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Granada año a año
Granada/Muchos granadinos ya septuagenarios o a punto de serlo se acuerdan de cuando eran unos chaveas y un día corrieron detrás del autobús del Granada CF que se iba para Málaga a jugarse el ascenso a Primera División. Al pasar el autobús por la Virgen de las Angustias los jugadores y directivos le estuvieron rezando a la Patrona para que se hiciera realidad el sueño que llevaban persiguiendo varios años. Al final la Virgen atendió a los ruegos de sus fieles rojiblancos y el Granada ascendió. Eloy marcó el gol del empate en Málaga, que fue suficiente porque en Los Cármenes se había ganado al equipo boquerón por dos a uno. Los jugadores granadinos se llevaron un millón de pesetas de prima por el ascenso. Entrenaba al equipo el húngaro Janos Kalmar y era presidente José Bailón.
1966 fue un año que permitió algunas alegrías como esta del ascenso, pero también fue un año en el que los granadinos lloraron mucho. Lloraron, por ejemplo, cuando se echó el cierre el Teatro Cervantes. La última función fue el 22 de enero de ese año. El teatro, ubicado en la plaza del Campillo, había acogido a las mejores compañías y a los mejores actores durante su funcionamiento. Pero vino la piqueta y convirtió en solar el edificio, en el que también estaba el Liceo y la Asociación de la Prensa.
El teatro se construyó durante la etapa de la invasión francesa, en 1810, a instancias del general Sebastianini. Primero se llamó Teatro Napoleón, como no podía ser menos. Después se llamó Principal y, por último, con motivo del tercer centenario de la primera edición del Quijote, pasó a llamarse Cervantes. La última obra que se representó se llamó La venganza de don Mendo. "Agradezco desde estas líneas que hayan seleccionado una obra cómica para la última función del Cervantes, porque así se podrá rebajar la tensión a que me constan que están sometidos todos los granadinos amantes del teatro", escribió el crítico Narciso de la Fuente. La última función sirvió como homenaje a Manuel Hernández Bermúdez, decano de los aficionados al arte de Talia en Granada.
Pero hubo más lágrimas. El mundo del flamenco lloró a María Cortés Heredia, más conocida por María la Canastera, que se fue de este mundo el 30 de octubre de este año que nos ocupa. María nació y murió en el Sacromonte. Su padre era conocido por Caganchín y se dedicaba a la confección de canastos de mimbre, de ahí el mote de su hija. María se dedicó desde muy joven al cante y al baile y practicó como nadie la famosa zambra sacromontana en su misma cueva, que era visitada por muchos famosos que arriaban en nuestra ciudad.
En la cueva, que hoy está abierta para los turistas y que regenta su hijo Enrique, se ve a ella con actores famosos como Anthony Quinn, Alain Delon, Henry Fonda, Agustín Lara o Ingrid Bergman, por citar unos pocos. María La Canastera, que tiene plaza y una estatua dedicada en el bulevar de la Avenida de la Constitución, había participado junto a Carmen Amaya en la película María de la O. Grabó varios discos y actuó con 16 años antes el rey Alfonso XIII en una de las muchas escapadas que hizo el Borbón a Granada, en donde se dedicaba a la caza de conejos de todo tipo, de campo y de ciudad.
El mundo de la Cultura lloró ese año por la muerte de uno de los ilustres granadinos: Melchor Fernández Almagro. Se había fracturado el fémur en 1965 y a raíz de ahí su salud empeoró hasta morir en Madrid el año que nos ocupa. Fernández Almagro escribió varios libros de historia y además fue periodista, crítico teatral y literario. Además, en 1940 fue –¡durante 15 días!– gobernador civil de Baleares. En Granada fue uno de los asiduos de la tertulia de El Rinconcillo y uno de los principales confidentes del joven Lorca, con quien cruzó un importante epistolario compuesto por más de 60 cartas correspondientes a todas las épocas del autor. Cuando se fue a vivir a Madrid, los tertulianos lo nombraron 'Cónsul general de El Rinconcillo'. La guerra la viviría en Burgos y Salamanca, dedicado a la prensa y propaganda franquista. Y en la posguerra formó parte del primer Consejo General de Teatro del franquismo. Del asesinato de su amigo García Lorca nunca quiso hablar.
