Una bruma misteriosa sobre Armilla
Por desgracia, a Stieg Larsson no le dio tiempo a conocer los numerosos enigmas que rodean al PSOE local; le habría dado para otro Millenium · Allí hay ex militantes que, por lo que parece, mandan más que De la Chica

Casi todo el mundo se ha leído a estas alturas la trilogía Millenium. O al menos, como hizo servidor, el primero de sus libros, Los hombres que no amaban a las mujeres. Así que pocos desconocen que el protagonista es un periodista que investiga, lucha contra el mal, se junta con tipos poderosos que le pagan una pasta... Un personaje de ficción, ni que decir tiene, y como tal envidiable por todos los juntaletras que nos ganamos las habichuelas acudiendo a ruedas de prensa sobre, pongamos, las ventajas del senderismo para la salud. Que las hay, de acuerdo, pero que, escribiendo eso, ni se expone uno a los peligros, ni gana luego ningún Pulitzer.
Somos lo que somos, pero nada nos impide fantasear. Pensar que cualquier día suena el móvil y resulta que es un tipo que llama desde un número oculto y que, con voz distorsionada, insta al periodistilla a echarle valor y sacar la noticia de su vida.
Se produce entonces un silencio que denota que el sibilino comunicante ya ha conseguido su primer objetivo: captar el interés de su interlocutor. El enigmático individuo, que disemina en su discurso extrañas frases que al gacetillero le suenan de algo -"esto es un asunto inextricable oculto dentro de un arcano que a su vez está en el interior de una cosa muy opaca", le espeta en un momento dado-, trata el asunto como si estuviera pelando una cebolla y sólo cuando ha eliminado la última capa le hace partícipe de su verdadera intención: "Debe usted investigar lo que sucede en Armilla. Ahí ocurren cosas muy raras, se lo digo yo", le suelta. Y acto seguido cuelga, en una postrera constatación de que es alguien aficionado al thriller periodístico, una de esas personas que ha memorizado fragmentos largos de Todos los hombres del presidente.
El periodista se cree todo a pies juntillas y decide pasar a la acción, coger el toro por los cuernos -que no, como alguien escribió, a todos por los cuernos- y desentrañar el asunto, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.
El fulano tiene internet, así que empieza a rastrear por ahí. Escribe Armilla en el Google y, tras descartar las entradas que le parecen inocuas -las que hablan del pueblo en sí, destacando que está en la Vega, a tres kilómetros de Granada y detalles así- se queda con las que hablan de su alcalde, Gerardo Sánchez, del hombre que le precedió en el puesto, José Antonio Morales Cara, del enorme centro comercial, de nombre Nevada, que se quería abrir en el término municipal y que está paralizado por orden judicial, de la presunta implicación de varios políticos en delitos urbanísticos, de su defenestración... "Pues sí, sí que parece interesante", concluye el plumilla.
Lo que no sabe es que no ha hecho más que rascar en la superficie. Conforme se va sumergiendo más a fondo en la abracadabrante historia, va sintiendo cómo un escalofrío le recorre la espalda; algo cercano al pánico empieza a apoderarse de él. Decididamente, se ha metido en un charco sin medir de antemano su profundidad. Pero ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
Como le dijo el garganta profunda, todo es muy raro. ¿Por qué, se pregunta, Gerardo Sánchez dio un puesto relevante a Morales Cara en Fermasa después de que éste se largara de su partido, el PSOE, dos minutos antes de que lo echaran? ¿Por qué lo mantiene ahí, contra viento y marea, sabiendo como sabe que hasta su secretario general en la provincia, Francisco Álvarez de la Chica, quiere que se vaya y ha advertido públicamente que ese nombramiento no le saldría gratis si se demostrara que Morales infringió la ley en lo del Nevada?
¿Qué llevó a Morales Cara -continúa el desconcertado informador- a hablar en la última asamblea local del citado partido pese a que desde Granada se había desautorizado expresamente su intervención? ¿Qué motivos tendría alguien que ya no es ni militante para dirigirse a los afiliados? ¿A qué vino su encendida defensa de la gestión de un socialista como Gerardo Sánchez? ¿Simple agradecimiento por los favores prestados o abierto desafío a los de arriba? ¿Para tapar qué cosas se tolera tamaña insurrección?
Tembloroso, el periodista apagó el ordenador y se dijo que lo mejor era dejarlo correr. Los misterios, para Mikael Blomkvist.
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