La dificultad para leer y escribir no es cosa de vagos

El 15% de la población escolar sufre dislexia · Los padres se han unido para pedir más recursos y apoyo educativo

La dislexia es el problema para aprender a leer de niños con coeficiente intelectual normal.
S. Vallejo / Granada

08 de junio 2008 - 01:00

Los niños que comienzan su etapa escolar y que desarrollan problemas en la lectura o escritura necesitan atención especial. Porque esa dificultad puede ser el síntoma de una dislexia, que afecta al 15% de la población escolar y adulta, y que hay que diagnosticar para dar la ayuda necesaria.

Aunque la realidad es que esta atención temprana, que permite superar dificultades de escolarización con simples apoyos y programas específicos, no está muy extendida por los centros, que muchas veces no dan la importancia necesaria a este problema ocasionando trastornos psicológicos en los que la padecen. Los disléxicos llegan a considerarse culpables, se les tacha de vagos, de no prestar atención, cuando sólo es un problema de aprendizaje. De hecho, la dislexia se presenta en niños con un coeficiente intelectual normal y sin otros problemas físicos o psicológicos.

Médicamente, se caracteriza porque las adquisiciones en el área de la lectura, escritura y deletreo están por debajo de lo esperado en función de la inteligencia y la edad. Pero también afecta a la codificación visual, a la memoria y a la percepción del orden.

Para intentar dar a conocer este problema y que el sistema educativo se sensibilice y ponga los medios necesarios para la escolarización adecuada de los disléxicos, un grupo de padres ha creado la Asociación Dislexia Granada. El colectivo trabaja como escuela de padres que buscan aprender todo lo relacionado con la dislexia para ayudar a sus hijos a superar este problema y reivindicar medios.

"Un grupo de padres coincidimos en la logopeda de nuestros hijos y ella nos recomendó constituir la asociación para saber qué es la dislexia y buscar ayudas", explica la presidenta de la asociación, Dolores Baena. Comenzaron ocho y ya van por 40 padres. Ella misma tiene dos hijas con dislexia y ahora sabe que ella también lo es. "Yo siempre arrastraba las matemáticas, el lenguaje y el francés para septiembre y ahora sé que fue por la dislexia", asegura.

De sus hijas, la pequeña, con cinco años, ha tenido más suerte. Con los antecedentes de su hermana en el colegio la orientadora ya recomendó programas especiales para ayudarla. Pero no ha sido fácil, porque Baena ha tenido que recorrer más de un colegio con sus hijas pese a que se necesita relativamente poco: mucha motivación y en lugar de exámenes como al resto, pues orales o escritos con más tiempo, por ejemplo.

"Nosotros hemos tenido esa suerte pero otros no. Por eso pedimos que se inicien los programas de refuerzo en todos los niños desde el principio por si hay dislexia y si luego no existe, pues ese beneficio que llevan".

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