La desaparición de los secaderos de la Vega y la lucha por mantener su tradicional imagen en Granada

Estas construcciones se pierden en el paisaje granadino al igual que el cultivo del tabaco, mientras instituciones y agricultores luchan por conservar los últimos vestigios

El tabaco no se seca y su memoria tampoco en Granada

Un secadero de madera de chopo en la Vega de Granada
Un secadero de madera de chopo en la Vega de Granada / ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Los secaderos de la Vega de Granada se pierden. Estas tradicionales construcciones agrícolas, hechas de ladrillo, caña o madera, cada vez están más en desuso. Y lo que antaño fue un símbolo tanto en la capital como en los 41 municipios del Área Metropolitana que rodean los campos de la vega, hoy es casi una rémora que los más jóvenes conocen apenas por fotos y habladurías de sus abuelos. Siguen existiendo a día de hoy, pero escondidos entre viviendas unifamiliares o al pie de las pequeñas carreteras comarcales que atraviesan este campo de cultivo. Y la mayoría ya no sirven para lo que originalmente fueron concebidos.

Su desaparición del paisaje de la vega granadina viene derivada también por la desaparición del cultivo del tabaco, que tanta bonanza económica dio a mediados del siglo XX en la zona. Casualmente, en este 2024 se cumplen 100 años de la primera campaña de cultivo de tabaco en la Vega de Granada. En el momento de mayor auge, en la zona llegó a haber hasta 6.500 construcciones de este tipo, ideadas para que en los meses de agosto, cuando se recoge la cosecha de tabaco, las plantas se colgaran de los tallos con sus hojas bocabajo para estar semanas secándose. Tras el proceso, a primeros de noviembre, se empezaba a quitarles la hoja y acababa aquí la función de estos edificios.

El cultivo del tabaco cesó en la Vega hace varios años, sobre todo con la llegada del nuevo siglo, y los secaderos perdieron su función. Hoy día solo se mantienen en pie varios centenares, pero más por una cuestión sentimental y por el valor paisajístico de estos que por un motivo económico, ya que actualmente es residual el número de agricultores que sigue dándole su uso originario. Antes, prácticamente cada agricultor tenía un secadero. Hoy no son más que una imagen romántica.

El crecimiento de los municipios y el fin del cultivo del tabajo ha dejado los secaderos sin función
El crecimiento de los municipios y el fin del cultivo del tabajo ha dejado los secaderos sin función / ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Repartidos entre terrenos de la Vega y dentro del casco urbano de las localidades -debido al crecimiento de la población en todos los municipios metropolitanos en las últimas décadas-, los dueños usan los secaderos hoy día en su mayoría como almacén para utensilios de labranza si todavía se dedican a la agricultura, o como sitios de recreo para reunirse en sus fincas a comer con la familia. Son escenarios de barbacoas, de juegos de los más pequeños, e incluso a veces sirven como trasteros. Algunos se han reformado y ya ni siquiera están hechos de troncos de chopos o de álamos, revestidos de paja, o mostrando sus ladrillos vistos con agujeros a modo de sistema de ventilación.

Mantener la memoria

Para intentar que esta identidad no se pierda, los municipios de la Vega tratan de reforzar la imagen de los secaderos como señas de identidad y de sus raíces, buscando mantener vivo este trozo de historia de la Vega y sumarlo a sus atractivos turísticos. Uno de los más activos en este movimiento es Cúllar Vega, que incluso da la bienvenida a sus visitantes con un secadero de tabaco a escala instalado en la rotonda de acceso al pueblo desde la Vega, y cada año realiza su tradicional prueba deportiva Carrera Ruta de los Secaderos, a la que asisten cada año cientos de deportistas.

El ayuntamiento de esta localidad, de más de 7.700 habitantes según los últimos datos del INE, protege desde hace años estas típicas construcciones con subvenciones a sus propietarios, para que los mantengan en pie y no opten por derribarlos o reconvertirlos. El pasado mes se ponía en marcha nuevamente esta línea de ayudas por séptimo año consecutivo, una medida pionera en toda la comarca de la Vega.

