"Hay enfermedades inventadas solo para que las farmacéuticas ganen más"
Javier Castejón | Autor de 'Amenaza a la vocación médica'
En su ensayo expone las causas por las que ha empeorado la relación médico-paciente
Dice que "muchos de los pacientes creen más al doctor Google que a su médico de cabecera"
Claro, rotundo, seguro de lo que habla… Así se expresa Javier Castejón en su libro titulado Amenaza a la vocación médica, que fue presentado el pasado jueves en el Colegio de Médicos de Granada. Se trata de un ensayo sobre lo que él llama el secuestro de la autonomía del paciente y el cerco a la profesión médica. Dice que la relación entre el médico y el paciente ha empeorado mucho a causa de las multinacionales farmacéuticas, de los políticos y de los abogados que esperan en las salas de urgencias a que haya un caso que pueda ser llevado a los tribunales. Dice que hay muchas enfermedades inventadas solo para vender medicinas y piensa que está en peligro el modelo actual de la sanidad pública porque el gasto es inasumible. Javier Castejón es cirujano pediátrico y profesor de la Facultad de Medicina de Granada.
-Usted está convencido de que la vocación médica está en peligro.
-La vocación médica está en peligro porque viene sufriendo desde hace ya varias decenas de años un bombardeo constante de variables sociales, políticas y económicas que amenazan con destruirla. Se puede afirmar que hoy día se dan una serie de circunstancias en la sociedad nuestra que imposibilitan el desarrollo profesional normal de un médico y esto puede llegar a interpretarse como un cerco a la propia profesión. En este cerco a la profesión se atenta contra lo más sagrado de ésta, que es la relación médico-paciente.
-¿Y qué ha empeorado de la relación médico-paciente?
-La relación médico paciente, en palabras de uno de los grandes filósofos y maestros de la Medicina, Laín Entralgo es, o debería ser, un encuentro en amistad entre la persona del enfermo y la persona del médico. Esta concepción de la relación del médico con el paciente, desgraciadamente hoy no se puede desarrollar así, porque no se dan las condiciones necesarias para ello. Hoy día, desde el advenimiento del principio de autonomía del paciente, que dota a este de la capacidad de asumir responsabilidad sobre sus propios procesos y reduce el papel del médico a mero asesor técnico, ha cambiado esta concepción para bien y para mal. Decimos para bien porque ello ha supuesto ineludiblemente una mejora humana y jurídica para el paciente. Y decimos para mal porque esta cuestión, instrumentalizada por sectores sociales y económicos de enorme poder, como son el sector farmacéutico, el sector político e incluso el sector judicial, ha sembrado de desconfianza en la relación entre ambos. Y hoy, la desconfianza entre el médico y el paciente es la epidemia que amenaza el sistema sanitario y por supuesto la vocación médica.
-¿Qué impide que esa relación sea mejor?
-Nuestra tesis, y como nosotros piensa la mayoría de los médicos, se basa en que hoy día hay sectores poderosos que se benefician de la mala relación entre el médico y el paciente. Y se benefician porque tienen intereses económicos o políticos. Por ello, han actuado secuestrando lo que hemos denominado principio de autonomía del paciente para su propio beneficio. Hoy día el sistema sanitario, los esfuerzos del sistema sanitario no solo están orientados al beneficio del paciente, que deberían ser su finalidad única y última, sino también al enriquecimiento del sector farmacéutico, la supervivencia de las clases políticas e incluso el interés crematístico de ciertos sectores judiciales.
-Usted dice en su libro que hay muchas enfermedades inventadas.
-Hay muchos investigadores que han denunciado este fenómeno. La industria farmacéutica se beneficia de lo que sea dado en llamar enfermedades inventadas. El mecanismo por el que la industria farmacéutica realiza desarrolla esta cuestión es patologizando (permítaseme el término), a la sociedad. Esto quiere decir que la propaganda farmacéutica, en un ámbito de sistema sanitario público universal y gratuito, es capaz de convertir al ciudadano sano o enfermo, en un gran consumidor de medicamentos. Esto es lo que viene denominándose medicalización de la sociedad y que lleva a un aumento desaforado del consumo de medicamentos, y en consecuencia del gasto farmacéutico.
-Y que hay otras, por ejemplo el colesterol, que existen porque hay una presión de las multinacionales farmacéuticas.
