"Es difícil justificar algo tan agresivo como un ascensor a la Alhambra"

El directivo del consejo internacional que vela por los lugares declarados Patrimonio Mundial (y no de la Humanidad) cree que la obra es innecesaria, costosa y peligrosa para el monumento

Víctor Fernández ayer, en Sevilla.
Víctor Fernández ayer, en Sevilla.
Guillermo Ortega / Granada

16 de octubre 2011 - 01:00

Habla a velocidad de vértigo y transmite entusiasmo, como también un aire didáctico propio de alguien que, como él, se dedica a la docencia. Tiene las ideas muy claras: si por él fuera, la "montaña sagrada" de la Alhambra no se tocaría.

-¿Qué le parece la idea de construir un ascensor para acceder a la Alhambra?

-El proyecto no lo conozco pero, a la espera de verlo, nos preocupa porque no es una de las obras prioritarias que requiere la Alhambra y además podría afectar a sus valores patrimoniales, al entorno, al subsuelo... Estamos hablando de horadar la colina más sagrada de Granada. Parece una de esas propuestas que a veces rescatan los políticos y que no sabemos qué pretenden resolver, porque la Alhambra tiene unos accesos adecuados. Si es por acercarla al centro, también habría otras propuestas que podrían estudiarse, más baratas, menos agresivas y más ecológicas. En estos momentos hay que valorar muchísimo dónde se invierte el dinero público y cuáles son las verdaderas necesidades en cuestión de patrimonio a las que hay que desviar recursos.

-¿Para decidir sobre su conveniencia deberían primar los criterios técnicos o los políticos?

-Una obra no es sólo técnica o política, las dos cosas van unidas. Lo importante es que el ascensor no afecte al carácter de la Alhambra. Esa colina tiene un carácter inmaterial sagrado y no se la puede considerar como una más, porque forma parte del bien que está a la vista, del Patrimonio Mundial. Cualquier obra que se haga debe ser muy prudente y muy justificada. Como hay muchas carencias de patrimonio en Granada, sería poco justificable hacer una que costaría tanto cuando otras cosas lo reclaman. No es que digamos 'no' de forma definitiva, pero hay una preocupación real.

-¿El daño sentimental, por definirlo así, podría ser equiparable al de un teleférico a Sierra Nevada, un proyecto que sí se rechazó?

-Cada proyecto tenía sus especifidades, aunque tengan en común la idea de mejorar la conexión y hablan de movilidad. El de la Alhambra se tendría que justificar probando que hay graves problemas de accesibilidad y ahí no existe debate, porque los hay. Yo entiendo que algunos comerciantes piensen que está poco conectada con el centro y que eso puede hacer que muchos no bajen. Creo que es una idea absurda, pero es que, si fuera por eso, hay otras medidas menos agresivas contra los valores intangibles que deberían probarse antes que un túnel subterráneo como el que hay en Alicante para acceder al castillo.

-Fue el ejemplo que puso el alcalde cuando presentó la idea.

-Si Granada quiere reflejarse en Alicante, si el modelo al que aspira es ese, entonces estamos hablando de otra cosa. Alicante, en general, ha sido un desastre en la gestión del patrimonio, del paisaje, de las actuaciones inmobiliarias... Si ese es el modelo, estaremos en absoluta discordancia. Además, el acceso al castillo es bastante angosto y angustioso.

-También dijo el alcalde que hay turistas que vienen exclusivamente al monumento nazarí, por ejemplo desde Málaga, y no dejan dinero en la ciudad.

-Eso es un problema de gestión de circuitos turísticos, no de accesibilidad. Debería convencerse a los gestores turísticos de que deben visitar otras cosas de Granada, como el centro histórico. Ese problema no se soluciona con el ascensor, la estrategia no debe ser esa, porque tampoco el que viene en autobús a la Alhambra va a bajar a Granada porque esté ahí el ascensor; no tendría tiempo.

-Siguiendo con lugares que son Patrimonio Mundial, existe cierta preocupación ante la posibilidad de que la Unesco revise esa condición en el caso del Albaicín.

-Para nosotros, aunque siempre ha sido una preocupación, no es una prioridad. La Alhambra tiene unos órganos de gestión que en algunas cosas es modélica en España. En general, los técnicos que trabajan allí son buenos y responsables, no es un bien que nos preocupe per se. Sí nos preocupan la obras en su entorno, un ascensor o una autovía. Ahora bien, el Albaicín es un barrio que no ha terminado de despegar. Sigue perdiendo gente, hay espacios muy mal gestionados desde el punto de vista de la salubridad y de la limpieza, y no se ha dado con la fórmula para rescatar sitios que sigue en ruinas, que no se ha puesto al día. Además están los grafitis, que dan una imagen de abandono pero que no sólo se da en el Albaicín, sino también en el Realejo.

-Con la diferencia de que el Realejo no es Patrimonio Mundial...

-Podría serlo, tiene elementos turísticos importantes. Pero volviendo al Albaicín, no hay ninguna propuesta para excluirlo del catálogo y personalmente creo que se está lejos de ello. Hay una situación de deterioro y no está muy bien gestionado, pero son problemas secundarios respecto a otros muchos lugares que le llegan a la Unesco a diario. Eso no exime para que diga que el Albaicín no ha despegado. Granada llegó más tarde que otras ciudades andaluzas, como Cádiz, Sevilla o Córdoba, al proceso de rehabilitación. Granada tenía una situación paradójica, porque es una ciudad que a todo el mundo se le llena la boca con su carga simbólica, literaria, artística, y el centro histórico está en un proceso de degradación. Desde hace unos cinco años se ha producido un pequeño cambio que con el tiempo ha sido más amplio, porque ha habido propuestas de movilidad interesantes y porque hemos notado que hay iniciativas de restauración importantes en algunas zonas, que ya se ve que no son lo mismo que hace quince años. El Albaicín va un poco a remolque, aunque allí también se han hecho inversiones y se han recuperado edificios. Pero no se termina de orientar la inversión privada, de convencer a la restauración, hay gente que tiene sus casas como solares esperando que se caigan para hacer algo nuevo... Por eso, cuando me hablan de inversiones costosísimas y que podrían suponer una amenaza a un Patrimonio Mundial, digo que aquí hay tantos espacios y edificios en los que invertir, en el Albaicín, en el Realejo, en el centro... Porque a nosotros nos interesa todo: Bib Rambla, la Vega, su degradación. Esas cuestiones que tienen que ver con la relación de Granada con su entorno nos preocupan, no nos quedamos en la Alhambra y en el Albaicín porque a Granada hay que entenderla como un todo, no cada cosa por su lado. Es una unidad y hay que desarrollar un modelo urbano que atienda esa singularidad, que es un potencial cultural y económico para el futuro. Granada será competitiva mientras tenga un producto único y personal. La gente no va a venir a ver polígonos industriales en la Vega, que son pan para hoy y hambre para mañana.

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