"No nací queriendo ser astronauta, pero mi carrera me ha llevado a dedicarme a la ingeniería espacial"
Entrevista | Álvaro Romero | Ingeniero espacial | Experimento en el cohete de Jeff Bezos
El ingeniero granadino ha ganado un premio que le permitirá realizar un experimento en microgravedad en un vuelo no tripulado de Blue Origin
El ingeniero aeroespacial granadino Álvaro Romero Calvo ha ganado un premio que le permitirá realizar un experimento en microgravedad en un vuelo no tripulado de Blue Origin. En el vuelo se someterá a prueba la electrólisis aumentada magnéticamente en microgravedad, una tecnología desarrollada durante su doctorado en la Universidad de Colorado Boulder, para el que cuenta con una beca de la Fundación ”la Caixa”.
-¿Cuál ha sido su trayectoria vital para acabar siendo ingeniero espacial en Colorado con apenas 27 años?
-Estudié en el instituto Generalife de Granada y desde ese momento ya tenía claro que a mí lo que me gustaba eran las Matemáticas y la Física. Yo no nací queriendo ser astronauta, pero mi carrera me ha llevado poco a poco a dedicarme a la ingeniería espacial. Yo hice un grado profesional de piano en el Conservatorio Ángel Barrios y tuve que decidir entre la música y la ingeniería. Al final me decanté por lo segundo porque era lo más natural para mí. Así que me fui a Sevilla, donde hice un grado de Ingeniería Espacial y un máster. Después tuve una beca Erasmus y pude hacer otro doble máster en Milán. Para ese momento ya tenía claro que quería dedicarme a la investigación, que me gustaba la investigación y que me apasionaba la parte más científica de la Ingeniería Espacial, sobre todo lo que tiene que ver con la interacción entre la física y el espacio, el desarrollo de tecnologías en base a principios físicos que aún no han sido explorados. Es un campo muy creativo que ofrece muchas oportunidad y me da una libertad creativa total.
-¿En qué momento da el salto a EEUU?
-En Milán descubrí que existía esta beca de "la Caixa" y yo quería hacer un doctorado. Me cogieron y estuve viendo distintas universidades hasta que me quedé con la de Colorado.
-¿Es imposible poder tener esta formación en España a este nivel?
-España está creciendo muchísimo como un país con una industria espacial muy potente e inversiones cada vez más grandes. Ahí está nuestra participación creciente en la Agencia Espacial Europea, es casi el 6%. Pero no tenemos la tradición de otros países como Alemania, Francia o Italia y, de hecho, desde el punto de vista formativo en España no existen como tales grados de ingeniero espacial, existe el grado de ingeniero aeroespacial. Yo me fui a Milán a adquirir una formación específica que ellos sí tienen. Lo que ocurre aquí es una cosa muy sencilla, la inversión en este campo que se da en EEUU no tiene nada que ver con España, en el ámbito universitario y en el privado. El otro día estaba leyendo en 'Diario de Sevilla una entrevista al investigador José Juan López Moreno, que está trabajando en un espectómetro para la misión de la ESA a Marte. El buen hombre decía que había mandado el instrumento a cobro revertido a Holanda porque el presupuesto de su laboratorio no le daba para ello. Es un problema de infrafinanciación y de una burocracia extensa. Claro, si quieres desarrollar un doctorado con años dedicado a la investigación en un campo en el que resulta caro, al final el mejor sitio del mundo es EEUU y Alemania si hablamos de Europa.
-En su experimento va a someter a aprueba la electrólisis aumentada magnéticamente en microgravedad. ¿Qué aplicaciones podrá tener en el futuro?
-Es una cosa que he inventado en mi doctorado y está en proceso de patente. La cuestión es que cuando se está en el espacio las cosas flotan, lo que hemos visto mil veces en las películas. Y eso sucede porque la fuerza gravitatoria no es evidente, todo está cayendo simultáneamente y por eso no se percibe ese efecto gravitatoria. En el caso de los fluidos, esto tiene un problema, porque si abres una lata de Coca-Cola en la Tierra, las burbujas salen a la superficie porque hay una fuerza gravitatoria que tira de las burbujas hacia arriba. En el espacio ese efecto no existe y las burbujas se quedarían dentro de la lata, sería una mezcla extraña de líquidos y gases difícil de analizar y un comportamiento aleatorio. Lo que planteamos es que, como casi todos los materiales que conocemos son hasta cierto punto magnéticos, y en concreto los líquidos se sienten atraídos o repelidos por fuerzas magnéticas, al no tener gravedad hemos pensado en meter una fuerza gravitatoria equivalente generada por un imán, que atrae o repele a esas burbujas que nosotros queremos extraer el líquido.
-¿Y cómo aplican esto a la electrólisis?
-La electrólisis es un proceso fundamental en la ingeniería espacial porque en el caso del agua sacamos el hidrógeno y el oxígeno, que es una pareja que conforma un combustible muy potente, y por otro lado el oxígeno es además la base para crear atmósferas respirables, caso de una estación en la Luna o en Marte. Y además el agua está presente en más sitios de los que pensábamos hace años, hay en la Luna, en Marte... De todas esas fuentes de agua se pueden extraer y procesar hidrógeno y oxígeno, se puede generar combustible en la Luna. En cuanto a nuestra tecnología, como los gases y los líquidos no se pueden separar bien, y dado que la electrólisis es fundamental en la ingeniería espacial, vamos a utilizar imanes potentes de nueva generación para separar estas burbujas de hidrógeno y oxígeno y vamos a utilizar ese gas que hemos generado para la propulsión, por ejemplo.
-¿El objetivo último sería entonces la posibilidad de crear una especie de gasolinera lunar para ir a Marte?
-Sí, pero nuestra investigación tiene más objetivos, el objetivo es demostrar que esta tecnología funciona en las condiciones de microgravedad que ofrece el cohete.
-Ha señalado anteriormente que esta tecnología está en profeso de patente. ¿Es cierto el tópico de que las universidades de EEUU están más enfocadas a la empresa que las españolas?
-Yo soy ingeniero, aunque me gusta la física lo mío es aplicarla para crear tecnologías que se puedan utilizar. Los ingenieros tendemos a patentar porque nuestra investigación sirve para solucionar problemas y hay u potencia de que eso puede generar un rendimiento económico. Eso en EEUU lo tienen clarísimo y todas las universidades relativamente importantes tienen una oficina de abogados que te ayudan a preparar la patente y tú sólo tienes que explicarles el proyecto y ellos lo redactan. Eso es muy cómodo, en España los investigadores redactan su patente, que además es algo muy caro porque tienes que pagar a la oficina de patentes de tu país, a las oficinas de los países es los que quieras patentar y lanzarla de forma internacional. Eso son miles de dólares. Si la universidad paga ese dinero es porque espera que haya un beneficio económico detrás que respalde esa inversión. Hay universidades que arriesgan y otras que sólo lo hacen cuando ya hay un comprador antes de registrar la patente.
-Una frase común cuando se habla de gente joven como usted y con su trayectoria... "Ese no ha salido de copas en su vida".
-Sí he salido, no es incompatible. Colorado es una escuela famosa precisamente porque combina la vida personal y la laboral. Yo dedico mi vida a la investigación y., cuando estoy harto, me voy con mis amigos a esquiar o de senderismo. No es incompatible, pero es verdad que salir todas las noches no es compatible con una carrera investigadora.
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