Carmen Aben Humeya, de convento a discoteca y ahora sede de una fundación

El ADN de Granada

Uno de los propietarios que lo tuvo fue Alfonso de Borbón y Condé, un tipo cuya vida da para una novela o una serie televisiva

El actual dueño, Carlos Ballesta, ha creado una fundación que lleva su nombre y que aún no está abierta al público

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El Carmen Aben Humeya
El Carmen Aben Humeya / María Pelluz

Uno de los cármenes granadinos que más transformaciones ha sufrido ha sido el Aben Humeya, donde se cree que vivió el famoso rey de los moriscos, que después de ser parte de un conjunto de casas medievales fue donado a las monjas de las tomasas. Estas utilizaron algunas de sus dependencias como prolongación de su convento. En 1965 lo compró un personaje relacionado con los borbones y lo convirtió en una terraza de verano donde los jóvenes podían ir a beber copas, oír música y bailar. Después de permanecer muchos años prácticamente en ruinas, fue comprado en 1996 por el médico Carlos Ballesta, donde tiene montado un restaurante romántico y la fundación que lleva su nombre. Ya dijo, posiblemente en Granada no haya otro carmen que haya sido tantas cosas y tan dispares y que sea el ejemplo más visible de la transformación de un barrio.

El edificio en sí está datado entre el siglo XV y XVI. Se trata de una casa morisca insertada en el Albaicín que, con el paso del tiempo, fue denominada como la Casa de Aben Humeya. Esta denominación debió producirse popularmente a partir de la noticia de Hurtado de Mendoza en su Guerra de Granada, en la que dice que don Fernando de Válor –Aben Humeya– fue nombrado rey de los moriscos en el Albaicín en la casa del Hardon, de donde se extrapoló posteriormente que esa casa podría ser el actual carmen.

Durante mucho tiempo solo se supo de este sitio que pertenecía a un conjunto de casas arracimadas ocupadas por hortelanos y trabajadores de la seda. Dos de esas casas del siglo XV, que estaban adosadas a dos de los torreones de la muralla de la Alcazaba Qadima construida en el siglo X, son las que se convertirían mucho más tarde en el carmen que es hoy. Durante la II República, el propietario donó el edificio como como dote de su hija, una novicia, al convento vecino de Santo Tomás de Villanueva, conocido como el de las tomasas. Esta congregación apenas se ocupó de él, entre otras cosas porque las monjas carecían de fondos para conservarlo, así que solo lo utilizaron como dependencias secundarias. Durante más de treinta años estuvo en un estado lamentable de conservación, hasta que en 1965 fue adquirido por Alfonso de Borbón, príncipe de Condé, primo lejano del rey emérito de España. Él restauró la casa principal, creó el actual patio de acceso y construyó el mihrab. En definitiva, le dio casi el aspecto que tiene hoy el carmen. Alfonso de Borbón de Condé fue un tipo cuya vida da, como mínimo, para una novela.

El dueño converso

De hecho la vida de éste ya ha sido novelada por Carlos Ballesta, el actual propietario del Aben Humeya, que ha escrito El misterio del carmen y ha hecho a su predecesor en la propiedad como  protagonista principal de la trama. En el libro tiene recogidas todas las andanzas de este pariente de Juan Carlos I. Alfonso de Borbón de Condé era de ascendencia española, aunque nació en California en 1913. Era un personaje erudito, historiados, arqueólogo y filatélico, pero destacó en su faceta militar. Participó en la II Guerra Mundial y en la Guerra de Corea. Durante su estancia en Japón viaja a varios países árabes, entre ellos Yemen, donde se relaciona con el príncipe heredero de ese país, que lo hace general de sus ejércitos. Alfonso de Borbón se convierte al Islam y adopta el nombre de Abderramán Bruce. Años después tiene que abandonar Yemen, acusado de espionaje. Se traslada al Líbano, donde se casa. Allí, junto su amigo Abu Badr, el príncipe heredero de Yemen, preparan un golpe de estado que se convierte en una guerra civil y que se internacionaliza por el enfrentamiento de los intereses de Arabia, que desea un gobierno monárquico, y los de Egipto que, como líder de los países no alineados pero con apoyo soviético, persigue la instauración de una república. Al final vencen los partidarios de la república y el príncipe heredero y el general tienen que emigrar a Europa.

