El cromo de Ángel castellanos
pasado con presente incluido
Es considerado como uno de los mejores futbolistas que ha tenido el Granada CF
Vistió en cuatro ocasiones la camiseta de la selección nacional
Ahora, con 65 años y dos nietas, dedica su tiempo a dar largos paseos y en asistir a clase para ejercitar la memoria

Nuestra generación tuvo que soportar muchas veces los caprichos del niño que era el dueño de la pelota al que había que no cabrearlo para que no se la llevara. Ángel Castellanos suelta una risa con intenciones de carcajada cuando recuerda a algún que otro de esos personajillos de su infancia.
-Normalmente eran los más pudientes y los más torpes, pero como eran los propietarios del balón, pues había que hacer lo que ellos querían. Si decían que no había sido gol, no había sido gol. Si los contrariabas se llevaban la pelota y se acabó lo que se daba.
Ángel Castellanos Céspedes luce una acusada fisonomía bíblica, como de personaje de los evangelios trasplantado a estos tiempos de internet y nuevas tecnologías, con sus bien dosificados ingredientes de seducción y contradicción. Ataviado con ropa de época, bien puede pasar por el Moisés de la tabla de los diez mandamientos o por ese Abraham al que Dios le ordena sacrificar a su hijo Isaac. Su figura estilizada e impecable pone en duda esa teoría por la cual los que dejan de hacer un deporte inevitablemente le salen michelines o barriga cervecera. Tiene el rostro grave, una barba que se resiste a las canas y una mirada acuosa que trasciende en sus bonitos ojos claros y lastimeros. Cuando lo llamé la semana pasada para la entrevista me dijo que el martes no podía porque tenía que ir a clase. Así que lo primero que hacer al verme en la terraza de Las Titas, donde se desarrolla nuestra conversación, es deshacer el entuerto y explicarme que no va a dar clases, sino a recibirlas.
-Estoy yendo a sesiones para ejercitar la memoria. Es que tengo problemas aquí -dice señalándose la cabeza-. A veces se me olvidan las palabras y tengo lagunas. Hay mucha gente que me quiere que está preocupada por mí, pero yo les digo a todos que estoy bien, que no se preocupen. ¡Qué más quisiera yo ser el que diera las clases!
Y se ríe con una risa franca y sincera.
TRES VECES EN LA SELECCIÓN
Si hoy sale aquí a la palestra de esta serie es porque Ángel Castellanos está considerado por muchos como el mejor futbolista que ha tenido el Granada Club de Fútbol. Estuvo cinco temporadas en el equipo de esta ciudad y diez en el Valencia. Ganó una copa del Rey, una Recopa de Europa y una Supercopa de Europa. Además vistió tres veces la camiseta de la selección española. ("Cuatro, aunque la cuarta estuve chupando banquillo", aclara). Ángel Castellanos, ahora con 65 años y dos nietas, dice que el fútbol ha sido esa actividad a través de la cual ha accedido a su vida, una vida placentera y agradable que le ha permitido tener buenos amigos y mejor familia.
-No es que me haya gustado practicar el fútbol, es que me gusta todavía. Cuando veo a los chavales dándole a la pelota a veces me pongo a jugar con ellos. Es que lo llevo dentro.
Y vuelve a soltar una de sus risas.
Es probable que cuando busque en su mente las palabras adecuadas no las encuentre, pero si busca recuerdos sobre sus comienzos los encuentra fácilmente. Cuando habla lo hace con voz tenue y silente, de un diez sobre cien en una escala de volumen, como dándole a cada frase el aspecto de confidencia. Nació en la localidad manchega de Miguelturra en el seno de una familia humilde y trabajadora. Él era el segundo de cinco hermanos: cuatro varones y una hembra. Su hermano mayor también le daba a la pelota y seguramente fue él el que le inoculó su pasión por el balompié. Cuando tenía once años su familia se trasladó a Ciudad Real, donde su padre abrió un bar en el que se hablaba mucho de fútbol. A los 16 años fue fichado por el CD Manchego de tercera división y un par de años más tarde lo fichó el Sabadell.
