1983: El año en el que cierra ‘Patria’, nos quitan Capitanía y aparece el hombre de Orce
Granada año a año
El día de Reyes se firma la polémica venta de los terrenos del viejo estadio de Los Cármenes
La televisión rusa se equivoca y dicen sobre un mapa que los americanos han invadido Granada
1982: El año en el que el papa llegó en ‘la alsina’
1981: El año del “¡se sienten, coño!” de Tejero y del “soy diputado y quiero entrar” de Vida Soria
En 1983 hubo muchas noticias perpetuadas por las rotativas, aunque una se refirió precisamente a la desaparición de un periódico: Patria. El día 13 de febrero, domingo de Carnaval para más señas, la rotativa de la publicación quincenal de la Falange primero y luego del diario de la Prensa del Movimiento, imprimió su último número. Su primer director fue el falangista José Molina Plata. Su primera sede estuvo en los talleres del antiguo diario lerrouxista La Publicidad y posteriormente en la calle Oficios, donde hoy está ubicado el Museo José Guerrero. Tras la muerte de Franco pasó a ser de la cadena de Medios de Comunicación Social del Estado. Algunos de sus directores habían destacado en otras fascetas intelectuales y artísticas. Eduardo Molina Fajardo escribió un inquietante libro sobre la muerte de Lorca. Y Antonio Sánchez Gómez, que había nacido en Ronda y había estudiado Derecho en la Universidad de Granada, fue después el fundador de la revista Hola, que comenzó siendo una publicación casera hecha con pocos medios y en 1962 llegó a alcanzar una tirada de 250.000 ejemplares con motivo de la boda de Balduino y Fabiola. El haber pasado Sánchez Gómez por Granada hizo que dos de sus reporteros estrellas fueran granadinos: Tico Medina y Jaime Peñafiel. Y el último director del periódico, Juan José Porto, dirigió varias películas. Patria cerró en 1983 con la labor hecha puesto que en él se había formado una importante legión de buenos periodistas que después pasarían a formar parte de la Administración o engrosarían las plantillas de otros periódicos.
Otra desaparición que dolió a muchos granadinos fue la de Capitanía General. El Plan Meta, organizado por el ministro Narcís Serra, preveía que Granada dejara de ser la sede de la IX Capitanía General. A pesar de su histórica presencia, desde finales del siglo XV, la reducción de mandos y las nuevas estrategias obligaban a aplicar el mencionado plan del ministro socialista. Los granadinos tenían la sensación de que su ciudad estaba siendo despojada de demasiadas cosas. A mediados de los noventa esta ausencia de la Capitanía se intentó solucionar con la implantación en Granada del Madoc (Mando de Adiestramiento y Doctrina).
Por cierto, el 27 de octubre de 1983, el mismo día en que se informaba sobre la supresión de la Capitanía General de Granada, sucedió algo curioso. Y es que cuando la televisión soviética daba la noticia de que los americanos habían invadido la isla caribeña de Granada, apareció en pantalla un mapa de España en el que estaba señalada en un círculo nuestra provincia. “Vaya, es quitar Capitanía y nos invaden los americanos”, fue el chiste que circuló entre la ciudadanía. ¡La de memes que hubiera originado hoy día aquella equivocación de la televisión rusa!
Para protestar por la invasión de los americanos, un grupo de granadinos inventan un hermanamiento con la tocaya isla caribeña invadida. El acto fue presentado por Eduardo Castro y en él hablaron la hermana del Che Guevara, la concejal Mariló García Cotarelo y Carlos Cano.
Ese año el Ayuntamiento de Granada envía a Londres al activo concejal José Miguel Castillo Higueras a pujar en una subasta de un supuesto yelmo de Boabil, que, al parecer, se llevó José Bonaparte, el hermano de Napoleón, cuando estuvo de rey en España. Castillo Higueras fue a Londres, pero no pujó. Una tarde antes de la subasta contactó con varios expertos que le dijeron que el yelmo que iban a subastar no era de Boabdil, que era uno más de los muchos que había por los museos. Al final fue adquirido en la subasta por un norteamericano que dio 16 millones de pesetas por él. Lo tiene en su mansión expuesto como el verdadero yelmo del último rey moro. Cualquiera sabe.
