el mantenimiento de la biblioteca hay un equipo y una comisión con miembros del equipo directivo, el Ayuntamiento, las familias y Beteta.

En ocasiones es el alumnado de sexto curso, el último de Primaria, el que ejerce de cicerone entre los anaqueles para los compañeros de cursos inferiores. "Colaboran y les guían", explica la docente, que también destaca los encuentros con autores como otra clave para hacer de la biblioteca un espacio más atractivo. "Un escolar se lleva, cuando termina la Primaria, al menos seis encuentros con autores en su mochila". Un espacio que también es capaz de salir del colegio. Este 23 de abril irán a Alpujarra de la Sierra para una sesión de su club de lectura, ese que empezó con cuatro madres y ya tiene una pequeña gran familia detrás.

En datos

Según las últimas estadísticas publicadas por la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, que datan del curso 2019/2020, indican que el 96,16% de los centros públicos cuentan con biblioteca escolar y mientras que en los centros privados la tasa es del 67,68%. Prácticamente la mitad tienen una superficie de entre 31 y 60 metros cuadrados. En 39% celebran encuentros con familias y casi el 40% desarrollan seminarios o cuentacuentos.

En cuanto a la equipación, las bibliotecas escolares de Granada tienen de media 4,5 ordenadores y 5,2 personas dedicadas a su atención. Casi siete de cada diez, según la estadística, son mujeres. El 1,6% de estos espacios tienen entre 0 y 100 libros, mientras que 11,7% contabilizan más de 7.000 tomos.

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