-Vino un ojeador a llevarse al defensa central, pero al final me eligió a mí. Yo por entonces era un joven muy tímido, tanto que no dije nada a mi familia. Mi padre se enteró por el periódico. Uno de los parroquianos del bar se lo dijo: "Mira, aquí dice que el Sabadell ha fichado a tu hijo" A mi padre le sentó regular que se lo ocultara, lógico.
El Sabadell por entonces militaba en primera división y era una cantera de jugadores para el Barcelona y otros equipos de primera división.
-Estaban Zaldúa, Montesinos, Quiles… Yo estaba acojonado, fue un cambio muy brusco en mi vida porque pasé de juntar cromos de estos futbolistas a jugar con ellos.
Pero en el Sabadell estuvo poco tiempo, aunque el suficiente para conocer cómo era la Primera División. Jugó tres partidos (con el Real Sociedad, Español y Sevilla), hasta que el entrenador, Pasieguito, les dijo a él y a Quiles que le había buscado dos equipos en los que ambos podían jugar: el Granada o el Sevilla. Para Pasieguito no tiene nada más que palabras de agradecimiento.
-Tenía un carácter muy introvertido y se dijeron de él muchas cosas raras, pero a mí siempre me trató bien y fue el culpable de que yo recalara aquí. Cuando me casé con Emilia, mi mujer, le solía decir que me había conocido gracias a que él me había traído a Granada. Era un buen tipo, de verdad.
Pero su destino no estuvo escrito hasta última hora. Fue en la estación de Manzanares -venía al sur en tren- cuando decidió que su equipo sería el Granada. En el equipo rojiblanco estuvo cuatro temporadas y Kubala, el seleccionador nacional, le hizo vestir por cuatro veces la camiseta de la selección española.
-¿Sabes por qué no fui más veces a la selección? Porque me dejé barba. Me dieron una patada en el rostro y me tuvieron que dar trece puntos. Para tapar la cicatriz me dejé la barba. Pero a Kubala no le gustaba y alguien me dijo en plan confidencia que no me llamaba más por eso. Yo fui a hablar con él y le dije que lo mismo jugaba con barba que sin barba, pero es que este hombre en ese aspecto era más retrogrado que andar para atrás.
Castellanos recuerda con cariño aquellos años gloriosos del Granada, cuando los equipos le temían venir a jugar a Los Cármenes. Aquel Granada, repleto de jugadores hispanoamericanos, siempre será recordado por la dureza de su juego, pero alcanzó cotas impensables para un club tan modesto. El equipo, entrenado por Joseíto, se basaba en la preparación física, podían correr y luchar durante todo el encuentro. A la expeditiva defensa había que sumar la aportación goleadora de Porta, 'pichichi' en 1972, clave para que el equipo acabase sexto ese año.
-Vinieron de Sudamérica Aguirre Suárez, Fernández y Montero Castillo, tres defensas muy duros que acojonaban a los contrarios. Me acuerdo que una vez, cuando jugábamos contra el Barcelona, Aguirre Suárez se acercó a Marcial y le dijo con aquel acento argentino que tenía: "Ché, rubito, ¿te has despedido ya de tus padres?" Cuando uno se le escapaba le decía a Fernández: "¡Ahí te mando a uno, remátalo tú!". Eran tremendos, jajajaja. Fue cuando Asensi dijo aquella famosa frases de que venir a jugar a Granada era como venir a la guerra.
LAS BATALLITAS DE LOS VETERANOS
Está nuestra conversación perlada de interrupciones. No porque lo queramos sino por las circunstancias. A Ángel también le interesa lo que está pasando a nuestro alrededor y de pronto se fija en un vendedor de corbata que va en sillas de ruedas, en un aficionado que se ha acercado a nosotros para saludarlo, en una chica muy mona que pasa por nuestro lado y que se merece un piropo compartido, en una representación teatral que se está dando al final del Paseo del Salón… Todo es parte del escenario de su vida y en donde él pasa algunos buenos ratos con veteranos del Granada como Lelo o Fernando Aguilera.
-Nos reunimos aquí en Las Titas de vez en cuando porque Lelo y Fernando tienen en el Colegio Sagrado Corazón a sus nietos y a veces vienen a recogerlos. Nos contamos muchas batallitas, que son siempre las mismas, pero que son nuestras.