A estas subvenciones, de hasta 4.000 euros, sólo se pueden acoger los propietarios de las decenas de secaderos que hay en Cúllar Vega, algunos con más de un siglo de antigüedad. Las ayudas podrán variar su cuantía dependiendo de distintos parámetros que valorará una comisión municipal, como el estado de conservación, los materiales de construcción o entorno en el que se ubican, entre otros.

Una mata de tabaco seca en el interior de un secadero
Una mata de tabaco seca en el interior de un secadero / ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPHERSSPORTS

El alcalde del municipio, Jorge Sánchez, más que una ayuda lo considera como "un gesto" hacia una de las imágenes referentes de la Vega de Granada. "Estas ayudas se hacen más que para ayudar a la agricultura como forma de mantener el patrimonio agrícola del municipio. Y es que no queremos que se pierda, por eso hemos optado por protegerlo de esta forma, siendo el único municipio de la Vega granadina que lucha por mantenerlos de esta forma".

Uno de los agricultores que solicita esta ayuda es Francisco Sánchez, un cullero septuagenario que pese a que no cultiva ya tabaco, no quiere desprenderse de este trozo de historia. "El secadero lo construimos en el año 85, y aunque el tabaco se perdió, nosotros lo mantenemos. Lo hemos reconvertido en un huerto, tenemos gallinas y cultivamos verduras de todo tipo junto a él. Tomates, patatas, cebollas, escarolas, brócoli... de todo. El secadero nos hace las funciones de almacén, y a mí me viene muy bien tenerlo. Yo me paso los días aquí trabajando el campo, para mí es un entretenimiento después de jubilarme", ha destacado a este periódico en una visita a su secadero.

Historia viva de una comarca

Conscientes de su valor paisajístico, otras administraciones como la Junta de Andalucía también han dado pasos para su protección: hace unos años se incluyó en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Catalogación General, la Casa Villaviciosa y el antiguo secadero de tabaco en Pago de los Montones, construcciones ambas de finales de los años 40 y principios de los 50, coincidiendo con la época de mayor relevancia de este cultivo.

Por otra parte, las imágenes de los secaderos de tabaco de la Vega, que fue universalizada en su obra por Federico García Lorca, también siguen inspirando iniciativas culturales como exposiciones en sitios emblemáticos o en los propios secaderos que han sido conservados por los ayuntamientos. Incluso estos secaderos han servido para cambiar la identidad de municipios granadinos, como por ejemplo en Valderrubio, antes llamado 'Asquerosa', que cambió su nombre en 1943 por el actual en referencia al 'valle del tabaco rubio'.

Francisco Sánchez, un agricultor de Cúllar Vega que no se quiere desprender de su secadero
Francisco Sánchez, un agricultor de Cúllar Vega que no se quiere desprender de su secadero / ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Los secaderos también han servido de inspiración al cine: la directora granadina Rocío Mesa les dio un protagonismo principal en su primer largometraje de ficción, Secaderos, un ejercicio de reencuentro entre el hombre y el paisaje y un homenaje a esos escenarios rurales. "El paisaje de mi infancia, a los pies de las montañas de Sierra Nevada, estaba repleto de secaderos de tabaco: enormes construcciones vacías que reinaban sobre el paisaje. Ante mis ojos de niña, que poco sabía de historia o agricultura, estas casas gigantes eran misteriosas guaridas de monstruos que cuidaban de la tierra", llegó a decir de ellos la directora.

Secaderos se estrenó en 2022 en la sección de nuevos directores Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde Mesa ganó el Premio Dunia Ayaso a la directora novel. La película, con 18 nominaciones a los Premios Goya 2024, recibió galardones, también internacionalmente, como el Premio del Público 2023 en el Festival South By Southwest de Austin, en Estados Unidos.

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