También lloraron los granadinos por la muerte de José Fernández Arcoya, más conocido por el Padre Arcoya, sacerdote durante muchos años de la Basílica de la Virgen de las Angustias. El padre Arcoya fue muy popular. Los feligreses lo tenían como un buen orador, inquieto y muy conservador: el prototipo de los párrocos de las iglesias importantes en esos años. El padre Arcoya era también profesor del Seminario y estuvo muy vinculado a la causa franquista. Los granadinos más zumbones y maledicentes decían que en Granada había demasiados niños que se parecían al Padre Arcoya, al que sacaban chistes por la rima de su apellido con la palabra granadina por excelencia.
Y, por último, el mundo del montañismo lloró por la muerte de Demetrio Spínola y Antonio Manrique, dos deportistas que iban en una avioneta del Aéreo Club de Granada que se estrelló en Sierra Nevada. Fue el día 7 de marzo. Demetrio Spínola, que tiene una calle dedicada en el Barrio de la Juventud, fue uno de los pioneros –herederos de los 10 Amigos Límited– de la práctica del esquí en Sierra Nevada y tenía una tienda de Deportes en la Acera del Casino, según se cuenta en el Callejero emocional de Granada.
Cuando Demetrio Spínola murió en Sierra Nevada, acababa de inaugurarse allí el Centro de Interés Turístico Solynieve. Era el primer paso del plan municipal iniciado unos años antes. Así se ponía en marcha en Pradollano el hotel Sierra Nevada y el telesilla que unía esta zona con el Albergue Universitario, donde se estaba construyendo el Parador Nacional de Turismo, que inauguraría Manuel Fraga Iribarne a final de año. El ministro de Información y Turismo estaba por esa época cada dos por tres en Granada. En la década de los sesenta, vino al menos en una decena de ocasiones y en casi todas ellas estaba obligado a hablar del famoso proyecto de creación del aeropuerto granadino. "No os preocupéis, que eso está al caer", era más o menos el mensaje que daba a las autoridades granadinas.
En 1966 vino de nuevo a Granada tras participar en el famoso baño en la zona de mar almeriense en la que habían caído las famosas bombas de Palomares. La historia es muy conocida. Sobre suelo almeriense colisionaron el 17 de enero de 1966 un avión cisterna y un bombardero en una maniobra de reabastecimiento de combustible. Esto provocó el desprendimiento y la caída de cuatro bombas termonucleares que transportaba el bombardero siniestrado, así como la muerte de siete del total de los tripulantes que sumaban ambas aeronaves.
Pero las desgracias nunca vienen solas y un avión americano que venía con material de apoyo para los efectivos que participaban en la búsqueda de las bombas nucleares caídas en el mar, se estrelló unos días después en Sierra Nevada, en un lugar llamado Peñones Negros, a 3.250 metros de altitud. Murieron los ocho tripulantes que iban a bordo. El impacto sobre la montaña fue tal que el trozo de mayor tamaño que se encontró apenas si medía dos metros. Trozos humanos inidentificables quedaban desperdigados y enterrados en la nieve en un área de varios kilómetros. Aunque al Régimen lo que le preocupaba era que la difusión del accidente de las bombas nucleares mermara el turismo de la zona e hizo que Fraga y el embajador americano se bañaran en la zona donde habían caído los aparatos para certificar que no existía peligro alguno. Era su forma de decir al mundo que las aguas del Mediterráneo eran seguras y que el riesgo de contaminación radioactiva era nulo. La foto del ministro embutido en un bañador talla XXL se hizo viral, como se dice hoy, ya que salió en todos los medios de comunicación habidos y por haber.
El Rey Chico funcionaba en Granada como mancebía, casa de lenocinio y refugio de juerguistas, hasta que en 1966 el empresario Manolo Gómez quiso darle la dignidad de sala de fiestas, con chicas bailando ligeras de ropa y actuaciones de cantantes. Un sitio en el que los matrimonios pudieran ir a oír cantar a Antonio Machín, Juanito Valderrama o Marifé de Triana, por decir unos pocos de la gran variedad de artistas que por allí pasaron. El Rey Chico era pues un recinto en el que la noche podía dar de sí todo lo que se uno quisiera porque lo mismo se podía ir a alternar con una señorita en la barra del bar que presenciar un espectáculo de varietés (como se decía) o ver la actuación de La Gata, la primera drag queens granadina. El Rey Chico era pues una especie de sucursal del Molino Rojo y estuvo presente durante muchos años en la intrahistoria de esta ciudad. A partir de los años 70 se fue oscureciendo su recorrido. Tuvo una serie de cierres intermitentes hasta su última apertura, en 1989, como tablao flamenco, una sala pequeña y acogedora que no consiguió ganarse a los granadinos ni a los turistas que veían más exótico ver espectáculos flamencos en las cuevas del Sacromonte.