-Tenga usted en cuenta que el colesterol no es una enfermedad. El colesterol es una sustancia que navega en nuestro sistema sanguíneo y que fue definida hace ya años, tras desarrollarse un estudio en Estados Unidos, el llamado estudio Framingham, como un factor de riesgo a la hora de poder sufrir un accidente cardiovascular, entendiendo por estos infartos agudos de miocardio, embolias cerebrales, etc. Simplemente, a título informativo, debe decirse que esto ha supuesto la venta de un medicamento denominado estatinas. Las estatinas son el medicamento más vendido en toda la historia de la industria farmacéutica, suponiendo unas ganancias de miles de millones de dólares para laboratorios Pfizer. Pues bien, sepa que a fecha de hoy los expertos en el tema ponen en entredicho incluso que el colesterol sea un factor de riesgo de los accidentes cardiovasculares. Y aquí surge la polémica. Pues en el ámbito de la medicina, existen afirmaciones a favor y en contra de lo que acabo de decir. Pregúntese por qué las cifras consideradas normales de colesterol bajan progresivamente, incluso en los libros de texto de Medicina, si no es para estimular la venta de los medicamentos.
-He leído en su libro que el director de una compañía farmacéutica dijo hace 30 años que su sueño era producir medicamentos para las personas sanas y así vender a todo el mundo. Tremendo, ¿no?
-Efectivamente, este es el sueño del responsable de una de las compañías farmacéuticas más poderosas del mundo. Y es, desgraciadamente, la orientación de gran parte del sector farmacéutico en la actualidad, de forma que, éste está más orientado a la ganancia económica que al beneficio del paciente. Y la ganancia económica no viene sino aumentando de forma desaforada el consumismo médico. Los medicamentos deben estar y deben ser creados para la curación o alivio de los pacientes. No deben consumirse irracionalmente porque ello solo conlleva al enriquecimiento del sector, además de que tiene potenciales peligros para la salud de los ciudadanos. Preguntémonos a quién beneficia la medicación excesiva de la sociedad.
-También los medios de comunicación tienen su culpa en esa patologización de la sociedad.
-Sí, los medios de comunicación actúan (conscientemente o inconscientemente) aumentando el alarmismo en la población, frente a posibles problemas de salud. Esto tiene un efecto incrementador sobre la conciencia de enfermedad y su consecuencia más inmediata, que es el consumo del medicamento y el abuso de los sistemas de atención sanitaria. ¿Qué puede decirse de titulares como “En España, el 50% de la población mayor de 50 años sufre hipertensión”?. O este otro: “El 80% de los españoles supera el nivel deseable de colesterol”. ¿Qué pretenden? ¿Que todos los españoles nos mediquemos? Evidentemente, actúan de brazo propagandístico de las propias farmacéuticas con su alarmismo médico.
-Y, por supuesto, los políticos.
-Los políticos tienen una parte alícuota de responsabilidad en todo esto que está pasando en nuestra sociedad y que amenaza, en su núcleo más sagrado, a la vocación médica. Éstos, los políticos, actúan prometiendo al ciudadano todas las prebendas que se les vienen a la cabeza cuando se tratan de arañar votos. Lógicamente, no hago distinción de partidos en este concepto, aunque evidentemente algunos son más diáfanos y honrados en su mensaje que otros. Los políticos actúan seduciendo al ciudadano, mediante la promesa de hospitales,
-También ataca a los vendedores de humo.
-En el libro se identifica a estos vendedores de humo. Son los que venden esperanza a pacientes necesitados de la misma, pero sin la base científica adecuada para ello. En este sentido, son de destacar, por ejemplo, todos los mensajes que hoy día pueden leerse en redes sociales y medios de comunicación acerca de células madres. Los vendedores de humo hablan de este estos medicamentos, aún en fase de investigación biomédica, y en la mayoría de los casos sin aplicación directa sobre los actuales enfermos, como si de una realidad terapéutica actual se tratase. El ciudadano no tiene obligación de conocer el estado de la ciencia y por ello evidentemente reclama que aquellos remedios que le han sido prometidos en los medios de comunicación, o de cualquier otra manera, le sean aplicados, porque así se les ha ofertado.
-Dice en su ensayo que el gasto sanitario actual es inasumible. ¿Está en peligro la sanidad pública?
