Biotecnología arcoíris

Ciencia Abierta

Investigaciones sobre la dieta y la mejora en frutas y verduras que pueden ayudar a nuestra salud

Colores de la biotecnología
Colores de la biotecnología
Autores: Carlos Saavedra Morillas, María Pérez Casero y Álvaro José Gaforio Fernández, estudiantes del Máster de Biotecnología de la UGR. Coordinación: Francisco González García, profesor titular de la UGR.

20 de agosto 2024 - 06:15

Tal como advertíamos al comentar que "nada en la vida es de temer", las investigaciones biotecnológicas se suelen clasificar, ya saben de la obsesión casi patológica de los biólogos por clasificar y parece que los biotecnólogos sufren el mismo síndrome "clasificatorio", con diferentes códigos de colores. En realidad se pueden encontrar entre 6 y 12 colores o divisiones según los campos en que se aplica la biotecnología. Toda una gama cromática. En realidad muchas de las investigaciones son híbridas, no tienen un color puro. Hoy mostramos tres ejemplos de estudios que podrían situarse entre el verde, el rojo y el amarillo, y hasta con ciertos tonos grises. Lo dejamos a su gusto, ya saben que sobre colores… Y son muestra, una más, del enorme potencial de las investigaciones biotecnológicas.

 Carlos Saavedra, en el grupo de investigación FQM-297 de la Universidad de Granada, ha llevado a cabo un estudio sobre los cambios que a nivel molecular se producen durante la maduración del aguacate. El aguacate (Persea americana), también conocido como avocado o palta, es una fruta que se ha popularizado y sufrido un gran incremento en su demanda en las últimas décadas. Se presenta con aspectos variados en su piel, con formas más rugosas o lisas, pero lo fundamental en su consumo es su estado de maduración que determina sus propiedades organolépticas fundamentales para su disfrute en la mesa.

Las investigaciones ponen de relieve que el aguacate sufre un proceso complejo desde que se cosecha aún inmadura la fruta en el árbol hasta que llega a su punto óptimo de maduración, proceso conocido como “ripening”, que podríamos traducir como maduración o curación de la fruta. Esa maduración natural desarrolla el sabor mantecoso característico del aguacate y que tan importante es para su impacto en nuestro paladar, así como a elevar sus niveles en compuestos antioxidantes como compuestos fenólicos y grasas saludables, tipo ácidos monoinsaturados. Todo este proceso de maduración se inicia desde el momento de su recogida en el árbol y lleva varios días. Dado el incremento en la demanda de consumo de esta fruta, el desafío al que se enfrenta la investigación es conocer qué procesos celulares llevan a la fruta a su punto óptimo de maduración y en qué medida se pueden controlar, acelerándolos o retrasándolos para, en función de la demanda, conseguir que el fruto llegue en el mejor momento para su consumo, por sabor y para nuestra salud al consumir sus nutrientes. Los resultados de los estudios indican que hay hasta 30 compuestos distintos (tales como fenoles, acído abscísico, uridina, entre otros) que varían en sus niveles de presencia durante la maduración del aguacate, en función de distintas variedades del mismo. Parece por tanto que aún queda mucho por estudiar para que el aguacate nos revele todos sus secretos y podamos llevarlo a la mesa en su estado óptimo con certeza científica.

Biotecnología
Biotecnología / https://febiotec.es/que-es-la-biotecnologia/

María Pérez ha investigado sobre un problema que afecta a una verdura muy popular, quizás la más querida de nuestras verduras hortícolas, hablamos de nuestras humildes lechugas. La lechuga (Lactuca sativa), de la que existen numerosas variedades dada su facilidad de cultivo y de hibridación con otras especies próximas, viene cultivándose desde la antigüedad en Egipto y era popular en Roma y durante toda la Edad Media. Si Colón nos trajo tomates, patatas y pimientos de América, al menos los europeos les dimos la lechuga. En la actualidad el mayor productor mundial es China, siendo España la cuarta productora mundial (año 2022). Dada la altísima demanda para su consumo, los cultivos de lechuga en muchas explotaciones agrícolas se encuentran con un problema grave: el estrés salino. El exceso de salinidad en el suelo debido al mal uso de fertilizantes afecta al crecimiento de las plantas y al nivel de producción en las cosechas obtenidas. El exceso de sal, (NaCl), provoca un menor crecimiento en la planta, así como menor calidad en sus hojas, en definitiva nos encontramos con lechugas menos frescas en nuestras ensaladas.  El estudio realizado por María ha señalado que una posible solución, a nivel experimental de laboratorio, para reducir el estrés en las plantas de lechuga es rociar las hojas de la lechuga con una disolución de otra sal simple, el cloruro de magnesio, la forma inorgánica del magnesio. Puede resultar una solución fácil, casi inimaginable, pero no sorprendente pues el magnesio es un micronutriente con múltiples funciones esenciales en la bioquímica y fisiología del crecimiento y desarrollo vegetal. Recordemos que en el centro de la molécula de clorofila es necesario un átomo de magnesio. La suplementación con magnesio puede ser una opción para nuevos fertilizantes y bioestimulantes de aplicación agronómica y ambiental.

Las dos anteriores investigaciones se han realizado en laboratorios, pero tal como indicamos en nuestra anterior entrega biotecnológica, no todos los estudios se realizan rodeados de tubos y microscopios. Álvaro J. Gaforio  ha realizado un estudio sobre poblaciones, sobre una cohorte de población, dentro del campo de la investigación epidemiológica tratando de conocer determinantes involucrados en procesos de salud-enfermedad. El problema abordado parte de una pregunta que puede nos hayamos planteado en alguna ocasión: ¿En qué medida nuestra elección de alimentos diarios puede provocarnos respuestas inflamatorias? Descartadas otras causas orgánicas, la respuesta inflamatoria de bajo grado está bien relacionada con el consumo de algunos alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares refinados y altamente procesados, son los alimentos proinflamatorios. A su vez, hay alimentos antiinflamatorios como frutas y verduras frescas. La hipótesis inicial del estudio marcaba la relación entre una dieta mas proinflamatoria con una mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad. ¿Ocurre esto para toda la población en general o se pueden generar ciertos perfiles más propensos a ello? En la población estudiantil en que se realizó el estudio se apreció que había un mayor consumo de alimentos proinflamatorios en hombres que en mujeres y que en estas últimas había una mayor relación entre el consumo de estos alimentos y unos valores altos en el índice de masa corporal, como indicador de sobrepeso. Este tipo de estudios pueden priorizar sobre que grupos de población habría que incidir para realizar campañas de información y educación.

stats