Un encierro que llevan peor los padres que los niños
Crisis del coronavirus
Manuel Mariano Vera, decano del CPAO, recuerda que el comportamiento de los hijos refleja el de sus padres y anticipa un boom de estudios sobre las consecuencias psicólogicas
Con el ejemplo de China y el ritmo de crecimiento dramático de contagios de Italia, ¿cómo puede parecer que este virus ha pillado por sorpresa a los responsables políticos? ¿Por qué de todos los productos de primera necesidad que se pueden almacenar se desató esa histeria colectiva con la compra del papel higiénico? En ausencia de ejemplos similares al menos en la historia reciente, ¿qué secuelas psicológicas puede conllevar el confinamiento de más de un tercio de la población mundial? Las preguntas que plantea la crisis del coronavirus son tantas como perspectivas de estudio y la Psicología es uno de los campos que ya está dando respuestas y planteando análisis a futuro.
El presidente del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (COPAO), Manuel Mariano Vera, tiene noticias de numerosas investigaciones que ya están en marcha. Como el 11-M, un acontecimiento que supuso una avalancha de estudios académicos, Vera prevé que la crisis sanitaria y económica actual supone una situación sin precedentes que también generará un auténtico ‘boom’.
Por lo pronto, el Colegio de Psicólogos ya ha empezado a redactar una serie de recomendaciones tanto para los profesionales del sector sanitario como para los que tienen que seguir saliendo a cumplir con sus labores profesionales, desde los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado hasta los trabajadores de los supermercados. También cuenta con un grupo de voluntarios para realizar intervenciones psicológicas “con estos profesionales que están en primera línea del frente” y mantienen su colaboración con la Consejería de Igualdad para prestar apoyo a las familias más desfavorecidas, como por ejemplo aquellas que atraviesan situaciones de violencia en el hogar.
Para la mayoría de las personas que permanecen encerradas en sus casas la experiencia se vivirá en función de la salud mental de la que gozasen previamente los ahora confinados. “La reacción lógica al principio cuando nos imponen una medida que nos priva de nuestra libertad es de rechazo”, explica Vera, quien señala que “eso puede causar una reacción de tristeza e irritabilidad que se puede ver agrandada por circunstancias especiales, como el hecho de que las personas estén solas, tengan pocos recursos de comunicación o económicos, o que se trate de familias desestructuradas”.
Sin embargo, “las personas sanas psicológicamente tendrán pocos problemas para encajar bien la nueva situación”. Por contra, las personas más inestables van a tener desajustes mayores”.
Con independencia de que se tengan patologías previas, “es normal que aparezcan miedos, tanto al contagio como a las pérdidas económicas reales o generadas por temores por cosas que aún no han pasado”. El mismo miedo ante las reacciones imprevisibles que en opinión del profesional frenó a los gobernantes para tomar antes las medidas oportunas.
En el caso necesario ante las dificultades de adaptación por la nueva situación, Vera recomienda recurrir al consejo de los profesionales, porque los psicólogos pueden seguir atendiendo telefónicamente o mediante vídeoconferencias.
Y, por paradógico que resulte, los que mejor están llevando el confinamiento son los niños. “En las familias estructuradas, lo llevan bien. Ellos cambian oro por baratijas porque si bien no pueden salir a la calle no tienen que madrugar, pueden jugar, pasan más horas con los padres, pueden ver la tele... Además, ellos no son conscientes del peligro, como los adolescentes, que son muy osados y no tienen miedo al contagio, como pasa con las enfermedades de trasmisión sexual”, cuenta el psicólogo, para el que experiencia resultará “incomparablmente más traumática para los adultos”.
Probablemente, a juzgar como sobrellevan el confinamiento muchos padres, de esta crisis los que saldrán más reforzados junto a los sanitarios serán los maestros. Pero el psicólogo advierte que reflejan el comportamiento que ven. “El niño estará más nervioso si los padres están más nerviosos, más terco si los padres están más tercos...”.
Y para los que hayan pasado la dura experiencia de estar enfermo aunque luego se hayan recuperado, Vera advierte que al principio la reacción será de alegría pero luego puede aparecer la tristeza por la situación de estrés tan intensa atravesada. En cualquier caso, se puede salir reforzado de toda esta crisis porque, como recuerda el psicólogo “nos hacemos fuertes a base de pasar por experiencias difíciles”.
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