El castillo de La Calahorra, a la conquista del turismo

La fortaleza se levanta sobre los restos de otra construcción de origen árabe

"Me falta poner me en huelga de hambre hasta que alguna administración nos haga caso", lamenta el alcalde

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El castillo de La Calahorra.
El castillo de La Calahorra. / pepe torres / Efe
maría Ruiz (Efe)

01 de septiembre 2024 - 11:21

El Castillo de La Calahorra, un monumento privado con cinco siglos de historia y protegido como Bien de Interés Cultural (BIC), recibe miles de visitas al año pese a abrir solo los miércoles con un sistema algo anárquico que los vecinos quieren cambiar para impulsar el turismo y la economía.

Cinco siglos de historia, los que lleva encaramado sobre la montaña el imponente Castillo de La Calahorra, marcan el devenir de los alrededor de mil vecinos de un municipio que podría vivir de un cuento turístico que no ha terminado de escribirse.

Este castillo podría ser el rey de una comarca que quiere ganarle la batalla a la despoblación y busca alternativas, podría ser un revulsivo turístico, podría ser un imán para rodajes cinematográficos... podría y no es.

"Si el Castillo estuviera en cualquier punto de Sevilla o en cualquier pueblo fuera de Andalucía, sería todo un atractivo con miles de visitas al mes. Pero está aquí", lamenta el alcalde de La Calahorra, Alejandro Ramírez (PP).

Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza mandó construir este castillo a principios del siglo XVI, una fortaleza levantada sobre los restos de otro de origen árabe que destaca en el paisaje enmarcado por Sierra Nevada del Marquesado del Zenete, en ese cruce de caminos entre Granada y Almería que traza la A-92.

Sobre una colina a 1.250 metros sobre el nivel del mar, el Castillo ha escrito en las últimas décadas borradores de historias de compraventa para pasar de manos privadas a instituciones públicas y aprovechar su atractivo como recurso turístico, pero aún no ha llegado el deseado final de cuento.

"Me falta ponerme en huelga de hambre hasta que alguna administración nos haga caso", ha explicado a EFE el alcalde de La Calahorra, que lo dice en broma pero con toda la seriedad del mundo y "cansado" de que no se aproveche el potencial turístico del monumento, declarado así en 1922.

Una joya del Renacimiento

El edificio, pionero en introducir el estilo renacentista en la arquitectura civil española para presumir del carácter militar exterior que dibuja la sobria mole, tardó menos de una década en construirse y lleva varias intentado cambiar la historia que han escrito sus dueños.

Aunque durante esos años de bonanza se habló de la compra del Castillo a los marqueses del Zenete, ese guion para aprovechar su atractivo turístico y cambiar la historia de la zona quedó siempre a medias.

"La inversión necesaria no sería tan grande, pero ninguna administración pone interés y a los dueños no les aprieta el zapato, por eso seguimos así", ha añadido el alcalde de La Calahorra.

Una visita complicada

Por obligación legal, el Castillo abre al público cada miércoles y recibe, según las estimaciones y sin un dato oficial, unas 10.000 visitas al año, algunas gratuitas y otras por tres euros que guía una familia que guardeses.

Sus anécdotas faltas de datos artísticos o históricos acompañan el recorrido por las mazmorras o el patio de armas, unas escaleras de mármol blanco de carraca algo dañadas o unas habitaciones que evidencian la falta de mantenimiento de un monumento referente del Renacimiento.

Declarado además Bien de Interés Cultural (BIC), diferentes administraciones han coqueteado con comprarlo, como hizo en 1991 la Diputación de Granada o en reiteradas ocasiones desde 2004 la Junta de Andalucía, sin lograrlo.

La Calahorra, que sufre años sin temporada en La Ragua por falta de nieve, busca también exprimir su atractivo cinematográfico como un 'set' de rodaje único, ese que fue elegido para La casa del dragón, la precuela de Juego de tronos.

Ya ha instalado figuras que recuerdan otros guiños de cine, como Inés del alma mía'o El bueno, el feo y el malo, pero pretende ampliar su particular paseo de la fama para convertirse en un destino de película. 

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