Un cochinillo lechal y 40 velas
Las Tinajas cierra su comedor para el almuerzo de gala al que asistieron numerosas personalidades de la vida política y cultural de la ciudad y por la noche colgaron el cartel de completo en su cena de aniversario
Ni una sola silla estuvo anoche libre en los comedores de Las Tinajas. Es más, muchos fueron los que se quedaron fuera y no pudieron participar en la concurrida fiesta de su 40 aniversario. El mismo día que se hizo pública la noticia, cuando los camareros llegaron al restaurante a las diez de la mañana tenían ya decenas de llamadas perdidas para hacer una reserva, cosa imposible una hora después. "Y eso que cuando hicimos los cálculos nos salían como 20 personas más del aforo a los que ya les habíamos dicho que sí y hemos tenido que redistribuir las mesas", comentaba ayer un emocionado Pepe Álvarez durante el almuerzo.
Álvarez, copropietario de Las Tinajas, se subió a las ruedas de madera de tonel que Carlos Nestares había puesto a rodar una década antes. Entre los dos han hecho posible un establecimiento que abrió brecha en el mundo de la gastronomía granadina cuando muchas de las cosas que ahora son cotidianas eran impensables.
Hace cuatro décadas, cuando El Corte Inglés aún no hacía llegar productos de todas partes de España todas las mañanas, cuando ni existía el Aeropuerto de Granada, Las Tinajas empezaron a traer a Granada diariamente la mejor carne roja del norte de España.
Pronto, comer en este céntrico establecimiento se convirtió en todo un evento social: la alta cocina castiza pero de autor y la decoración con tinajas importadas que le valió la calificación del "mesón de Andalucía" lo convirtieron en el sitio de moda entre personalidades de la ciudad y de muchas de las que pasaban en ella unas horas o unos días.
Muchos siguen acudiendo religiosamente a probar los platos con los que se ha ido renovando la carta de Las Tinajas para seguir siendo un referente en la alta cocina de la ciudad.
Anoche algunos tuvieron que quedarse fuera, como explicaba Álvarez, porque era imposible acoplar a más gente a ese menú de precio y platos de antaño: sólo diez euros y 25 platos de degustación que pasaban por el garibuche de garbanzos con conejo, el pudín de merluza, los huevos a la flamenca, las manitas de cerdo o el chateubrian de buey. Además, el precio simbólico del menú iba destinado a Cáritas.
Y, como no podía faltar, uno de los platos estrella del local: el cochinillo asado que llevó hasta el establecimiento de Martínez Campos un clásico que ya ha pasado por las jornadas gastronómicas del establecimiento de Martínez Campos: José María de Segovia.
Rosa López, Tatiana Garrido, Cristina Hoyos y Mariquilla fueron las tres invitadas encargadas de partir el cochinillo en el almuerzo, al que acudieron representantes de todas las administraciones de Granada y que se cerró con un homenaje a los propios anfitriones, que recibieron una placa de manos de Pedro Luis Mérida, jefe superior de Policía de Andalucía Oriental, y otra de María José Sánchez, la delegada de la Junta de Andalucía.
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