Cualquiera sabe también donde está aquel monumento a la Constitución que se inauguró a bombo y platillo en el Paseo del Salón, justo en el sitio donde hoy se levanta otro monumento dedicado al Flamenco. El monumento a la Constitución tenía forma de templete sostenido con columnas de mármol y en su parte frontal se podía leer: ‘Granada, a la Constitución española 1812-1978’. Todas las autoridades acudieron aquel 6 de diciembre de 1983 a la inauguración del monumento que, cómo no, también tuvo su polémica por parecerse, dijeron, a un panteón funerario. Años después se desmontó para permitir la construcción de un aparcamiento subterráneo. Se dijo que iba a ser montado en La Caleta, pero sigue durmiendo el sueño marmóreo de los patrimonios desaparecidos. En 2013 el gobierno municipal del PP en vez de reintegrar el monumento a su sitio original puso otro en el que se ve una gitana con bata de cola, un cantaor y un guitarrista. Que no decaiga. “Más cante y menos constituciones”, que hubiera dicho José Solís, la sonrisa del Régimen.
El hombre de Orce
Pero la noticia que quedó perpetuada en todas las rotativas de los periódicos españoles fue la aparición en Orce de un trozo de cráneo que presuntamente pertenecía a un homínido que habitó esta zona hace 1,5 millones de años, lo que lo situaba como el fósil humano más antiguo de Europa. El descubridor había sido el paleontólogo catalán José Gibert, que estaba haciendo unas excavaciones en Venta Micena. Lo que había descubierto revolucionaba todas las teorías sobre la aparición del hombre en el continente europeo. Ya digo, todos los periódico y medios de comunicación de España le dedicaron amplios espacios al descubrimiento. Gibert calculó que el trozo de cráneo encontrado pertenecía a un hombre de 17 años, mediría más de metro y medio, andaba erguido y tenía mucho más pelo que nosotros. Se alimentaba de frutas, cereales, bayas e insectos. Todavía no había probado la carne y si acaso lo hacía era de los restos que dejaban las hienas. En definitiva, estaba a medio camino entre el chimpancé y el ser humano actual. Pero, según el descubridor, este hombre ya pensaba y se organizaba socialmente. Se comunicaba, usaba herramientas primitivas y podía sentir pena ante la muerte. De política lo más probable es que, afortunadamente, no supiera nada.
El caso es que, durante un par de años, la hipótesis de que el fragmento encontrado en Orce era humano fue avalada por los principales expertos europeos en la materia, personalizados en el prestigioso matrimonio francés Henry y Marie Antoinette de Lumley. Ambos visitaron el yacimiento en el verano de 1983 y confirmaron entonces su autenticidad. La alegría desbordaba las voluntades en Orce, cuyo alcalde, José Ramón Martínez, vio una oportunidad para sacar a su pueblo de ese anonimato al que los núcleos pequeños están condenados. Se levantó un museo provisional en la Torre del Homenaje del castillo dedicado al llamado Hombre de Orce y que fue inaugurado por la consejera de Cultura de entonces y hoy candidata socialista en las elecciones que se celebran hoy, Carmen Calvo. Granadinos de toda la provincia acudían a Orce para ver el famoso fragmento de hueso, que estaba adherido a una ganga calcárea que únicamente permitía observar su cara externa. El tamaño era el de la palma de una mano. Cuando se limpió el fósil, tiempo después, por su cara interna, apareció una cresta endocraneal que hizo tambalear el origen humano del fragmento. Al notificarse dicha anomalía al matrimonio Lumley, estos cambiaron su diagnóstico inicial estableciendo desde ese momento que los restos pertenecían a un asno joven y no a un homínido. Y ahí se acabó el sueño. Hoy Venta Micena es la cuenta de un collar roto. Gibert murió en 2007 desengañado de todos aquellos que en un principio lo habían apoyado y que después abandonaron sus líneas de investigación. Sus cenizas fueron esparcidas en Venta Micena.
Los hippies toman La Alpujarra
Es 1983 el año en el que se intensifica la llegada de ‘hippies’ a La Alpujarra. Los cortijos en ruinas y abandonados eran ofrecidos a los extranjeros que venían a esta parte de Granada a instalarse y vivir de otra manera y apegados a la naturaleza. Uno de aquellos guiris que recalaría en Órgiva sería Chris Stewart, un ex batería del grupo Génesis que, cansado de todo lo que le rodeaba, compraría un cortijo alpujarreño sin agua y sin luz en donde aprendería a levantar muros de piedra, conseguir agua, producir energía solar, preparar cultivos y hasta esquilar ovejas. Luego lo escribió en un libro en tono de humor con todas sus experiencias que se llamaría Entre limones, que sería un éxito editorial. Los guiris alpujarreños inventarían fiestas para celebrar la vida como la del Dragón y la Primavera, en las que no faltaba la marihuana. Así, el grito de ‘Natalico colócanos a toos’ seguía vigente en La Alpujarra.
