Una brecha cincelada por los roles
Día Internacional de la Mujer
El desequilibrio laboral y de ingresos entre hombres y mujeres no se manifiesta hasta la etapa en la que se tienen hijos
Las diferencias se arrastran hasta la jubilación
De cada 100 excedencias, 92 las cogen ellas
Un reciente informe, elaborado por CCOO, le ha puesto número a la brecha salarial que como símbolo de otras sigue existiendo entre hombres y mujeres, cuando está a punto de celebrarse otro 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, tras el hito que supusieron las masivas manifestaciones del año pasado.
Si el sueldo medio de un varón en la provincia de Granada son 16.569 euros, el de una mujer se queda en 13.596. Ello supone un 17,9% menos o 2.973 euros en números absolutos. Las diferencias se dan en todos los sectores, especialmente en la agricultura, donde los ingresos medios de una mujer son el 39,7% más bajos que los un hombre a lo largo del año. El más equitativo es el de la construcción y la actividad inmobiliaria y aun así la brecha salarial es del 17,2%.
En general, esa realidad no se debe a que las empresas apliquen salarios más bajos a una empleada que a un empleado, por el hecho de su sexo, algo teóricamente ilegal y sobre lo que ha habido varias sentencias recientes. Más bien se debe a los roles de género que, en muchos casos, siguen plenamente vigentes, a pesar de los años que han transcurrido con leyes de igualdad. Éstas sí han logrado que chicos y chicas tengan un desarrollo formativo y laboral similar, aunque con diferencias también en la elección de especialidades, hasta que se llega a esa etapa clave, en la que se plantean o fundan una familia. Ahí, con excepciones, empieza a cambiar todo.
Lo ilustran otros datos. Son ellas mayoritariamente las que optan por cubrir los aspectos que tienen que ver con la crianza, pese a la implicación de los padres. Por ejemplo, en Granada, de 100 personas que se piden una excedencia por cuidado de hijo, 92,7 son mujeres y si el porcentaje de trabajadores hombres con un contrato parcial en 2018 fue del 8,8%, en las mujeres llegó al 29,5%.
La última encuesta de empleo del tiempo publicada por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) concluía además que el 90% de las mujeres andaluzas dedicaban una media de cuatro horas diarias al hogar y la familia, mientras el 70% de los varones no llegaba a dos y media.
En la mujer, este tiempo sólo se reduce significativamente si cuenta con servicio doméstico –en el 90% de los casos, no llega a las tres horas– y conforme aumenta el nivel de estudios, porque las universitarias tampoco llegan a las tres horas, pero siempre más que los chicos.
Todo va repercutiendo en el nivel de ingresos y en esa brecha, al margen de la incidencia del desempleo, que es mayor entre la mitad femenina de la sociedad. En el último trimestre de 2018, la tasa de paro en la mujer alcanzó en Granada el 26,98% frente al 18,82% de los varones.
La sensación de que el desarrollo y evolución laboral de hombres y mujeres son más o menos equitativos hasta que se llega a la etapa de formar una familia “responde al peso de la realidad”, confirma Trinidad Núñez, profesora del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Sevilla, que recuerda que así quedó reflejado en el estudio Roles, valores y competencias de las mujeres que han roto el techo de cristal, en el que participó y para el que se entrevistó a 400 directivas de empresas con dirección fiscal en Andalucía.
Menos de la mitad de ellas, el 43,7%, destacaron que habían conseguido consolidar su puesto de trabajo una vez que habían tenido hijos, pero el resto respondió a esta pregunta que no. Aunque
la encuesta tiene más de una década, Núñez defiende su vigencia y que la crisis y la precarización de los empleos ha perjudicado, en general, más a las mujeres.
