Salud sin fronteras
José Martínez Olmos
La IA y la humanización
Municipal
Granada/Domingo once de la mañana. Hay pocos turistas aún en el punto más turístico del Albaicín, el Mirador de San Nicolás, ese que sale en todas las guías, blog y publicaciones de viajes como el sitio con las mejores vistas de la Alhambra y el lugar donde no perderse el atardecer. Poco a poco va llegando gente pero no son turistas. LLevan pancartas en defensa del barrio. Son vecinos que acuden a concentrarse contra el turismo de masas llamados por una nueva plataforma ciudadana con la que quieren manifestar su hartazgo y luchar por el barrio. Quieren turismo pero con límites.
El mirador se llena de los propios vecinos del barrio, de sus albaicineros. Y los turistas se tienen que conformar con una esquina del mirador para hacerse una foto rápido ante la Alhambra entre gritos de "turismo sí pero no así" y pancartas por un "Albayzin habitable".
Contrastan las vecinas sentadas en un banco con sus pancartas con la turista que se sube al poyete del mirador para ponerse de pie y hacer su foto más instagrameable. Una realidad de un barrio que es difícil conjugar. Porque sin la actividad el barrio tampoco existiría pero sin sus vecinos sería un parque temático.
Ese complejo equilibrio se ha visto incluso en las protestas de los vecinos convocadas este domingo, donde se han vivido momentos de tensión entre vecinos y propietarios de pisos turísticos y cada uno defendiendo sus intereses en unas posturas que parecen no casar.
La Plataforma Albayzín Habitable había convocado una concentración contra el turismo de masas. En unas semanas llevan ya varios actos reivindicativos y este ha sido el más numeroso, con varios centenares de vecinos que han disfrutado por una mañana de su plaza más emblemática, habitualmente tomada por turistas, vendedores ambulantes, músicos y otros. Quince minutos antes que ellos habían convocado también a los medios en el mismo lugar la plataforma AvitarGranada, de propietarios y gestores de apartamentos, viviendas turísticas y alojamientos. En medio de vecinos que claman por recuperar su barrio y porque se limiten los pisos turísticos, el representante de los propietarios, Antonio Jesús Castillo, ha denunciado que se les está "criminalizando" por ejercer una actividad reglada y por "sufrir ataques por intereses que no compartimos". "Hemos contribuido a rehabilitar un barrio que hace 40 años estaba deteriorado y esta convocatoria no es la mejor forma de buscar acuerdos para el consenso", les ha afeado a los vecinos, que se han levantado a gritos de "rentistas" y "especuladores" acallando su intervención.
Desde la Plataforma Albayzín Habitable, su representante, Arturo Muñoz, ha dicho que "la especulación inmobiliaria está destruyendo el barrio" y que los vecinos no pueden vivir y se está "vaciando el barrio", dejándolo sin vivienda y sin transporte. "La industria turística hay que cuidarla pero si se enriquece a costa de expulsar a los vecinos, algo muy grave está sucediendo. Hay que convivir, ser flexible, paciente pero ese consejo que se nos da a los vecinos hay que hacerlo primero a una industria turística que hasta ahora no ha tenido límites y que por una vez los vecinos nos ponemos de acuerdo para exigir una mínima limitación a lo que ellos llevan décadas consiguiendo, que es quedarse con todas las viviendas, acaparar el espacio público con mareas de turistas que nos impiden a nosotros, a los mayores, moverse con tranquilidad y seguridad por el barrio. Creemos que ya está bien", ha dicho.
"La intención no es solo quejarnos y traemos diez medidas básicas que podían implementarse ya y con las que pretendemos abrir un debate con los vecinos, hosteleros, industria turística", ha dicho. Algunas de esas medidas son fortalecer la inspección para eliminar la vivienda turística ilegal. "En Granada hay cientos de viviendas turísticas sin permisos y queremos que el Ayuntamiento refuerce la vigilancia y esa oferta se reduzca y se devuelva a los vecinos para que puedan alquilar unas viviendas que ahora están monopolizadas por la vivienda turística ya sea legal o ilegal y eso hay que perseguirlo y sancionar", ha dicho.
