Las cuentas del excepcional enterramiento de Montelirio que la Universidad de Granada puso bajo la lupa y en la balanza

En Granada se realizó el análisis químico y el examen morfométrico de las perlas de piedra y concha con las que se amortajó a varias mujeres en la Edad del Cobre

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Imagen de las cuentas que se emplearon en la vestimenta de las mujeres inhumadas en el tholos de Montelirio.
Imagen de las cuentas que se emplearon en la vestimenta de las mujeres inhumadas en el tholos de Montelirio. / R. G.
A. A.

16 de marzo 2025 - 05:22

El enterramiento del Tholos Montelirio, parte del yacimiento sevillano de Valencina, "revelaron lo que equivale al mayor conjunto de cuentas jamás documentado en un solo enterramiento". Este hito, que se subraya en el estudio publicado recientemente en Science Advances, es relevante por el hecho, también destacado en el estudio, de que estas cuentas son "excelentes indicadores de tecnología".

Y mucho más. Para exprimir el máximo de información posible de las cuentecillas encontradas en el enterramiento éstas fueron analizadas minuciosamente. Parte de ese investigación se hizo en la Universidad de Granada (UGR).

Las cuentas -se han calculado unas 270.000- se emplearon en las vestimentas de las mujeres halladas en el enterramiento, datado hace unos 4.800 años. Se enhebraron para formar singulares faldas y suntuosas telas tras horas y horas de trabajo artesano. Se ha estimado que para hacer semejante trabajo, en el caso de que hubiera habido diez personas "a tiempo completo", es decir, con una dedicación de ocho horas diarias, hubieran sido necesarios siete meses de trabajo para hacer todas las cuentas. "No parece -señala el estudio- que sufrieran una escasez de mano de obra".

Para hacer las cuentecillas se emplearon kilos de concha y también piedra. Carlos Rodríguez Rellán, investigador Emergia del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, fue uno de los responsables del análisis de las perlas. En concreto, se centró en el estudio morfométrico, la forma y dimensiones de las cuentas. "Las medimos y las pesamos", cuenta sobre el proceso. Para ello se procedió a escoger una muestra representativa de estos adornos ante el "número brutal" de piececillas a estudiar.

El objetivo del estudio era determinar "si había diferencias entre cuenta y cuenta", cuenta Rodríguez Rellán. Estos matices podrían indicar la posibilidad de que hubiera varias manos artesanas detrás de la minuciosa fabricación de las cuentas, bajo la premisa de que "piezas hechas por la misma persona" deberían parecerse "más entre sí".

Estas diferencias podrían determinarse en el estudio de las diferencias del círculo que presenta cada una de las perlas. Se analizó "cuán cerca estaba del círculo perfecto y para ver la maestría de los artesanos y estandarización, si eran capaces de hacer piezas similares entre sí", añade el investigador.

El muestreo representativo de las 270.000 cuentas que se calcula que conformaron estas valiosas vestimentas lo compusieron 3.000 piezas. Una parte viajó hasta Granada para su análisis en el Centro de Instrumentación Científica (CIC) de la UGR.

Sobre los resultados del examen morfológico -en el que se han empleado técnicas estadísticas- se determinó, según Rodríguez Rellán, que existen "diferencias" entre conjuntos de cuentas, "lo que apunta a que intervinieron varias personas". Cada pieza pesa entre uno y dos gramos y mide entre dos y cinco milímetros, hechas de concha o de piedra. "Esto sería lo que es ahora un vestido de lentejuelas", añade el investigador. Algunas de las tiras de perlas debían incluso balancearse con el movimiento de la mujer. "En ese momento debía ser extraordinario".

La participación de varias personas se antoja como algo lógico si se tiene en cuenta la cantidad de perlas que hubo que hacer de forma manual. Primero hubo que buscar las conchas y piedrecitas en las costas cercanas (en aquella época Valencina estaba cerca del mar), recolectarlas, llevarlas, almacenarlas, seleccionarlas y, finalmente, elaboradas. Las cuentas no parecen haber sido "viejas", es decir, heredadas, cuando se depositaron con los cuerpos como mortajas o elementos de ofrenda.

Todo ello, la cantidad de personas involucradas en el proceso, lo minucioso de la fabricación y la ingente cantidad de perlillas, hablan de una "complejidad social" en el periodo estudiado, entre los años 2900 y 2650 aC. Los vestidos hechos con cuentas hablan de "exhibición de autoridad y poder", de una élite de mujeres, todas ellas jóvenes (la mayor tenía unos 34 años) en el momento del fallecimiento. "Son sociedades complejas", en la que ya se da la especialización de tareas, razona Rodríguez Rellán.

El otro investigador de la UGR relacionado con el estudio ha sido el geólogo Juan Cárdenas, que centró el análisis en las cuentas hechas con piedra. El examen se hizo con la microsonda electrónica del CIC -un centro "puntero, con tecnología de última generación" y que cuenta con financiación de la UE, enumera Cardenas- capaz de proporcionar datos químicos. En el mismo participaron Miguel Ángel Hidalgo Laguna como técnico y Antonio García Casco como asesor científico.

"Es como un TAC, pero mucho más complejo", comienza Cardenas. El análisis químico de las piezas permite conocer de dónde pudieron sacarse. En este caso eran cantos rodados que estaban en el lecho del río, procedentes de la erosión de la Sierra de Aracena. Los artesanos que aquel asentamiento echaron mano de lo que tenían más cerca, según permite dilucidar este estudio.

El grupo Atlas del arqueólogo Leonardo García Sanjuán, de la Universidad de Sevilla, ha liderado este estudio sobre la importancia de la indumentaria ceremonial y su simbolismo. Se trata del mayor conjunto de cuentas perforadas jamás documentado en una única tumba, y en su estudio se han empleado cinco años.

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