También hay reformas en la Universidad. Aparte de la creación o ampliación de algunas facultades, los estudiantes se envalentonan a la hora de reivindicar un mayor aperturismo en la institución. Ese año, un buen puñado de profesores universitarios granadinos marchan a Baeza a participar en el homenaje –no autorizado por el Régimen– que allí se le hacía a Antonio Machado. Hasta la ciudad jienense se desplazaron hasta 2.500 personas que admiraban al poeta procedentes de toda España. La represión y las cargas policiales fueron brutales a la hora de llevar a cabo la orden de prohibir la puesta de un busto de Machado en una de las calles por las que solía pasear el poeta. El busto, que era de Pablo Serrano, fue requisado y estuvo durante muchos años en un trastero del Ayuntamiento baezano.
En 1966 se rueda en La Calahorra un western mítico: El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone y con la música de Ennio Morricone. Las escenas que se rodaron en nuestra provincia corresponden a aquellas en las que hay un tren de por medio. También se efectúa en un tren parte del rodaje de la película Bandido, otro de las decenas de western que se rodaría en los alrededores de Guadix esa década. Completan las rodadas ese año y en esa zona Joe el Implacable y Yo soy la revolución, con Gian María Volonté interpretando al personaje El Chucho.
Una película que se aprovechó al máximo de los paisajes granadinos y rodada ese año fue La leyenda de un valiente, con Yul Brinner y Trevor Howard como actores principales. El primero era un actor que estaba de moda por haber hecho Salomón y la reina de Saba. Estuvo varias semanas en Granada y por su cabeza rapada la gente lo reconocía cuando paseaba por la ciudad. Dice Juan José Soto, que muchas noches cenaba con su mujer en el restaurante Los Mariscos, "a donde era frecuente que la gente pasase por el bar a verle. La simpatía personal fuera de la pantalla no correspondía con la que tenía en el rodaje". En cuanto a Trevor Howard, solo iba a donde pusieran buen güisqui. Para hacer la película se construyó hasta un fuerte de madera en El Padul y se filmaron escenas en Sierra Nevada, Huétor de Santillán, Iznalloz, El Cubillas, Los Bermejales, Motril y Almuñécar.
En 1966 parte de los caminos que utilizaban los vecinos de Trevélez, Válor y otros pueblos de la Alpujarra Alta fueron utilizados para abrir una carretera que convertiría en accesibles muchos de los núcleos de la zona. A partir de ese año por fin se puede ir por carretera por casi toda la Alpujarra. También se abre la carretera que comunica Granada con el Pico del Veleta, una colosal obra de ingeniería que había sido diseñada a primeros del siglo XX por el ingeniero Juan José Santa Cruz a instancias del duque de Galatino. Santa Cruz fue fusilado en las tapias del cementerio de Granada en 1936.
En 1966 comienza a nacer de manera definitiva el Polígono de Cartuja, 'el Polígano', como se llamaba en tono de humor. Es cuando las humildes casas allí construidas comienzan a acoger a las familias damnificadas de las fuertes lluvias y los derrumbes de cuevas de los años 1962 y 1963. En tres años se había urbanizado lo que se llamaba una 'ciudad satélite', a la que se le dotó de alcantarillado, red de agua potable y pavimentos en una extensión aproximada de ochenta estadios de fútbol. En su perímetro se podían construir 10.000 casas. En 1966 se construyeron las primeras 532. 'El Polígano' era ya una realidad.
Ese año nace la Escuela de Hostelería Hurtado de Mendoza, lo que la convertiría en la primera Escuela de Hostelería de Andalucía. También se pone en marcha el Centro Alhamar de Granada que se especializará en la formación turística. Y vienen a este mundo el entrenador de fútbol Lucas Alcaraz, el dibujante Antonio Mesamadero y el guitarrero Jesús Bellido. Y muchos más porque estaba en plena venida al mundo la llamada generación baby boom.
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