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Dos años después del inicio del grave enjambre sísmico que afectó a Granada y su área metropolitana, las grietas y los daños que dejaron los terremotos de mayor magnitud -de los más de 3.000 contabilizados en total- perduran todavía en destacados inmuebles, aunque también queda un mayor conocimiento general sobre este fenómeno natural. Santa Fe, epicentro de la mayoría de ellos, sigue más de veinticuatro meses después de aquellos seísmos que alteraron la rutina de miles de vecinos con buena parte de su patrimonio local afectado, según ha explicado a EFE su alcaldesa, Patricia Carrasco, quien se ha referido a la demora que ha implicado en ciertos casos la tramitación de ayudas y fondos públicos.
A día de hoy y más allá del arreglo de desperfectos y grietas en inmuebles particulares, el mercado de abastos continúa clausurado y pendiente del próximo inicio de sus obras, mientras que los trabajos para reforzar la estructura de la sede principal del ayuntamiento -que prevén acabar en marzo- mantienen desplazados servicios y departamentos municipales.
Aunque la iglesia principal del pueblo -que también resultó dañada- pudo reabrir hace ya meses, al igual que lo hizo el histórico pósito, el Arco de Loja conserva un andamio y siguen las grietas en el Arco de Sevilla, con la espadaña con unas sujeciones y que -como capillas dependientes de la curia- están a la espera de que se autorice su reforma.
"Aunque los vecinos de Santa Fe supieron reponerse con gran fortaleza a aquel episodio sísmico que alteró durante meses la vida de mucha gente, sus consecuencias siguen muy presentes, aunque todos hemos aprendido a asimilar mejor el lugar donde nos encontramos", ha indicado la regidora.
En el caso de Atarfe, municipio próximo a Santa Fe, los daños sobre el patrimonio histórico fueron mucho menores, con lo que en este tiempo ha resultado más fácil abordar los que se registraron, principalmente en inmuebles de particulares y algunos de titularidad municipal, ha informado a EFE su alcalde, Pedro Martínez.
"Tratamos de ser muy rápidos creando una oficina técnica de atención a los damnificados y canalizando conjuntamente todas las demandas, incluyendo un gabinete de atención psicológica", ha señalado el regidor, quien se ha referido a las edificaciones afectadas que pudieron ser reparadas por parte del Consorcio de Compensación de Seguros, que en total llegó a abonar más de 15 millones de euros por los daños en distintos municipios tras tramitar cerca de 11.200 solicitudes.
A la reparación de las "secuelas" que dejaron los temblores también en algunos centros educativos e instalaciones deportivas municipales, Atarfe ha sumado -precisamente la semana pasada con su aprobación en pleno- un plan de emergencias sísmicas que se incluye dentro de un programa local más amplio.
"Hemos hecho los deberes para estar más preparados ante algo que sigue todavía en la mente de todos. El plan, además, incluye labores de concienciación y prevención de la ciudadanía, especialmente con la población escolar, para que sepa qué hay que hacer en caso de que volviera a repetirse", ha indicado Martínez.
En un plano más académico, el investigador Jesús Galindo, del Departamento de Geodinámica de la Universidad de Granada y del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, ha presentado de forma reciente una propuesta de proyecto a la Agencia Estatal de Investigación relacionada con la zona de cizalla activa Béticas-Alborán-Rif y los peligros geológicos asociados.
"La serie que comenzó hace dos años ya terminó, hace menos tiempo en la zona del Salar también hubo otros terremotos más débiles. Nunca se sabe cuándo se pueden volver a producir", ha asegurado este experto, quien destaca los avances para conocer mejor la zona afectada.
De hecho, un equipo interdisciplinar liderado por la Universidad de Granada (UGR) logró demostrar que el enjambre sísmico que afectó a la Vega de Granada en 2021 no fue afortunadamente de mayor magnitud porque los terremotos estuvieron "confinados" por fallas cercanas.
Esos terremotos ocurridos en la Vega granadina quedaron por tanto "confinados" por fallas que cortaron el tramo activo donde se originaron los temblores, lo que impidió que la sismicidad de la serie se propagara a otras zonas y limitó a 4,5 las magnitudes máximas.
"Sabemos que los terremotos ocurren, pero no conocemos en detalle cómo funciona el sistema, por ello necesitamos más medios de geofísica y observación para seguir completando esta imagen", ha señalado Galindo, consciente de que la sociedad se "sensibiliza" más en el momento en que ocurren estos temblores, mientras que las administraciones toman conciencia de la importancia de investigar unos fenómenos que, en el caso del enjambre sísmico de Granada, mantienen muchas grietas pero también dejan un mejor conocimiento.
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