Alfonso de Borbón se viene a España, concretamente a Granada. A éste le apasiona la vida de Aben Humeya, el último rey morisco, por eso compra el carmen donde supuestamente vivió. También compra la casa natal del morisco de Narila, en la Alpujarra. Asimismo adquiere la casa de Yangüas y la casa árabe de la calle Pardo. El interés de Alfonso por todo lo que tenga que ver con lo hispanomusulmán le lleva a convertirse en cofrade de la Comparsa de los Piratas de moros y cristianos de Villena y a ser inspirador de la resurrección de las fiestas de moros y cristianos de la provincia de Granada (Quéntar, Vélez…) Llega incluso a ser el inspirador de un congreso regional en 1974.

Estado en el que se encontraba el carmen en 1995
Estado en el que se encontraba el carmen en 1995 / G. H.

El dinero no le dura mucho. Por eso, junto con dos socios más, convierte la terraza de verano del carmen en una especie de club-discoteca. Por aquellos años, principios de los setenta, Alfonso de Borbón se convierte en la salsa de todos los acontecimientos sociales que se celebran en Granada. Acude a ellos con su vestimenta mora y llega a ser ese invitado que todos quieren tener. El perejil de Arguiñano. Los que lo conocieron dicen que en el aspecto sexual le daba a pelo y a lana, como vulgarmente se dice. Casi todo se le consentía porque llevaba el marchamo de los Borbón. Hasta que a finales de los setenta mueren en el carmen dos chicos jóvenes estudiantes. Según la versión oficial la muerte de ambos se produjo por la inhalación de los gases procedentes de un brasero. Cuando esto sucede, España se encuentra en plena transición política, con la monarquía borbónica recién instaurada, por lo que un escándalo como este podía hacer mucho daño a la corona. Así que le dicen a Alfonso de Borbón que tiene que dejar Granada. A cambio se dan por finalizadas las investigaciones sobre la muerte de los jóvenes. El ex militar se instalará en Marruecos y ya solo vendrá algunas veces a su casa alpujarreña de Narila. Al parecer dejó inconclusa una historia sobre los moriscos españoles en el norte de Marruecos que estaba escribiendo. Alfonso de Borbón moriría en 1992 en Tánger, tras casarse en Casablanca con Olga Beatriz di Fonzo, hija de un antiguo príncipe ucraniano y de la señora que afirmó durante toda su vida ser la gran duquesa Romanova, hija del zar Nicolás, asesinado junto a su familia durante la revolución bolchevique. Cuando muere pide ser enterrado en el carmen que tanto amó, pero no fue posible. La vida de Alfonso de borbón no solo da para una novela, da para una serie televisiva.

La fundación 

A partir de los años noventa el carmen comenzó un acentuado deterioro de la casa principal y prácticamente la desaparición de la casa del Torreón, que llegó a estar apercibida por un expediente de demolición. Hasta que en 1996 fue adquirida toda la parcela por Carlos Ballesta López, que inició las labores de restauración de ambos edificios. En uno de los solares resultantes de la demolición creó un pequeño restaurante organizado en paratas para no perjudicar la visión de la Alhambra en toda su amplitud. En 2010 Carlos Ballesta, su actual propietario, decidir crear una fundación que lleva su nombre en la casa principal del carmen. Como médico humanista que es, está interesado en crear un foco cultural en el barrio del Albaicín y divulgar la cultura de los moriscos, desafortunadamente poco conocida por la mayoría de la población. La fundación cuenta con un impresionante legado que el médico ha ido adquiriendo a través de los años. Aun no se puede visitar, pero parece ser que el permiso de apertura está al caer. Será un aliciente más para subir al Albaicín.

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