-Desgraciadamente, todo apunta a que la sanidad pública, tal y como la conocemos hoy, está destinada a cambiar ineludiblemente, porque el gasto es inasumible. Los expertos en economía de la salud cifran en el año 2030 aquel en el que la sanidad pública superará al producto interior bruto en los países occidentales. Esto le hará inviable. Y lo más alarmante es que los responsables parecen no asumir el destino catastrófico de la misma. Este elevado gasto sanitario tiene causas evidentes, como la inversión de la pirámide demográfica o el aumento de la frecuentación, esto quiere decir abuso de los sistemas de atención médica. Además, hay otras causas, no señaladas en la mayoría de los estudios, pero que sí hemos identificado en nuestro en nuestra investigación. De hecho, los responsables señalados, industria farmacéutica alentando el consumismo médico, y sector político, prometiendo recursos infinitos, son en gran parte responsables del desastre.
-De qué manera internet y el doctor Google ha empeorado la relación médico-paciente.
-Google es un competidor, no presente en la consulta, que le ha salido al médico. Sobre todo, al médico de cabecera. Sabemos que hoy los pacientes, sus allegados, consultan sus afecciones, dolores y sufrimientos en Internet antes, durante y después de la consulta del médico. Y sabemos que Internet esconde información de todo tipo: exacta e inexacta, verdad y mentira. Desgraciadamente, además parece que muchos de los pacientes creen más al doctor Google que a su médico de cabecera.
-¿Ha cambiado la situación tras la declaración de la pandemia del coronavirus?
-Cuando nos vimos sumidos como sociedad en la terrible situación provocada por la pandemia de coronavirus, se inició un movimiento social, bajo el que parecía vislumbrarse un proceso de mayor valoración de los sanitarios, médicos y no médicos, en general. Sin embargo, tras el desconfinamiento, se ha comprobado que esto era un espejismo. Aquellos aplausos que la sociedad, de forma generalizada, lanzaba a sus médicos a las veinte horas todos los días en las puertas de los hospitales, fueron pronto sustituidos por la conducta habitual de los ciudadanos frente al sistema sanitario.
-¿A quién cree que puede interesarle su libro?
-Evidente, por la naturaleza del tema a quien más puede interesar es a médicos jóvenes y estudiantes de medicina, a los cuales les espera un largo desarrollo profesional. Ambos, médicos jóvenes y estudiantes, se hallan o deben hallarse directamente interesados por el tema de la vocación. No obstante, pienso que médicos de mayor edad, como yo mismo, pueden sentir un interés personal o histórico por las cuestione planteadas en el libro, ya que al verse reflejados en la situación pueden encontrar tal vez explicación a tantas penurias y grandezas que han podido vivir a lo largo de su vida profesional. No obstante, en este esta investigación se hayan implicados otros muchos estamentos, como el sector farmacéutico, el sector jurídico y el sector político. Es por eso que tal vez sea de interés incluso para profesionales de estos sectores, así como sociólogos, antropólogos, etc. Por último, yo creo que el ciudadano en general, como paciente potencial, debería interesarse en lo que piensan y sienten los médicos, porque a fin de cuentas son estos los que le van a cuidar.
-¿Quién tiene la solución?
-La solución, de darse, debe venir de la mano de muchos estamentos. En primer lugar, es importante que la industria farmacéutica abandone su orientación al beneficio y se dirige y dirija su esfuerzo al bien del paciente de hecho, recientemente han aparecido manuales dotados de fondo ético para la industria farmacéutica que empiezan a estar vigentes esto supone un rayo de sol en el oscuro horizonte del consumismo médico. Incluso podemos percibir movimientos desde el mundo de la jurisprudencia, que recientemente ha transformado el código penal español dotando al médico, en el ejercicio de su profesión de la antigua autoridad de la que fue despojado. Aspectos como la financiación de los congresos la adecuada investigación biomédica y otros deben sufrir una reorientación en beneficio del paciente. Y esto tendrá su reflejo en el médico, que verá reforzada su vocación. Muchas son las voces y las entidades que hoy se alzan a favor de un cambio en la consideración del médico. Esto puede ayudar a que se recupere la relación médico paciente, y en consecuencia la vocación del médico. En 2017, la organización médica colegial hizo una petición a la Unesco para que elevará la relación médico paciente a patrimonio inmaterial de la humanidad. Esta cuestión se halla actualmente en trámite. Pero si esto se produjera, se habría iniciado el camino hacia un entorno social que posibilitara el desarrollo de la vocación del médico.
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