El 25 de febrero de este año un grupo de unos 30 jóvenes que habían superado las pruebas de acceso al Instituto Nacional de Educación Física recién creado, decidieron encerrarse en las instalaciones deportiva de La Cartuja y declararse en huelga indefinida al no encontrar otra posibilidad de luchar para que se pusieran en marcha esta especialidad en la enseñanza universitaria. Estaban admitidos pero la Facultad aún no estaba abierta. El encierro duró hasta el tres de marzo y el curso académico, por fin, comenzó el día 21 de marzo, dos meses y pico antes de las vacaciones. Y hablando de protestas, el dos de septiembre más de mil jornaleros ocuparon la finca de los duques de Wellington para pedir que fuera expropiada a los amigos del rey Carlos de Inglaterra. Creían los ocupantes que el cultivo de la finca acabaría con el paro agrícola de la zona. Aun no se había inventado el famoso Plan de Empleo Rural, de cuyas subvenciones incontroladas tantos mangantes se aprovecharían después.
Este año Francisco Ayala, además de ser elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua, recibió el Premio Nacional de Novela y Narrativa por su obra Recuerdos y olvidos, en la que relata su infancia en Granada. En 1983 comienza su andadura el Festival Internacional de Teatro de la mano de la Universidad de Granada, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Granada. Nacería con el fin de cubrir el vacío existente en una capital con una importante trayectoria teatral. Su primer director y prácticamente promotor de la idea sería Antonio Sánchez Trigueros. El festival duraría 16 ediciones.
En 1983 muere María Luisa Jiménez, la torera más conocida como 'La Atarfeña', a la que García Lorca, al parecer, le dedicó una poesía. María Luis Jiménez era mujer del diestro Miguel El Atarfeño. Al morir éste de una cornada en la plaza de toros del Triunfo de Granada y quedarse viuda y con un hijo, decidió seguir el camino de su difunto marido. No es que pasara a la Historia del toreo por las novilladas a las que acudió (en la primera le dio un síncope al intentar matar un becerro), pero su belleza y su porte permitió que algunos empresarios taurinos la contrataran para algunos festejos. Estuvo un par de años toreando y un buen día despareció del mapa. La leyenda urbana contaba que se había ido a Hollywood a hacer películas, pero no, estaba en Sierra Nevada.
El suceso más luctuoso de ese año fue la muerte de cinco trabajadores del Icona cuando intentaban apagar un fuego en la Sierra de Cázulas, en el término municipal de Otívar. Los trabajadores pasaron por una agonía terrible porque fueron cercados por el fuego y no pudieron salir. Uno de los que se salvó contó a la prensa como uno de los fallecidos, cuando aún tenía conocimiento, insistía en su mensaje: “¡Dadme agua y matadme!, ¡dadme agua y matadme!”. El fuego arrasó, además de las cinco vidas, 500 hectáreas de monte.
La caroca del Granada
En el concurso de carocas de 1983, una de las que provocaron más entusiasmo fue una referida al Granada Club de Fútbol: “Al hincha hay que pedir/que al Graná hay que salvar/. Igual se debía exigir/a quien lo llegó a hundir/en temporadas atrás”. Y es que el presidente Cándido Gómez pone en marcha ese año una campaña con la que pretendía captar tres mil socios a cambio de disfrutar de un abono en las siguientes veinte temporadas. La campaña de Candi no salió todo lo bien que quisiera. Los que acudieron al SOS que les lanzaba el club no llegaron a mil, aunque su aportación sirvió para aliviar un poco las arcas del club. De ahí la quintilla que se hizo famosa y que venía a decir que los que tenían que sacar del pozo al Granada eran los que lo habían metido.
Eso fue poco de que se anunciara la de la venta del estadio de Los Cármenes a un grupo inmobiliario INONSA por 425 millones de pesetas. Con ese dinero pretendía Candi abonar las muchas deudas que acuciaban al club, pero después de recibir 25 millones por parte de la inmobiliaria, el Ayuntamiento presidido por Antonio Jara interviene porque piensa que las condiciones urbanísticas que aquella operación exigía iba a tener graves consecuencias para la ciudad. Además, chocaba con el programa urbanístico del equipo de gobierno y ni siquiera habían avisado al Ayuntamiento. Antonio Jara llega a calificar aquella operación de “rara, atípica y sospechosa”. Total, que la venta se paraliza y se convierte con el tiempo en uno de los culebrones político-deportivos más intrigantes y enrevesados de la historia del Granada. Donde los firmantes de la venta de los Cármenes, Nicolás Osuna y Candi, veían negocio y salvación, el Ayuntamiento veía especulación. El equipo Granada estuvo ese año a punto de bajar a tercera por un supuesto tongo en Lorca, aunque luego ascendió a Segunda A y los granadinos fueron en masa a darle las gracias a la Virgen de las Angustias. Fue el año en el que España le metió doce goles a Malta en un partido “raro y sospechoso”, por utilizar los mismos adjetivos de Jara.
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