Otra medida que quieren que apruebe el Ayuntamiento es que haya un tope al número de turistas en los grupos de forma que no haya más de 15 o 20 por grupo y no hasta 30 como hasta ahora. "Cuando cogemos el autobús para subir al barrio es imposible encontrar hueco. El autobús es un bien para los vecinos y no para los turistas".
Según los vecinos, en algunas zonas del Albaicín, sin contar con la vivienda ilegal, el porcentaje de vivienda turística llega al 20%, lo que "reduce la oferta de vivienda al residente" y además "la vuelve muy cara e inaccesible para quien no sea un inversor o un especulador". El porcentaje de ilegal lo estiman en torno al 50% de la oferta de vivienda turística actual.
Durante la concentración, se ha repartido también a los turistas un "manual básico de buenas prácticas" en el que piden que no obstruyan el paso por las calles del barrio (especialmente las más estrechas), que no ocupen los autobuses enteros, que cedan el asiento a embarazadas y mayores y que no utilicen megáfonos y altavoces en el espacio público. También que no se reúnan en lugares donde puedan bloquear puertas de entradas y salida del barrio, como el arco de las Pesas, que no bloqueen las entradas de las casas, que no orinen en la calle, no tiren la basura al suelo y que no hagan fotos a la gente "ni os asoméis a sus ventanas o puertas. Respetad nuestra privacidad".
Entre las diez propuestas para que el Albaicín siga siendo habitable, además de las inspecciones para acabar con las viviendas sin licencia, piden la revocación selectiva de licencias cuando no cumplan requisitos para descargar zonas saturadas; regular los precios del alquiler declarando el barrio zona de mercado residencial tensionado y limitar a 90 el número de días al año que una vivienda completa puede alquilarse a turistas para estancias de corta duración en zonas saturadas.
También piden un plan de inversión en vivienda pública que incluya la rehabilitación municipal de viviendas en mal estado y garantice su posterior uso residencial; un control de las inversiones extranjeras mediante un impuesto adicional a la compraventa para evitar la compra masiva de especuladores; reducir el tamaño de los grupos de turistas a 15; proteger el transporte público; apoyar al comercio minorista con rebajas al alquiler y limitando la apertura domingos y festivos a grandes superficies.
Los vecinos piden además la aplicación de la tasa turística con 3 euros por persona y noche (o proporcional al precio del alojamiento) para compensar los recursos públicos destinados al turismo y reinvertirlos en beneficio de los vecinos. Sobre la tasa turística, competencia de la Junta, la administración autonómica ya ha dicho tras varios intentos de reactivar el debate en Andalucía, que no se va a implantar.
En un banco sentadas tres vecinas del Albaicín han pasado una mañana defendiendo su barrio. Dicen que "el barrio ha cambiado mucho" y de hecho una de ellas dice que tiene su casa en venta, que no aguante más. "Solo tenemos una tienda pequeña en Plaza Larga. Para comprar nos obligan a salir fuera, aquí no hay comercio, y luego venir sin poder aparcar o cargando del carro en el autobús", relata esta vecina que nació en la calle Panaderos y que presume de habla albaicinera. Sus hijos se han tenido que ir también y reclama también más limpieza y aparcamiento.
Candelaria, otra vecina del barrio, dice que en su casa han vivido ya siete generaciones y que el barrio ha cambiado por completo aunque ella asegura que no se va de su Albaicín.
"Yo tengo 87 y vivo toda la vida aquí. Es una pena, los llevan como borregos, no los dejan ni comprar en el barrio", relata Nati.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
Salud sin fronteras
José Martínez Olmos
La IA y la humanización
Visto y Oído
Voces
La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
6 Comentarios