La carta de una enfermera contando su lucha contra el coronavirus en un hospital granadino

Día Internacional de la Enfermería

"Jamás pensé que mi vocación se pondría tan a prueba", reconoce la sanitaria que lleva desde marzo atendiendo a pacientes con Covid-19

Homenaje de Banksy a los sanitarios, los "superhéroes" de la pandemia.
Homenaje de Banksy a los sanitarios, los "superhéroes" de la pandemia. / G. H.

Granada/Jamás pensé que me tocaría vivir lo que estoy viviendo. Jamás pensé que mi vocación se pondría tan a prueba. Desde que nos llegó el primer paciente con Covid-19, cada jornada que pasa es una batalla ganada. Unas veces acabas la jornada recuperándote de unos pocos arañazos y otras te tienes que poner en pie después de haber recibido una paliza con puñetazos en la boca del estómago y guantazos a mano abierta en la cara. Casi dos meses llevamos así. Va pasando el tiempo y van disminuyendo los ingresos, pero la carga emocional es la misma que teníamos el primer día.

El resto del hospital puede ir volviendo a la normalidad. Normalidad. Normalidad. Que bonita palabra, pero que lejana para mí. ¿Cómo puedo volver a la normalidad? ¿Cómo puedo dejar de tener miedo a contagiarme? ¿Cómo puedo dejar de tener miedo de llevar el virus a mi casa? ¿Cómo puedo dejar de tener miedo de abrazar a mis hijos? ¿A mi marido? ¿Cómo puedo dejar de tener miedo al llevarle compra a mis padres? ¿Cómo olvido lo vivido? ¿Cómo olvido la muerte de tanta gente que no le tocaba? ¿Cómo olvido a los que les di la mano mientras fallecían sin su familia?

¿Cómo olvido el tener que ponerme el EPI a toda velocidad porque al contestar un timbre un hombre me decía llorando como un niño que se encontraba muy mal? ¿Cómo olvido la mirada de miedo de aquel paciente desorientado que me miraba como si fuese un fantasma? ¿Cómo olvido a aquella paciente que sentía miedo cada vez que se quitaba la mascarilla de oxígeno para poder comer o tomarse las pastillas y me quedaba a su lado mientras lo hacía? ¿Cómo olvido a aquella paciente que no me soltaba la mano para que estuviera su lado?

¿Cómo olvido a la enferma que le explicaba que no se enfadara con su hija porque no estaba a su lado no porque no quisiera sino porque no la dejábamos? ¿Cómo olvido el calor y la sensación de ahogo cada vez que me pongo el EPI? ¿Cómo olvido que tengo tantas compañeras contagiadas? ¿Cómo olvido la opresión en el pecho que cada vez es más frecuente? ¿Cómo olvido las ganas de llorar continuas y que hacen que salgan las lágrimas a la más mínima palabra de aliento? ¿Cómo olvido esos viajes de ida y vuelta al trabajo en el coche llorando? Por favor, que alguien me lo explique.

Porque yo no sé cómo hacerlo. ¿Tendré que buscar ayuda profesional? Casi seguro que no cuenta como enfermedad laboral.

Y por supuesto hay cosas que no quiero olvidar. No quiero olvidar la solidaridad de la gente, las palabras de cariño y agradecimiento de los pacientes, e incluso su preocupación por nosotros e intentar no contagiarnos. Tampoco quiero olvidar la emoción que hemos sentido cada vez que se ha ido alguien de alta. Si no fuera por estas cosas creo que este junco estaría ya tumbado a la merced del agua y no, como dice la canción, en pie.

Muchas de mis compañeras están igual. Lo bueno de todo esto es que nos has unido más si cabe. Los relevos se han convertido en terapias de grupo donde nos desahogamos y cada una aporta su granito de arena en mantenernos. Tenemos la suerte de estar guiadas por una gran capitana. Ella es la que nos guía, la que rema con nosotras, la que nos intenta mantener el ánimo arriba, la que se preocupa por nuestro estado mental, la que se parte la cabeza pensando como hacerlo todo mejor, todo lo que diga de ella es poco. Es una verdadera líder, no jefa, sino líder.

Bueno... ¡Gracias a mis luces! Gracias a todos los que estáis pendientes de mí. Gracias a todos vosotros. Vuestros mensajes me ayudan todos los días (y gracias por respetar mis pocas ganas de hablar cuando así lo he necesitado).

*Carta abierta de una trabajadora de la sanidad.

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