En Granada estuvo cuatro años, hasta 1976 en que fue fichado por el Valencia, donde se hizo con el puesto de mediocentro titular durante las nueve temporadas que estuvo en la ciudad del Turia. Dicen las crónicas antiguas que Castellanos era un peón de brega incansable ("he jugado en todos los puestos menos de portero y de delantero centro") que guardaba las espaldas a sus compañeros y se encargaba de cortar el juego de los rivales. Un papel ingrato no siempre entendido ni valorado por la grada. Sólo el paso del tiempo situó al manchego en el lugar que merecía por su eficacia y regularidad.
Castellanos recuerda aquella época del Valencia como de las más felices de su vida porque su trabajo fue muy reconocido por la afición y el vestuario. Además de que conoció a muchos compañeros con los que congeniaba.
-Conocí a Claramunt, Valdés, Kempes, Jesús Martínez, Adorno… Este último era argentino y se tiñó el pelo de rubio. La gente le decía que era maricón. Jajajajaja. Una de las personas que me ayudó en los comienzos fue Toni, que me dio un consejo que he tratado siempre de seguir. Me dijo que tenía condiciones de buen jugador, pero que hiciera todo lo posible de que el éxito no se me subiera a la cabeza.
En Valencia se estableció con su familia y allí tuvo una de sus tres hijas.
-Estoy rodeado de mujeres. Además de mi esposa, tengo tres hijas y dos nietas. Y mi suegra que vive en el piso de arriba. ¡Estoy encantado! -dice sin olvidar el tono de humor con el que impregna muchas de sus contestaciones.
La brillante trayectoria de Castellanos en el Valencia se cortó el verano de 1986 tras el descenso a segunda división del equipo. Castellanos vuelve a jugar un año más en Granada, pero siente que su carrera deportiva ha finiquitado.
Y se queda a vivir en Granada, donde tiene su familia y donde puede dedicarse a trabajar en la cadena de tiendas de ropa Ema, que fundó su suegro. Hasta que se jubila. Ahora pasa su tiempo en dar largos paseos, en ir a clase en la que participa en juegos interactivos para ejercitar la memoria y en formar tertulias improvisadas con los amigos, casi todos ex jugadores del Granada. Precisamente cuando estamos hablando se acerca Fernando Aguilera, con el que ha quedado para una de esas tertulias. Nos saluda y se sienta con nosotros. En un momento determinado Castellanos se levanta para "regar las macetas" y Fernando me pregunta si su amigo me ha contado cuando metió el penalti decisivo contra el Notthigam Forest en la final de la Recopa de Europa. Cuando vuelve Ángel de "regar las macetas", se lo pregunto.
-Sí. Estábamos en la tanda de penaltis y nadie quería tirar el último, que era el decisivo. Yo me hice el loco porque tampoco quería tirarlo pero Di Estéfano, el entrenador, vio que andaba yo por allí haciéndome el despistado y me lo ordenó: "Tíralo vos". Menos mal que lo metí.
-¿Tampoco te ha contado que hace poco lo hicieron presidente de honor del Granada?- me pregunta Fernando.
-No.
-¡Puf! Es que son muchas cosas- dice con ese tono de modestia que hace a los grandes.
Precisamente el modelo que tiene Ángel Castellanos como futbolista es Andrés Iniesta. Dice que es el ejemplo a seguir de persona que triunfa en una actividad y no por ello se siente superior a los demás. Y porque cree que su categoría va en proporción directa a su educación y su saber estar en los campos de fútbol y en la vida. También comenta que el fútbol ha cambiado mucho, sobre todo en la relaciones de los futbolistas.
-Antes terminábamos los entrenamientos y nos íbamos al bar que había enfrente de Los Cármenes a tomarnos unos vinos con casera. Todo era camaradería y buen ambiente. Hoy los futbolistas van todos a su rollo y son mercenarios. La mayoría no sienten los colores de los equipos en los que juegan.
A la hora de despedirnos le digo que me haga llegar algunas fotos de cuando él era jugador o que hayan sido significativas en su vida.
-Yo no soy de los que juntan fotos. Mira, a ver si te puede servir esto. Es lo único que guardo.
Y saca de su cartera un viejo y estropeado cromo de los años setenta en el que se ve a él cuando jugaba en el Valencia. Sólo guarda un cromo como metáfora del ligero equipaje que hay que llevar en esta vida y del que hablaba el poeta. Así es este futbolista.
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