"Techo de cemento"
Son los roles culturales, asumidos durante generaciones e interiorizados que hacen que, llegado un momento, la mujer se cargue de razones para dar prioridad al hogar durante un tiempo aunque no renuncie a todo lo demás. Núñez habla en este sentido del “techo de cemento”, concepto que describe las normas que se autoimponen las mujeres y que hacen que renuncien a veces a la autopromoción. “Posiblemente renuncian como una forma de autoprotección. Y no lo hacen por miedo o por incompetencia sino por exceso de responsabilidad o por querer hacer un trabajo perfecto, dentro y fuera de casa”, señala la profesora.
“La autoexigencia de ser perfectas resulta agotadora. Las mujeres se lo piensan más que los hombres. Ese carácter reflexivo a veces juega un papel a favor de las mujeres pero a veces en contra”, añade, recordando una intervención en el mismo sentido de Ángeles González-Sinde, ex directora de la Academia del Cine Expañol y ex ministra.
“Son muchas las investigaciones que demuestran que el estado civil, la edad, la situación reproductiva de las mujeres constituyen un elemento importante en la trayectoria profesional de la mujer”. No ocurre en el caso de los hombres. La mujer se topa además con unos horarios y hábitos laborales no adaptados a las familias, porque se han estructurado durante siglos para trabajadores que no tenían que pensar en la intendencia del hogar y los hijos.
La directora de producción de cine andaluza Manuela Ocón ha profundizado en su tesis doctoral sobre la desigualdad en su sector, analizando las diferencias en gestión del tiempo y rechaza el concepto de “conciliar”, tan extendido: no se puede estar en dos sitios a la vez –ha dicho– hay que dividir el trabajo y tener la mente despejada para desarrollar un proyecto laboral creativo, pero también de cualquier tipo.
Elección de estudios
Por otro lado y pese al espectacular salto que se ha logrado en las últimas décadas en cuanto a la formación de las mujeres, las estadísticas reflejan que hay importantes diferencias en la elección de estudios universitarios. Según datos de la UGR del pasado curso 2017/2018, las mujeres suponían el 28,2% en las áreas de Arquitectura e Ingenierías, mientras que su presencia se dispara hasta el 71,5% en el área de Ciencias de la Salud o al 61% en el área de Ciencias Sociales y Jurídicas. En Ciencias son el 53,2% y en Artes y Humanidades el 67,3%.
Núñez apunta, como una de las razones de esta realidad, a que las familias siguen proyectando, aunque no lo hagan de forma explícita o conscientemente incluso, que son más adecuados para sus hijas determinados estudios o profesiones. Aunque, como en todo, hay excepciones que se convierten en referentes y que muestran que algo está cambiando.
En cuanto a esos roles de género que condicionan la realidad laboral de la mujer en determinada etapa de su vida, no todas logran retomar el impulso laboral tras dejarla atrás. A veces, incluso, el dilema vuelve, cuando se plantea el cuidado de las personas mayores que puedan depender de ellas. Y todo ello deja huella en sus pensiones. En Granada y según el estudio de CCOO, la diferencia de ingresos supera el 24,2% en este sentido.
Jubilación
En este aspecto, el informe ¿Hacia una progresiva reducción de la brecha de género en las pensiones contributivas?, publicado en 2018 por el BBVA, concluía que la desaparición de esa diferencia no está próxima, a pesar de que se va hacia un régimen más igualitario. El sistema de pensiones español no ha discriminado por sexos, pero favorece las carreras de cotización largas, continuadas y basadas en los salarios más recientes. Así, “a medida que las carreras laborales de hombres y mujeres se aproximen, las desigualdades de cobertura e importe de sus respectivas pensiones irán desapareciendo”, destaca.
En las conclusiones, se apunta que “la manera más efectiva” de minimizar esa brecha es “acreditando justamente los periodos dedicados al cuidado familiar (lo cual, además, incentivaría la asunción de laborales de cuidado por parte de los hombres), como combatiendo las diferencias salariales que no resulten de diferencias efectivas en la ocupación y dedicación de tiempo de trabajo”.
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