Carlos Robles Vizcaíno, nacer, crecer, estudiar, trabajar y jubilarse en la Facultad de Medicina: "Por aquí ha pasado lo más bonito de Granada"
Beznero orgulloso, él y su familia han estado ligados a la Universidad de Granada durante décadas
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"Fue el primer okupa de Granada". Carlos Robles Vizcaíno está en su Facultad. Su casa. Su hogar desde que nació en 1960 hasta 2016. Este hombre, historia viva de la Universidad de Granada y beznero orgulloso, abre la conversación con un episodio que tuvo como protagonista a Miguel Guirao Gea y que se desarrolló en Medicina allá en 1944. Conoce la historia al dedillo porque su padre, Nicolás Robles, estuvo allí.
El catedrático se encerró en el edificio diseñado por los arquitectos Aurelio Botella y Sebastián Vilata porque corría el rumor de que Queipo de Llano se había encaprichado del edificio de las hermosas seis columnas dóricas de granito de Pozoblanco y quería destinarlo a Capitanía General. Estudiantes, alentados por Guirao Gea, se metieron dentro antes de que terminaran las obras para empezar las clases y evitar que el inmueble tuviera otro destino. "El suelo era de tablones", cuenta Carlos.
Aquello sí lo vio con sus ojos Nicolás Robles, que era conserje mayor y fue uno de los encargados del traslado de Medicina en 1944. La mudanza al inmueble de la Avenida de Madrid se hizo con carros. En 2016 le tocó a su hijo, Carlos, ser parte de otro cambio. La marcha al PTS.
Carlos Robles habla de todo esto y más mientras está sentado en la Sala Máxima, un imponente espacio donde la Universidad realiza distintos actos y que también acoge conciertos, representaciones teatrales y sesiones del cine club.
Recuerda que el edificio contó con una galería de arte donde profesores exponían sus obras para San Lucas, el patrón. Muchos de los docentes que dieron clase aquí eran estupendos dibujantes y pintores. Tenían que dar clase en aulas dotadas con encerados donde dibujaban primorosos órganos y sistemas orgánicos. "Daba pena borrarlos".
Corbatas
Las obras en Medicina comenzaron en 1931. Se inauguró en 1944 y Carlos vino al mundo en este mismo edificio un 19 de enero de 1960. No es un caso único. En aquella época varias familias residían en la Facultad. Carlos y sus hermanas, Conchi, pediatra, y Ángeles, técnica de laboratorio en Histología, nacieron allí. "Jugaba al fútbol con el padre del decano", José Juan Jiménez Moleón.
En aquella época la Facultad era totalmente diferente a lo que es ahora. Los estudiantes únicamente se podían examinar si llevaban camisa y corbata. Más de uno tuvo que pedir prestada la chalina a don Nicolás. Quizá hizo más este hombre por la salud de los granadinos que la penicilina. Quién sabe.
"El mejor maestro que he podido tener", destaca Carlos. De su padre aprendió a que había que ser "educado, compañero y servicial". Y de aquella enseñanza, estos piropos con los que Carlos es recibido en el V Centenario. Todos le saludan, le felicitan, tienen palabras de afecto y cariño sincero a este hombre que, en un momento dado, confiesa que él, orgulloso de sus raíces en Béznar, es "mosquetero", una festividad que se remonta al siglo XVI y que se celebra cada mes de septiembre.
Un edificio singular
El edificio tiene una planta triangular, con un hermoso patio interior que era, hace seis décadas, el patio de juegos de Carlos y el resto de chiquillos que vivían en la Facultad. "Antonio, Pedro, Virginia, Mari Carmen, Paqui... Muchísima gente". Había nueve viviendas y unas 40 personas, familias de trabajadores de la Universidad. "Esto era mi casa, no era un puesto de trabajo. Siempre lo he considerado mi casa". Y lo fue hasta el traslado al PTS, cuando Carlos y su familia decidieron irse también. Carlos siguió trabajando en el nuevo edificio hasta finales de 2024, cuando llegó el momento de jubilarse.
Aquellos niños jugaban en los patios, en los pasillos, en las terrazas de arriba. Alguna vez Carlos, muy chico, se despistó y apareció en la sala de autopsias, que entonces no estaba en el sótano sino que se ubicaba en la parte de atrás en la primera planta. "Fue el día que peor lo pasé".
Carlos comenzó a trabajar en la Facultad muy jovencito. Un día, en casa, su padre comentó que se jubilaba Juan, uno de los guardias, y que no encontraban a nadie. "Le dije a mi padre que me quedaba yo". Su primer destino fue vigilar el anatómico forense y hacer rondas por la Facultad mientras estudiaba un ciclo de FP en Ogíjares de administrativo.
En el año 85 Carlos entró en la conserjería. También quiso probar lo que era estar al otro lado. Hizo el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y se matriculó, adivinen, en Medicina. Lo hizo por "curiosidad" y, aunque no terminó (tenía dos niñas pequeñas y su trabajo, por lo que no podía destinar el tiempo necesario a los libros) disfrutó mucho de las clases. Sus dos hermanas sí terminaron sus estudios. "Somos una familia que nacimos, crecimos, trabajamos y nos jubilamos en Medicina".
Mientras habla cita una ristra enorme de profesores con los que, afirma, ha tenido una relación más que buena. Personalidades de la Universidad de Granada, decanos, rectores, profesores, algunos incluso a los que Carlos Robles trató cuando eran estudiantes. Y de todos ellos habla bien.
Mármoles de Loja y corcho
"A las siete y media de la mañana nos juntábamos en la cafetería, a hablar de fútbol, de política, de lo que hubiera pasado...", recuerda. Aquel edificio, que tanto costó construir (la Guerra Civil paralizó las obras), nació en un terreno rodeado de huertas, a las afueras de la ciudad como ejemplo de la arquitectura racionalista y funcional aliado con la tradición clasicista. Junto a la Facultad, el hospital. Y con los años surgió todo un barrio que hoy es pleno centro.
La entrada, uno de los espacios singulares que destaca Carlos Robles, cuenta con una escalinata que cada año es escenario para la celebración estudiantil del lucas. Da paso a un pórtico curvo que permite acceder a un interior con mármoles de Loja y caliza de Sierra Elvira. En otros espacios las paredes están forradas de corcho. Muy funcional, los pasillos conectan escaleras -la imperial que se bifurca es espectacular-, aulas, sala de estudio, despachos, o lo que era la cafetería y hoy es un espacio diáfano para actividades de la comunidad universitaria.
"Mi padre entregó las llaves de San Juan de Dios" para que fueran parte del patrimonio universitario que se conserva en el espacio musealizado de la antigua Facultad. Carlos también dio sus llaves y el candado de la puerta principal a la Asociación de Antiguos Alumnos de Medicina, entidad con solera a nivel nacional, creada en 1928 y con la que este hombre también ha colaborado.
Despedirse del edificio que fue su casa supuso un momento de "mucha tristeza" para Carlos y su familia. Pero se recompone para lanzar todo un mensaje de amor. "¿Sabes lo que es trabajar en la Facultad de Medicina? Por aquí ha pasado lo más bonito de Granada".
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