8 conversaciones sobre feminismo
Dia de la Mujer
Los granadinos hablan sobre igualdad en la víspera de la manifestación por los derechos de la mujer
La violencia de género y la brecha salarial, los puntos de encuentro de todas las voces
Granada, 11 de la mañana. Víspera del primer 8M después de la avalancha feminista en las calles del pasado 8 de marzo. Un año de feminismo que a base de cincelar conciencias a través de manifestaciones y visibilidad en medios de comunicación se ha conseguido colar el debate sobre el estado de la mujer en las conversaciones de banco de plaza, de cafetería y de todos aquellos lugares sacrosantos de barrio. Lugares alejados de palcos políticos donde la ciudadanía expresa el latido social.
Un paseo por Granada y ocho conversaciones con ellas y ellos sobre el 8 de marzo, la mujer y el feminismo, o el espantajo electoral que corre de mítin en mítin. El apoyo a la igualdad es innegable en todas y cada una de las entrevistas realizadas, si bien en muchos casos el término feminismo es confuso y se dilata o contrae en su semántica. Muchos granadinos huyen de llamarse feministas, pero apoyan sin cortapisas la igualdad, rechazan en bloque la violencia de género, no comprenden cómo puede existir una brecha salarial entre hombres y mujeres y ven necesarias manifestaciones como la que va a tener mañana.
Granada habla de derechos humanos y la sensación general es la huida de cualquier término que se haya politizado, cuando el ciudadano trata el tema de la desigualdad lo hace desde las vísceras. Hablan de feminismo lógico.
Ramón Dionisio es albañil de La Malahá y rompe el canon sobre los piropos. “Si decimos un piropo es hasta agradable, lo que pasa es que hay veces que no son piropos, si no que te estás metiendo con esa mujer, es diferente”. “Una cosa bonica a todo el mundo le gusta”, dice, “pero otra cosa es soltar burradas”.
No se considera feminista pero ve necesario que se celebren manifestaciones como las de mañana y que se reivindiquen los derechos de la mujer. Cuenta que “hay detalles que se ven” que confirma un cambio de perspectiva en la sociedad. “Creo que las mujeres están más crecidas, antes estaban más apagadillas” asegura este padre que ve a sus tres hijas y a su mujer hablando de feminismo, algo a lo que él no se va a oponer.
“Lo que a mí no me parece bien es que en el mismo trabajo una mujer tenga que cobrar menos que un hombre”, dice Ramón, que ha visto un caso en uno de sus trabajos: “he tenido a una mujer en la obra con la grúa y ella ganaba menos que yo, y luego cuando ella se fue y en la grúa se sentó un hombre, ganaba lo mismo que yo”. Y se pregunta: “¿y eso por qué?”.
Cintia Rojas, camarera de 32 años pertenece a esa generación que ha despertado en la conciencia feminista aunque se han criado en términos machistas. “En mujeres cercanas a mí sí he visto un cambio de mentalidad aunque en cuestión de trabajo no he notado un cambio en este último año”, explica.
“Hombres y mujeres están más concienzados”, cuenta y remite a la inminente manifestación del 8M en la que ve a la gente “moverse y participar más”. Cintia está “convencida” además, de lo necesario de las movilizaciones de hoy y alude como imprescindible “que las mujeres cobren lo mismo que los hombres y lo tengan todo igual”. “No estoy de acuerdo en que las mujeres sean superiores a los hombres”, avisa.
En otra generación, la que ha nacido con el feminismo en su ideario como realidad implantada en la conciencia y en la forma de entender las relaciones humanas están Ángela Garrido y Adrián Martín. De apenas 20 años y estudiantes.
“La mujer, aunque no del todo, está más valorada”, dice Ángela que al igual que Adrián sitúa el quid de la cuestión “en la educación que se reciba en casa”. Sobre las relaciones entre hombres y mujeres de su edad, Adrián sostiene que trata a Ángela igual que a cualquier otro: “la trato como quiero que me traten”. Y sobre los piropos, él matiza que “no puedes ir por la calle y decirle lo que quieras a una mujer” a lo que ella responde que “ahora hay más respeto”.
En cuanto al reparto de tareas domésticas, ella sostiene que sí se empieza a ver un cambio: “hay hombres que limpian”. “Creo que todo depende de la educación, lo que veas es lo que vas a hacer”, matiza él.
Es necesario un 8M, explica Ángela porque “el hombre sigue mandando en la casa y eso tiene que cambiar, además de los sueldos, que tienen que ser iguales”.
La siguiente conversación se retrotrae tres generaciones. Francisca Pinardell es peluquera jubilada y es de las ocho conversadoras la que guarda más ardor en sus reivindicaciones.
“Pienso que no ha cambiado mucho desde el año pasado porque las mujeres no estamos apoyadas”, dice esta mujer catalana de visita en Granada que alude enseguida a las manadas “que la ley no las castiga como las tiene que castigar y se le echa la culpa a la mujer, por ahí no paso”. Dice Francisca que “las mujeres tenemos que tener igualdad en todo: tenemos que ser libres e ir por la calle sin miedo”
Sobre la violencia de género también se muestra tajante Nizar, dueño de una copisteria y padre de hijas “muy feministas”. Él en cambio, pese a estar de acuerdo plenamente con la igualdad de géneros, huye del término feminista ya que lo tacha como “una ideología” que no entiende, en cambio asegura entender el derecho de la mujer y por eso, sostiene que son necesarias las manifestaciones como la de mañana.
Nizar apunta sobre el último año del feminismo que “ha habido bastante cambio, las mujeres tienen más derechos aunque comprendo que los salarios no están aún equiparados”.
Elena Pavón se ha instalado profesionalmente en un nicho que por tradición, aunque asiste a un cambio, siempre ha sido mas culino. Ella es visitadora médica y en el último año no ha visto ningún cambio importante en la vida de las mujeres, aunque sí de unos años a esta parte en su ámbito laboral. “En cuanto a la concienciación sí que se ha notado, ahora sale mucha más gente a la calle a pedir sus derechos” dice Elena que considera “necesarios” días como el de hoy aunque “se están consiguiendo muchas cosas y no se está haciendo mal, los cambios son lentos”.
“Sí que hay cambio, pero se necesita más porque la mujer sigue teniendo mucha presión social”, dice Azahara López, licenciada en Bellas Artes. En las personas mayores incluso, dice, se escucha que tienen algo de conciencia feminista. “La gente joven sí entiende que hay que hacer presión”, sostiene ella que la importancia de la manifestación de hoy es “dar visibilidad porque “si no recalcas algo no sirve y hay pensamientos muy antiguos que hay que cambiar porque también son votantes”.
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